DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA El fin de este trabajo es profundizar en los principios que rigen la doctrina social de la Iglesia
Enviado por Rimma • 10 de Octubre de 2018 • 3.112 Palabras (13 Páginas) • 617 Visitas
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En cuanto parte de la enseñanza moral de la Iglesia, la doctrina social reviste la misma dignidad y tiene la misma autoridad de tal enseñanza. Es Magisterio auténtico, que exige la aceptación y adhesión de los fieles. El peso doctrinal de las diversas enseñanzas y el ascenso que requieren depende de su naturaleza, de su grado de independencia respecto a elementos contingentes y variables, y de la frecuencia con la cual son invocados. Más aún, en la misma formulación de la doctrina se observa el peso de las ideas dominantes y las corrientes de pensamiento de cada época. Las orientaciones y enseñanzas de la Iglesias extraídas del evangelio nunca engañan. A medida que pasan los siglos, la historia le da siempre la razón, a pesar de los límites, debilidades y errores de muchos de los hombres que lo anuncian.
La primera destinataria de la doctrina social es la comunidad eclesial en todos sus miembros, porque todos tienen responsabilidades sociales que asumir. La enseñanza social interpela la conciencia en orden a reconocer y cumplir los deberes de justicia y de caridad en la vida social. Esta enseñanza es luz de verdad moral, que suscita respuestas apropiadas según la vocación y el ministerio de cada cristiano. En las tareas de evangelización, es decir, de enseñanza, de catequesis, de formación, que la doctrina social de la Iglesia promueve, ésta se destina a todo cristiano, según las competencias, los carismas, los oficios y la misión de anuncio propios de cada uno.
Además de la destinación primaria y específica a los hijos de la Iglesia, la doctrina social tiene una destinación universal. Así pues, todos, en nombre del hombre, de su dignidad una y única, y de su tutela y promoción en la sociedad, todos, en nombre del único Dios, Creador y fin último del hombre, son destinatarios de la doctrina social de la Iglesia.
La finalidad de la doctrina social es de orden religioso y moral. Religioso, porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia alcanza al hombre en la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social. Moral, porque la Iglesia mira hacia un humanismo pleno, es decir, a la liberación de todo lo que oprime al hombre y al desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los “nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia”.
Con su enseñanza social, la Iglesia quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales. No se trata simplemente de alcanzar al hombre en la sociedad, el hombre como destinatario del anuncio evangélico, sino de fecundar y fermentar la sociedad misma con el Evangelio. Cuidar del hombre significa, por tanto, para la Iglesia, velar también por la sociedad en su solicitud misionera y salvífica. La convivencia social a menudo determina la calidad de vida y por ello las condiciones en las que cada hombre y cada mujer se comprenden a sí mismos y deciden acerca de sí mismos y de su propia vocación. Por esta razón, la Iglesia no es indiferente a todo lo que en la sociedad se decide, se produce y se vive, a la calidad moral, es decir, auténticamente humana y humanizadora, de la vida social. La sociedad y con ella la política, la economía, el trabajo, el derecho, la cultura no constituyen un ámbito meramente secular y mundano, y por ello marginal y extraño al mensaje y a la economía de la salvación. La sociedad, en efecto, con todo lo que en ella se realiza, atañe al hombre. Es esa la sociedad de los hombres, que son “el camino primero y fundamental de la Iglesia “
La tarea mediata consiste en contribuir a la purificación de la razón y en despertar las fuerzas espirituales y morales. Es decir, el deber inmediato de actuar a favor de un orden justo en la sociedad. La misión de los fieles es, por tanto, configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y cooperando con los otros ciudadanos según las respectivas competencias y bajo su propia responsabilidad. Aunque las manifestaciones de la caridad eclesial nunca pueden confundirse con la actividad del Estado, sigue siendo verdad que la caridad debe animar toda la existencia de los fieles laicos y, por tanto, su actividad política, vivida como caridad social.
La doctrina social halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en la Tradición de la Iglesia. De esta fuente, que viene de lo alto, obtiene la inspiración y la luz para comprender, juzgar y orientar la experiencia humana y la historia. En primer lugar y por encima de todo está el proyecto de Dios sobre la creación y, en particular, sobre la vida y el destino del hombre, llamado a la comunión trinitaria.
Además de la Revelación y la Tradición; el derecho natural es el lugar de encuentro de todos los hombres. Todo hombre es persona, y de esa naturaleza personal nacen los derechos y deberes que son a su vez universales, inviolables e inalienables. El derecho natural podría entenderse como el conjunto de instancias fundamentales de las personas que crean una plataforma de encuentro entre todos los hombres. Con estas fuentes, Revelación, Tradición y derecho natural. La Doctrina Social evita, por una parte, convertirse en pura ética y, por otra, reducirse a ideología y praxis relativa.
La doctrina social de la Iglesia forma parte de la teología moral en el campo social, esta enseñanza se refiere al modo como debe comportarse el hombre en la sociedad y además propone las exigencias éticas que deben regular el ordenamiento de las estructuras económicas, políticas, culturales y sociales. La visión cristiana de la convivencia social se fundamenta en la dignidad de la persona humana. Pues la iglesia recibe del evangelio la plena Revelación de la verdad del hombre.
La doctrina social de la Iglesia al formar parte de la teología moral, no se queda en cuestiones técnicas que competen a otras disciplinas, sino que pretende juzgar la realidad social desde el punto de vista ético, para conocer su conformidad o diferencia con lo que el evangelio enseña acerca del hombre en la convivencia social y para ver en qué medida los sistemas existentes respetan la dignidad del hombre.
Toda enseñanza moral debe recurrir a una ética filosófica orientada a la verdad del bien, que no sea ni subjetivista ni utilitarista, tiene que ir fundamentada en una metafísica del bien. Gracias a esta visión unitaria la teología moral será capaz de afrontar los diversos problemas de su competencia: como la paz, la justicia social, la familia, la defensa de la vida y el
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