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INFORME FINAL: RECUERDOS DE DIÁLOGOS. “La despreocupación es generalizada.”

Enviado por   •  29 de Abril de 2018  •  2.135 Palabras (9 Páginas)  •  363 Visitas

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No obstante, es un proyecto centrado en la recuperación de la memoria individual y colectiva, y no solamente uno comunitario de acompañamiento. El balance en este sentido es más negativo. Muchos de los temas propuestos en el proyecto eran desconocidos para Alicia, o simplemente no sabía más que nosotros, ni le importaba: como los casos de todo lo referente a la segunda guerra mundial (que coincidió con su nacimiento), la Copa América (no le gusta el futbol) o del genocidio armenio del que tal solo había oído en las noticias recientemente por el escándalo con la novela “Las Mil y Una Noches.” Otros temas los tocó muy poco, quizás por su dolor de perder a su marido, como el tango, al que describió como “más argentino que el folklore” y que le gustó mucho más (a pesar de ser fanática de Rojas y de los Nocheros) pero no ahondó por la profunda melancolía de recordar las noches que bailaba con su esposo. Por lo general, los temas de la comidas o las ciudades del mundo los habló pero no de las propuestas: en lugar de hablar de comida cordobesa como las empanadas como le pedimos, prefirió contarnos sobre su amor por el pescado que lo capturan fresco en Río Turbio, o sobre las ciudades de Chile en lugar de las ciudades que le habíamos solicitado.

Alicia no buscaba opinar de aquello que no vivió así que cambiaba el tema para hacer de su cotidianeidad el centro: su impronta emocional estaba muy patente, porque seleccionó y se explayó en todo aquello al que asociaba con una memoria fuerte, sea ya sea su índole. De los dos temas de los cuales aportó más datos fue sobre el tema de las elecciones y de las inundaciones. En caso del primer tema, recordó con gran emoción las elecciones de 1983, cuando Raul Alfonsín fue electo como presidente, con casi lágrimas en los ojos, comentando: “Ya no más va a aparecer la sombra… Parecía y parece la sombra de un levantamiento pero gracias a Dios a hasta ahora no pasó.” La descripción de su hogar, del ambiente de júbilo pese a las divisiones partidarias de su familia se notaba en su voz. La gestión de Alfonsín fue la que le dio su casa en el Parque Las Heras, como nos comentó con lujo de detalles en otra ocasión: todo el proceso en cómo la obtuvo, los trámites que hizo, cuando tiempo le llevó, etc. Así que es necesario tener en cuenta esta conexión con su subjetividad positiva a la hora de analizarla.

El otro gran tema propuesto que abordó en profundidad, sin simples comentarios de opinión ni un giro inesperado hacia otro tópico, fue el de las inundaciones de Córdoba y de los barrios, especialmente de las inundaciones, porque de los barrios se disculpó ya que vivió mucho tiempo en el Sur para dar más descripciones. Las inundaciones, en cambio, fue muy rico, a pesar del sufrimiento que padeció ella en vivirlo en carne propia durante toda su infancia y juventud. “Esto parece mi casa”, nos respondió al tomar una foto en donde San Carlos Minas está bajo el agua. La antigua casa de Alicia estaba en Barrio Los Granaderos, en una calle en la cual conectaba con los barrios “de arriba” así que cada vez que llovía, por la falta de desagües y de instalaciones necesarias para filtrar el agua, se inundaba. Lo más relevante fue la identificación de una de sus memorias con la inundación de Río Primero en 1966. Una de las inundaciones históricas de las que teníamos unos breves datos de La Voz del Interior y otros medios. Alicia no sabía el nombre de la inundación ni que río se desbordó pero, por sus comentarios, y la edad que tenía (20-21 años), se pudo deducir cuál fue esta inundación terrible en la cual: “arrastraba personas, autos, todos. Era impresionante”. En esta inundación, el heroico accionar de su padre salvó a algunas vidas de personas que los llevaba la correntada a través de un lazo-alambre que arrojaba para traerlos a la ventana. “Había como cuatro o cinco autos estacionados al frente de mi casa.” Su casa funcionó como un refugio informal para aquellos que fueron rescatados por su padre.

De los relatos que nos hizo saber, el de las inundaciones fue el más interesante, si tuviésemos que elegir uno para transcribir como fuente histórica, uno en el cual se sintió una impronta personalizada de su protagonismo en la crisis. No obstante, la mayoría de las entrevistas fueron casi nulas por su particularidad de no darle importancia a eventos no protagonizados por sus familiares. En este sentido, no fue tan fructífero como se esperaba. Aunque sin duda, no dejamos de valorar el poder escuchar la charla de los nietos de Alicia y de su hermana con la casa “zoo” de Saldán, porque sabíamos que a ella le hacía bien comentar esto y estábamos allí para acompañarla.

Por último, a modo de autocrítica general, el proyecto comenzó con retraso por la propia inseguridad de conseguir permiso a un geriátrico, también la falta de opciones sobre el informante (en nuestro caso, solo nos dieron dos ‘reales’, ya que el resto de los geriatrizados tenían dificultades para expresarse), seguida por un desarrollo desde Feria del Libro hasta Fiesta de Creatividad ‘fuerte’, por así decirlo, con muchos encuentros; y un final inconcluso ya que no pudimos despedirnos de Alicia ni presentarle nuestros trabajos en el Congreso de Abuelos y Nietos como nos habíamos comprometido. En cierto sentido, nos hace preguntarnos si valió la pena el esfuerzo, y cada uno saca sus propias conclusiones, de acuerdo al valor subjetivo de lo entablado con Alicia Tejerina durante las tardes que compartimos.

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(Gracias por todo, Alicia).

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