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Comentario a la epístola de 19 de Séneca a Lucilio

Enviado por   •  10 de Noviembre de 2018  •  1.760 Palabras (8 Páginas)  •  254 Visitas

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¿Qué intenta Séneca? Recuérdese que Lucilio fue un hombre de ingenio e ilustre en su tiempo, que desempeño cargos públicos de importancia teniendo para sí la multiplicidad de deberes que un cargo semejante dispensa a quien lo ejerce, por ello nuestro autor escribe inicialmente con el propósito de advertir a su amigo sobre lo proclive que se encuentra quien tiene deberes tan importantes a no emplear el tiempo en el cuidado de sí. Sobre esto volveremos más adelante.

Hay en este momento un bello aforismo con el cual Séneca reitera la intención anterior ‘’Hemos vivido en mar agitado; muramos en el puerto’’[2]. La agitación, propia de la vida pública (Negotium) es una forma de comunicar en esa línea que se ha empleado ya mucho tiempo en esa vida, una vida agitada que tarde que temprano turba el juicio pues un marino que pasa mucho tiempo en aguas agitadas no soporta para siempre los embates de las aguas, mareándose y siendo menos diestro en su labor; aunque no le soslaya como si fuese algo malo, más bien, lo contrapone como si fueren dos momentos a los cuales competen la vida de los hombres según el estoicismo: el uno en lo público y el siguiente en lo que Séneca ha llamado puerto. Esa última parte ‘’muramos en el puerto’’ suscita la cesación de la parte previa que se entiende por medio de la agitación, siendo el puerto el lugar de retiro en el cual se puede disponer lo necesario para la sabiduría. Y es que el retiro no se hará solo, pues Séneca escribe en la epístola séptima que el retiro será en compañía de los varones más ilustres, rememorando así las figuras de los venerables hombres dignos de ser imitados.

¿Ahora ves cómo el breve, pero no simple llamado al ocio con dignidad en el retiro, tiene su razón de ser? Por otra parte, comenzar a preparar el equipaje es el preludio para la vida del retiro.

A partir de otras observaciones Séneca advierte que la agitación, también propia de una vida pública, conlleva a quien la vive la posibilidad de acostumbrarse a ella. Tal es el ejemplo que suscita al escribir sobre Mecenas, quién tras haber sido loable no tomó la sabia decisión del retiro y tarde que temprano sus deberes, semejantes a los de Lucilio, le granjearon conductas y ánimos censurables: ‘’Este es el final que te aguarda, a no ser que recojas ya las velas; a no ser que, cual lo deseó él tardíamente, alcances la orilla’’[3].

Tampoco pasa por alto que hay amistades que, siendo mera apariencia, actúan cual si fuesen clientes que quisieran sustraer los propios bienes, entre estos aparece el tiempo como el más valioso de todos: ‘’Ninguno de ellos va en pos de tu persona, sino de las ventajas que derivan de ti: antes se buscaba la amistad, ahora el botín. Si un viejo, al quedarse solo, modifica el testamento, el cliente visitador se dirigirá a otra mansión. No puede valer poco dinero un objeto precioso.’’[4]

Observamos cómo es notoria la relación entre palabras. Negocio, cliente, botín. Presenta también la condición de vejes de ambos, siendo el testamento que el viejo tiene para dar: su tiempo. De nuevo se reitera el tiempo como objeto, pues pertenece al hombre y se le reconoce como un bien de incalculable valía.

Ahora es necesario hablar sobre la Fortuna, terreno en donde yace lo que no está en poder de los hombres. La Fortuna, aunque parte de la Naturaleza, es algo que escapa al dominio del hombre ya que no depende de él. Recuérdese como Epícteto menciona que cosas dependen del hombre: ‘’Juicio, impulso, deseo y aversión y, en otras palabras, cuantas son nuestras acciones’’ tal es entonces que la Fortuna es obra de la Naturaleza, acción de ella y no de los hombres. Continuando luego de este breve recordatorio a partir del maestro del Manual es cómo podemos acercarnos a entender la razón por la cual Séneca se preocupa tanto por la Fortuna que la Naturaleza dispuso para Lucilio: Altos cargos, títulos, ingenio, amistades etc. Son cosas que harán más complejo el retiro a Lucilio, siendo ese el motivo más fuerte de Séneca para recomendarle tomar la decisión cuanto antes.

Quiero concluir con la reapropiación de sí, pues me he extendido ante mi falta de habilidad para ser conciso en estos asuntos importantes, mi estimado lector. Recuerda a Mecenas, que siendo ilustre alguna vez dijo: ‘’Es la propia altitud la que expone las cumbres a los truenos’’[5]. Al pensar sobre el aforismo me resulta clara la interpretación en relación de varias cosas comentadas con anterioridad. La altitud es en semejanza con los altos cargos, pero también con la vejez que nos pone en el lugar de viejos venerables cuando somos dignos de renombre en vida y a su vez, al estar en tamaña posición, la de las cumbres expuestas a los truenos, nos vemos expuestos al estrepito, la turbación y la agitación del alma; sucede esto también en la vida pública donde la intranquilidad del alma no tarda en asomar a la vuelta de la esquina.

Terminemos con este breve pensamiento de mi parte para ti en consonancia con la epístola: Una buena embarcación sabe cuándo desplegar sus velas, cuando guardarlas. En todo depende la embarcación de su tripulación, pero sobre todo de su capitán, que, valiéndose de las estrellas en la noche, pone rumbo a su día para buscar puerto mientras aún hay buen tiempo.

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