Arthur Schopenhauer 1778
Enviado por karlo • 9 de Febrero de 2018 • 854 Palabras (4 Páginas) • 426 Visitas
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y así poder renunciar a ese juego.
Schopenhauer fue un pensador que tuvo unos interesante apuntes artístico, era un hombre dotado para el arte, le encantaba el teatro y la literatura, pero tenía un entusiasmo especial por la música, ya que decía que esta era la mejor expresión, por encima de la palabra y la reflexión, para mostrarnos la esencia del universo.
Habla de duelos, de espiritismo y también hizo unas reflexiones de la mujer y del amor. Schopenhauer decía que la mujer era un animal de cabellos largos e inteligencia corta, a lo mejor sea ese pensamiento tan por encima de ellas que hizo que terminara solo en su vida. Esos últimos dos temas fueron muy comentados a lo largo del tiempo, ya que fue uno de los pensadores que hablaban sobre la sexualidad heterosexual y homosexual, convirtiendo ese afán en uno de los motores centrales en los que la voluntad se expresa en el mundo.
Somos impulsos que según Arthur, toda la realidad es en el fondo un querer que se quiere infinitamente así mismo en la multidisciplina de sus objetivaciones, incluso nuestro entendimiento es un recurso de ese todo que es voluntad y en virtud que somos un deseo eternamente insatisfecho, corremos detrás de diferentes objetos sin alcanzarlos o si los alcanzamos son para hartarnos de ellos, porque todos esos objetos son solo representaciones que la misma voluntad pone ante nosotros, por eso nuestra vida es permanente sufrimiento.
Para escapar de los deseos, de las pasiones, de todo aquello que tenga que ver con la voluntad, existen tres vías. La primera es la contemplación estética, la reproducción de la voluntad misma es la música. La segunda vía es desenamorarse de la vida, porque la voluntad es la que hace que nos apeguemos a la vida, en este camino se desarrolla la compasión por lo que me hago cargo de todo el sufrimiento del mundo, y busco el sufrimiento propio y ajeno para que el interés de la vida vaya disminuyendo. Y la tercer y última vía es cambiar la voluntad por la noluntad, que es bien, cambiar el querer por el no querer, aniquilando en nosotros todo deseo.
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