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Filosofía a través del tiempo y sus principales exponentes

Enviado por   •  26 de Marzo de 2018  •  6.538 Palabras (27 Páginas)  •  497 Visitas

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La obra de Platón es considerada como una profunda meditación sobre cuestiones políticas para el hallazgo de una forma ideal de gobierno.

Mantuvo el método socrático para encontrar la verdad o las ideas innatas de los seres humanos.

La realidad según platón.

El Mito de la caverna constituye un claro ejemplo de su concepción de la realidad. Según éste existen dos mundos o dos clases de realidades, el mundo sensible que es un mundo aparente, un mundo de sombras, forman parte los objetos artísticos y los entes naturales y el mundo inteligible o mundo de las ideas, que constituye la auténtica realidad, a éste les perteneces las ideas y los números.

El Mito de La Caverna es una analogía que plantea Platón entre los dos mundos que establece en su filosofía: el mundo Inteligible y el mundo Sensible. Dentro de la Caverna, está el mundo Sensible junto a todos sus símbolos (el fuego, los prisioneros, las sombras, las cadenas, etc) y "la salida" es la entrada al mundo Inteligible que acciona junto con "el sol" ya que funciona como un puente de razonamiento. "El retorno" trata de convencer mostrando la "realidad que está afuera" (mundo Inteligible, es decir, mundo perfecto, único e inalcanzable para el ser humano) ante la "realidad que está dentro" (mundo Sensible, es decir, nuestro mundo) de la caverna.

La teoría de las ideas.

En ella se fundamentan los diferentes contenidos científicos de su pensamiento. Dicha teoría nunca tuvo una elaboración acabada y completa, sino que fue configurándose lentamente con añadidos y correcciones.

Hay ideas de la virtud, justicia, bondad, etc. Y existen ideas de lo semejante de lo desemejante, de la unidad y la pluralidad, etc.

Clases de conocimientos.

Platón discernió entre dos clases de conocimientos; el verdadero saber la auténtica ciencia y la opinión o saber aparente.

La calidad del conocimiento depende de la naturaleza de los objetos conocidos del mundo sensible, y este tipo de conocimiento nos es suministrado por los sentidos; pero éstos nos engañan. En cambio, cuando el alma logra evadirse de las realidades sensibles y elevarse al mundo de las ideas, entonces tiene lugar el verdadero conocimiento.

El ser humano.

El ser humano no se haya constituido de cuerpo y alma, sino, que es, exclusivamente, alma. El alma es de naturaleza inmaterial y espiritual, y se asemeja a las cosas divinas; es inmortal y existe precisamente al cuerpo. Para demostrar la preexistencia del alma al cuerpo, el filósofo partida de la existencia de conocimientos innatos en ella, para Platón conocer es recordar.

El lugar propio y adecuado de las almas es el mundo inteligible. Pero, a causa de un error que cometieron, cayeron a este mundo, al mundo sensible y se unieron al cuerpo. Esta unión del cuerpo y el alma es de carácter accidental, el cuerpo viene a ser como una cárcel, una tumba para el alma.

En esta unión con el cuerpo, el alma posee la misión de purificarse de las inclinaciones negativas a éste, de la multitud de deseos, afectos, pasiones, etc. Que la acompañan mientras se encuentran unidos.

Platón diferencio tres tipos de almas: racional, irascible y concupiscible.

El alma racional se encuentra en la cabeza y posee las facultades intelectuales, la irascible en el pecho y tiene como misión regular nuestros impulsos violentos y la concupiscible, situada en el vientre, se refiere a los apetitos o impulsos relacionados con los placeres de comer y beber y otras inclinaciones sensuales.

De estas almas, Platón destaco especialmente el alma racional, que es la auténticamente humana y posee la misión de controlar las otras do

Aristóteles 384-322 a. C

Frente al idealismo de su maestro Platón, Aristóteles es realista: no existen dos mundos separados, uno sensible y otro inteligible, sino un único mundo, formado por objetos individuales: las sustancias. Cualquier sustancia es un compuesto hilemórfico; es decir, un combinado de materia y forma.[pic 3]

Como cualquier otra sustancia, el hombre se compone de forma (alma) y materia (cuerpo), siendo el alma el principio vital que anima y organiza el cuerpo. Como forma y materia van siempre unidas, alma y cuerpo son inseparables, por lo que Aristóteles niega que el alma humana sea inmortal.

El alma racional, específica del hombre, es capaz de adquirir la ciencia, un conocimiento basado en conceptos universa­les, abstrayendo las formas y separándolas de la materia a la que están unidas.

El proceso de abstracción avanza desde los sentidos al con­cepto universal, y en él desempeña un papel decisivo la ima­ginación, sobre la que operan el intelecto paciente, que tiene la posibilidad de conocer las formas, y el intelecto agente, que las separa de la materia. Este último constituye la parte más perfecta y divina del hombre, porque su capaci­dad para conocer las formas lo hace separado, eterno e inmortal.

Ética y política

La ética aristotélica es eudemonista; es decir, se trata de una ética de la felicidad, bien supremo que Aristóteles no entiende como idea separada, al estilo de Platón, sino como un bien accesible a la actividad práctica del hombre.

El fin último de nuestros actos es alcanzar la felicidad, pero ni la vida activa (política o militar) ni la vida placentera garantizan su logro. Solo la vida teorética o contemplativa, dedicada a la búsqueda del conocimiento, permite ser plenamente feliz, porque esa vida se caracteriza por el ejercicio de aquello que constituye la naturaleza específica del hombre: la razón, y, más concretamente, del intelecto, cuya actividad lo asemeja a los mismos dioses.

El ejercicio de la contemplación permite al hombre alcanzar las virtudes intelectuales, como la prudencia y la sabiduría, pero como el hombre es también un ser corporal, no puede dedicarse siempre a la contemplación; por eso, la felicidad requiere también un disfrute moderado de bienes externos, como la salud, el bienestar, los amigos, etc., sin los cuales ninguna vida puede ser enteramente feliz.

Junto a las virtudes intelectuales están las virtudes éticas (valentía, templanza, justicia, etc.), que son aquellas que dependen

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