El amor completo y perfecto

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Alguien dijo que hay que tener cuidado con los sueños porque a veces se cumplen. Con los amores imposibles sucede otro tanto: a veces se cumplen y el enamorado, como el soñador, puede sentirse satisfecho. El ideal difícilmente soporta la realidad. La cercanía descubre las imperfecciones de lo que, visto de lejos, parecía perfecto. Aunque las personas, generalmente, buscan afecto y complemento en su personalidad amando a otros, para algunos esta “búsqueda de amor” puede haber sido desventurada. No obstante, un hombre que haya vivido solo toda su vida y que crea que su rol en este mundo fue todo menos ser amado, está muy equivocado ya que ante todo, y por encima de toda dificultad para encontrar amor en la tierra, está el amor incondicional, el amor de Dios. Sin embargo este es otro camino que no se tocara.

Tal vez la vida no sea, en definitiva, más que un largo y sinuosa camino iluminado a trechos por la plateada luz de amores imposibles, deseos e ilusiones que nos animan a seguir adelante. Los poetas no se equivocan. En el fondo, es el amor el que mueve el mundo. Ni el dinero, ni el poder, ni la belleza, ni el éxito, (salvo que se esté enfermo de egolatría y se satisfacen por sí mismos). Los buscamos con el secreto de hacernos más atractivos y por consiguiente más deseados, más dignos de ser amados. Lo dijo Schopenhauer: “el amor es el fin último de casi todo esfuerzo humano”. El hecho de que todos sintamos amor en la vida se debe a que el hombre nace y vive para amar y ser amado. Tal como dijo Albert Einstein: “Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece ser vivida.”