La Cabeza Sobre La Tribuna
Enviado por tomas • 14 de Enero de 2019 • 867 Palabras (4 Páginas) • 413 Visitas
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Persuadir puede ser arte o técnica, es arte cuando solo persuade y es técnica cuando por ejemplo se quiere moralizar. Lo que es importante saber es que la persuasión cambia según el pasado, el demográfico de una persona, requiere adaptarse y no hay que ver solo los medios para lograr los fines. El fin último de la persuasión es conseguir la felicidad pero esto puede significar muchas cosas diferentes. Lo que es importante saber es que la persuasión estará siempre ahí y es una habilidad que deberíamos buscar desarrollar ya que nos servirá en dos sentidos: para persuadir a los demás y para evitar ser persuadidos cuando no queramos. Que podamos identificar las técnicas que están usando contra nosotros es decir una especia de antipersuasión.
El arte de comunicar
Todos sabemos hablar pero es una realidad que no todos somos buenos oradores, es realmente un arte y una habilidad que con trabajo podemos desarrollar. Es una habilidad muy importante particularmente en posiciones de liderazgo, es decir poder comunicar nuestras ideas de la mejor manera. Es justo esto lo que nos logra diferenciar de los animales y no solo es saber hablar, también se requiere saber asimilar lo que se quiere transmitir, también es de suma importancia saber qué decir, cómo decirlo y cuándo decirlo para que el mensaje pase.
La oratoria requiere de 5 habilidades, la invención para generar argumentos válidos, la disposición para organizarse bajo un criterio, la elocución es decir adaptar las palabras, la memoria para retener los argumentos y la declamación para transmitir el mensaje de la mejor manera. Un buen orador no se fija en cantidad sino en calidad de los argumentos. Una de las mejores formas de iniciar un discurso es captar la atención del público contando alguna anécdota y siempre ser gradual, ser siempre claros y siempre tener la atención porque si no es así no se está comunicando realmente.
Cada discurso debe ser preparado de acuerdo a la audiencia y así escoger el estilo de comunicación mejor para cada audiencia, no es lo mismo hablarles a niños que a directivos de empresas. Debe tener la habilidad argumentativa de un dialéctico, la profundidad de un filósofo, la elegancia de un poeta, la memoria de un jurista y la voz y gesticulación de un actor.
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