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La poesía como arte mimética en Aristóteles

Enviado por   •  20 de Febrero de 2018  •  3.971 Palabras (16 Páginas)  •  293 Visitas

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En el caso de Aristóteles, aunque en un primer momento fue dualista, luego propuso integrar alma y cuerpo en una unidad indivisible, es decir, una transición del dualismo al monismo, porque, según él, “el alma sufre cambios que se ven reflejados en el cuerpo” (Sistemas psicológicos, 2010). Por tal razón, las ideas se hacen innecesarias como arquetipos a imitar, y el arte reside dentro de un mismo ser. (Sobrevilla & Xirau, 2003, pág. 45) Ve a la imitación como una imitación esencial y como un proceso cognoscitivo

- La imitación es algo natural en los seres humanos;

- la mímesis es una fuente de conocimiento muy placentera;

- la natural inclinación a la imitación dio origen a la poesía;

- todos disfrutamos las imágenes miméticas, porque “aprendemos y deducimos qué es cada cosa” (por ejemplo, “este es aquel”)

- también experimentamos un placer distinto, cuando no sabemos o no reconocemos qué es lo que ellas “imitan”. (Trueba, 2004, pág. 83)

Esto es en base a lo que Aristóteles dice en su obra, los niños, en su proceso de crecimiento, aprenden imitando el accionar de los demás; por lo tanto es innata la imitación.

“(…) lo primero, el imitar es connatural al hombre desde niño; (…) lo segundo, todos se complacen con las imitaciones, de lo cual es indicio lo que pasa en los retratos; porque aquellas cosas mismas que miramos en su ser con horror, en sus imágenes al propio las contemplamos con placer, como las figuras de fieras ferocísimas y los cadáveres.” (Aristóteles, 2004, pág. 18)

Es también placentera cuando se asemeja tanto al objeto en concreto, previamente conocido; pero cuando no se conoce el objeto que se imita, el placer es distinto y se debe a los colores o a la forma de la imitación. Pero de manera obvia, pocas cosas no han sido vistas y por ello la imitación es lo que, en abundancia, nos satisface. Y es pues, la razón de que Aristóteles haga gran halago de Homero, por el hecho de retratar las cosas al vivo, con gran precisión.

“(…) sino por el primor de la obra, o del colorido, o por algún otro accidente de esta especie.” (Aristóteles, 2004, pág. 18)

Defiende a la poesía por considerarla filosófica. Lo que hace el arte, como el árbol representado que no es una imperfecta copia del árbol en concreto, sino una síntesis formal para reconocer una definición de árbol dentro de todos ellos, es lo esencial, “repara las deficiencias de la naturaleza”(Sobrevilla & Xirau, 2003, pág. 45). Y la poesía, como parte del arte, y como Aristóteles ya antes la tildó de filosófica con la comparación con la historiografía, al seleccionar sucesos esenciales dentro de una multiplicidad de una manera que expone la forma más adecuada en que debiera llevarse una trama, es en sí, una guía moral y cognoscitiva, de mostrar y conocer la acción que se imita. Y he aquí la diferencia trazada en Aristóteles entre la tragedia y la artesanía, “mientras que la artesanía imita modelos inertes, la tragedia imita modelos morales”. (Sobrevilla & Xirau, 2003, pág. 28).

Hay en la poesía, distintos géneros, según Aristóteles: la poesía épica, la tragedia, la comedia, la ditirámbica, música de flauta y lira. Todas imitativas pero diferenciadas entre sí por los medios, los objetos y la forma de imitar. Mientras la tragedia es la imitación de una acción buena, caracteres superiores, con incidentes que provocan piedad y temor, para lograr una catarsis (Ross, 1981, pág. 332), la comedia es el “retrato de los peores” (Aristóteles, Poética, 2004, pág. 19) de los autores vulgares que imitaban el accionar de hombres inferiores en los vicios que no producen pena, sino risa.[1]

Como aclara (Trueba, 2004), Aristóteles distingue entre “narrar en tercera persona” e “imitar”, en el segundo se personifica y dramatiza, adquiere un carácter más profundo, más personal, es decir, se interioriza a diferencia de quien lo ve desde afuera. En ello se basan las diversas maneras de imitar, pues para Aristóteles, los diversos géneros poéticos son “imitaciones”, y esta pluralidad mimética no puede ser homogénea. Los tres criterios dados por Aristóteles, en cuanto a la diferenciación (no división)[2] de géneros poéticos, son: “los objetos (los caracteres, las pasiones y las acciones), los medios (el lenguaje, el ritmo, el canto, etc) y los modos de imitación (narrativo, descriptivo, dramático, trágico, cómico, lírico)”.

El segundo criterio que refiere a los medios para imitar, se dividen en tres tipos a través los hombres realizan la mímesis: “a) con colores y figuras; b) con la voz; c) con ritmo, lenguaje y armonía, y estos a su vez, pueden emplearse separadamente o combinados” (Suñol, 2008). Según la autora, explica que Aristóteles realizó aquella división de medios empezando desde la forma más simple hasta la más compleja. La primera atribuida claramente a la pintura y la escultura; la segunda no está del todo claro a qué se refería Aristóteles, pero se baraja que bien pudo haber agrupado a los actores, cantantes y rapsodas, quienes se dedicaban a la mímica vocal; la tercera y última se refiere a la épica, la tragedia, la comedia, la ditirámbica, la música de flauta y lira; pues quienes se dedican a ella, imitan con ritmo, discurso y armonía. Aunque este tercer grupo de medios, se dividen en dos: uno que contiene a si estos tres aspectos se emplean combinados y otro en el que combina solo dos aspectos: En el primero tenemos a la épica, la tragedia, la comedia y la ditirámbica; en el segundo tenemos a la música de flauta y la lira, los cuales no poseen el “discurso”; esto daría paso a comentarios sobre que a partir de ese momento, Aristóteles dio una distinción entre la música y la poesía. (Suñol, 2008) Es clara la atribución que le da Aristóteles a estos últimos géneros poéticos (del tercer medio), en el presente se sabe que todos ellos poseen ritmo, armonía y discurso, a diferencia del actor o del rapsoda quienes se valían del uso de su voz[3]. En cuanto al discurso se presenta un problema, y es en el cual Aristóteles busca separar a las formas discursivas que eran miméticas de las que no, o en otras palabras, la poesía de la que no es. Él nombra sobre todo a Homero, Heródoto y a Empédocles. Heródoto, conocido como historiador, no es un personaje perteneciente a las formas discursivas miméticas porque, como ya antes dije, el historiador solo narra los sucesos tal y como sucedieron (a diferencia del poeta) y en cuanto a Empédocles, filósofo con

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