La estupidez en el arte: para superar la anestesia.
Enviado por Christopher • 26 de Abril de 2018 • 3.316 Palabras (14 Páginas) • 317 Visitas
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2 En un reciente ensayo de Cynthia Freeland se recurría nuevamente a Goya como precursor del talante crítico del arte más actual en obras como las de Andrés Serrano o AnselmKiefer: C. FREELAND, Pero ¿esto es arte? Una introducción a la teoríadel arte (original: 2001), Madrid, 2003, pp. 36ss.
3 W. BENJAMIN, «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», enDiscursos interrumpidos, Barcelona, 1994, p. 57.
minalmente libres se puede dar, desde otras coordenadas, esta instrumentalización de la producción artística. Así, gran parte del arte de masas (por ejemplo, las producciones de serie B norteamericanas, una buena parte de la programación de ocio de las televisiones europeas, la misma publicidad, etc.), loque Th. Adorno llama industria cultural, asumiría en buena medida esa función manipuladora y supone un instrumento eficaz para la implantación acrítica de valores y conductas sociales definitorias de la sociedad del capitalismotardío; una sociedad opulenta, más cercana a una tribu de consumidores quea una comunidad de ciudadanos.En este sentido, ese arte, o conjunto de manifestaciones expresivas, contribuiría muy eficazmente a la estupidización de la sociedad.
3. EL ARTE MODERNO: DEL ESTUPOR A LA ESTUPIDEZ.DEL ASOMBRO A LA INDIFERENCIA
Sin embargo, el espíritu del arte moderno, desde las vanguardias de principios del siglo XX, y de poetas como Baudelaire o Rimbaud, puede entenderse como un virulento movimiento contra esa estupidización social, y auna riesgo de ser incomprendido o antisocial. La vanguardia histórica, con suademán de proclama y de lucha (no olvidemos el origen militar del término),se propuso un derrocamiento de lo establecido, empezando por el propiomundo del arte: sus funciones, sus instituciones y su estatuto social, las normas de cada arte en particular, etc., y cuestionando el mismo hecho del artey del llamado buen gusto.Advirtamos que desde un principio entre las vanguardias y la estupidezse produjo una curiosa relación. Si definimos de modo general «estupidez»,según el Diccionario de la Real Academia Española, como «torpeza notableen comprender las cosas»4, parece que muchas obras del arte moderno noscolocan a los espectadores en el lugar del estúpido, al situarnos en la incomprensión. Ya indicaba Ortega y Gasset en torno a 1924 que el arte nuevo tiene «un curioso efecto sociológico» al dividir al público en dos porciones: una mínima que le es favorable, y otra, mayoritaria, que le es hostil, yaclaraba que esta última parte no es que no le guste, sino que no entiende5.El arte nuevo, así, según Ortega, no divide al público por cuestión de gusto,sino de entendimiento.Ahora bien, ¿qué hay que entender en el arte? Ante ninguna obra de arte, sea nueva o vieja, tampoco ante las insólitas (y ya no tan insólitas)
4 Diccionario de la Lengua Española, RAE, 21.ª ed., Madrid, 1995, voz: «estupidez».
5 J. ORTEGA Y GASSET, La deshumanización del arte, Madrid, 1984, pp. 13ss.
creaciones del arte moderno, nos situamos como ante un enigma de laciencia; y su incomprensión no nos sitúa ante una presunta estupidez denuestras entendederas, sino de nuestra actitud ante lo establecido en susmás íntimos cimientos. De este modo, a través de la experiencia del arte,por decirlo así, el arriba puede estar abajo, la mayor obra puede ser la total no-acción, o… el mismo excremento. ¿Llega el arte en ese extremo detrastrocamiento de lo establecido a no ser más que una tomadura de pelo? Esta es la tremenda ironía en la que nos deja el arte moderno. Tomadura del pelo o genialidad. Volvemos al interrogante del principio, y creoque es mucho más valioso no esperar a que nadie nos saque del atolladero desde las recetas de un ¿nuevo? canon. Esa perplejidad, rabiosamenteirónica, de no saber en qué lugar estamos, si en el del inteligente o en eldel estúpido, creo que es más que sana en un mundo de verdades asumidas, normalizadas, estandarizadas y garantizadas. Pero entonces, ¿todovale en el arte, con tal de que nos lleve a esa perplejidad? Más bien no. Elarte, como toda obra humana, también corre el riesgo de ser una vía másde aborregamiento, por mucho que se disfrace de vanguardista, de rupturista, de provocación o de crítica.
4. MECANISMOS DE ESTUPIDIZACIÓN DEL ARTE:MODA, MERCADO, MASS-MEDIA, ACADEMIA
¿Qué sucede cuando la revolución inicial que pretendía la vanguardia queda asumida, se hace cotidiana su provocación, se academiza e institucionaliza incluso? A pesar de las proclamas interminables de liberación de la expresión preconizadas por artistas de todo signo en el pasado siglo, hoy día pareceque todo eso ha quedado fagotizado por una sociedad que «consume» cultura y arte, igual que consume otros productos. Parece que la revolucionaria experiencia de las vanguardias ha conseguido su único lugar en nuestras vidasde modo domesticado y aséptico en el recinto temporal y espacial del régimende visitas de los museos al uso y en los últimos años siguiendo casi exclusivamente el ritmo de las efemérides y las conmemoraciones, más absurdo ciertamente de lo que imaginase cualquier dadaísta. ¿Se han convertido los museos, cooperadores imprescindibles y obras en sí mismos de la revolución delarte moderno, en circos de doma y domesticación de toda provocación, incluso de aquella que apela al asco más crudo, como desde los años noventaviene ocurriendo? Asumiendo que naturalmente no es todo o blanco o negro,prefiero dejar la última afirmación en modo de pregunta y conjetura, de sospecha, más que de convencimiento. En todo caso, sería algo ingenuo cargartoda la responsabilidad a las instituciones o la política cultural. Ningún artista de la vanguardia realmente revolucionario esperó mucho de ella.
Ayer y hoy, como sabiamente ya intuyó Ortega, está en la actitud con la quenos dirigimos, o nos «exponemos» ante la obra de arte.Al dividir los dos grupos de público ante el arte moderno (los que entienden y los que no), hacía Ortega un paréntesis revelador: «Dejemos a un ladola fauna equívoca de los snobs»6. Creo que esa equívoca clase media de lossnobs, que sin entender aprecia y reverencia el arte moderno por factores externos (prestigio social, integración en las élites, etc.), se ha extendido enormemente como actitud dominante, tanto en las instituciones como en el público. Se ha pasado quizá del estupor y el pasmo a la estupidez más pasiva ymezquina, al simular el entendimiento y reverenciar sin saber ni hacia donde arrodillarse. El estupor no andaba lejos de la estupidez, al menos si se define como ese «trastorno consistente
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