“La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica” a la luz de la era digital; una aproximación a la informatización de la obra de arte. O La obra de arte en el medio digital.

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Podemos enunciar ciertos principios de la reproductibilidad técnica:

- toda reproducción de la obra necesita un almacenamiento previo en un medio –sustrato- en el que permanece no en la forma en la que percibimos cuando la (re)proyectamos sino que permanece en forma de dato. Por ello decimos que en la era de la reproductibilidad técnica la obra de arte se informatiza.

- La informatización de la obra de arte garantiza la uniformidad y una misma calidad en la percepción de cada una de las reproducciones de las diferentes obras de artes informatizadas. El dato, el sustrato, deviene paradigma de sus diferentes reproducciones. Esto es consecuencia de la sustracción de la obra de su instante originario.

Ahora bien. Sin detenernos específicamente en cada uno de los períodos y medios tecnológicos con los que resguardamos y almacenamos la información, las obras de arte y la cultura en general, vemos en el transcurso de esta historia una tendencia particular en la forma en la que las mismas se volvieron datos. Vemos en un comienzo que la obra al resguardarse se almacena en una “imagen” icónica mimética de la obra en cuestión. Las ranuras en el vinilo son proporcionales -análogas- a las ondulaciones melódicas de la música que se haya grabado. Con más claridad sucede en la fotografía y el cine en sus comienzos. El cine utilizó las películas donde la sucesión de fotogramas aseguraba la ilusión de perfecto movimiento. En la fotografía la imagen fue almacenada en los negativos. En este último, como en los fotogramas, la obra de arte (la fotografía y el film en cada caso) se almacena analógicamente. Lo que hay en tales casos es una proporción entre el dato del soporte y la obra de arte almacenada. Llegamos así al significado, familiar a la historia de la filosofía, de la analogía como proporción.

EL ADVENIMIENTO DE LA REPRODUCTIBILIDAD DIGITAL Y LA RECONFIGURACIÓN DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA

La llegada de la tecnología digital ahonda la separación entre la obra de arte en tanto sustrato informatizado –en tanto archivo- y entre la obra actualizada en la percepción –reproducida-. Este hecho, la informatización digital de la obra de arte, profundiza dicha relación de tal manera que termina por reconfigurar la experiencia estética moderna. Veamos porqué.

En primer lugar radicaliza el principio de informatización. El dato, en el medio digital, ya no tendrá ninguna similitud análoga, o proporcionalidad icónica a la obra en percepción. Es más, podemos decir que es aquí donde, a lo largo de la historia de la reproductibilidad, la informatización de la obra se presenta con mayor notoriedad. Ya no hay ninguna apariencia de semejanza entre los datos en el sustrato y la obra; ya no hay proporción. E incluso estos permanecen del todo ocultos a los ojos y microscopios. La presencia y el horizonte de manipulación de los datos digitales lindan con las fronteras de la magia.

En primer lugar, como se dijo, el dato –y la obra en tanto dato- pierde toda semejanza icónica con la obra en percepción. Las obras y la información digitalizada en general, ya no será otra cosa más que una infinita secuencia de 1s y 0s. Este par de dígitos, el código binario, representan, en realidad, estados de magnetismo en los circuitos de las terminales digitales. Si por un punto pasa corriente hay magnetismo, este estado se representa con el “1”; en caso contrario, si no hay magnetismo, tenemos un “0”. En largas cadenas combinatorias este código termina por codificar, valga la redundancia, cualquier elemento de la cultura. El texto que leemos, la imagen que contemplamos, el film que miramos, todo, todo se vuelve, en el fondo, una larga cadena de 1s y 0s. De esta forma, decíamos, se radicaliza el principio de informatización. El color, el sonido, los alfabetos, el movimiento, todo se vuelve 1s y 0s.

En su lugar en la historia de la reproductibilidad, la tecnología digital, no sólo lleva a su máxima expresión a la informatización de la cultura, sino que también lo hace con el carácter reproductivo. La codificación digital otorga a las obras de arte digitalizadas una capacidad ilimitada de reproducción superando en creces el horizonte reproductivo de la reproductibilidad analógica. Un sustrato codificado digitalmente (eso que entendemos por un archivo multimedia alojado en el disco rígido de nuestros computadores) posee un horizonte reproductivo exponencialmente mayor a cualquier otra técnica comparable.

En perspectiva, analizando los límites de los entramados técnicos que observamos en la historia de la reproductibilidad, encontramos un nuevo principio:

En los últimos siglos, de lo único que podemos estar seguros, es del avance de la técnica. Con ello no sólo mejoran las armas y herramientas sino también los medios con los que almacenamos, creamos y reproducimos contenido artístico o cultural. Ahora bien, a mayor cantidad de objetos culturales advienen también nuevas formas de clasificarlos y catalogarlos. Pensemos en el Medioevo, en los bestiarios y cúmulos anteriores a la explosión demográfica del siglo XI que no hacían más que acumular, valga la redundancia, todo aquello que se presumiese como conocimientos o sabiduría. Pensemos en la última forma de consumación del ordenamiento de la sabiduría medieval: en las sumas teológicas que representaban su contenido de una forma mucho más ordenada. Y qué decir de la explosión científica de la modernidad que fue testigo no sólo del advenimiento de la independización de las ciencias naturales sino que para ello contó también con nuevos sistemas de bibliotecas y con el ideal de la enciclopedia universal aún vigente. Lo que tenga decirse con respecto a la actualidad digital lo dejamos para los siguientes párrafos. Resumimos lo dicho:

- A medida que crecen las capacidades reproductivas crecen también los métodos y sistema utilizados para su obtención y catalogado.

LA INTERMITENCIA

Con respecto a lo recientemente determinado observamos en la plataforma de medios digitales un dinamismo de caudales enormes de datos. Se quiere decir que desde una sola terminal digital en particular puede reproducirse una gran cantidad de archivos. Así es posible tomarse media hora para repasar la totalidad de las pinturas de cualquier autor, un par de horas para escuchar la discografía de cualquier músico, etc.

Ahora bien, ¿cómo termina reconfigurando la experiencia estética el medio digital?

En primer lugar, como dijimos, la obra se vuelve dato y se manipula