SÓCRATES (en cap. IV Sócrates y los socráticos menores, libro serio)

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Pero aceptó su condena sin haber logrado convencer a los jueves en lugar de huir por consejo de sus amigos. La motivación que le llevó a aceptar la muerte fue la no violación de la ley y el no cometer un acto violento. La violencia es en sí misma algo impío.

El arma de la que dispone el hombre es la razón y la persuasión; si con eso no logra sus objetivos, debe resignarse.

Con él, la noción de la no violencia quedó teorizada y prácticamente demostrada.

1.8. La teología socrática

La noción de Dios que enseñaba Sócrates era la concepción que filósofos naturalistas habían preparado de forma indirecta y que había culminado en el pensamiento de Anaxágoras y de Diógenes de Apolonia, consistente en el Dios-inteligencia ordenadora, eliminando los factores de carácter físico y los rasgos propios de la anterior filosofía de la naturaleza.

Sabemos poco a través de Platón sobre este tema, pero Jenofonte nos informa con amplitud. La primera prueba racional de la existencia de Dios, sobre la que se basan todas las demás, consiste en lo siguiente:

a) Si hay algo que se ha constituido para lograr un objetivo o un fin, no puede ser un fruto del azar, sino que debe haber sido creado ex profeso por una inteligencia. b) No podemos objetar en contra de este argumento que esa inteligencia no se ve, porque tampoco se ve el alma, pero nadie duda de su existencia. c) Vista la superioridad del hombre con respecto a los demás seres (en su estructura física, en la posesión de alma e inteligencia), se puede establecer que el artífice divino ha tenido en consideración especial al hombre.

En definitiva, el hombre y el mundo están constituidos de un mundo tal que solo una causa adecuada puede dar razón de ellos.

El Dios de Sócrates es inteligencia que conoce todas las cosas sin excepción, es actividad ordenadora y una providencia que se ocupa del mundo y los hombres (del virtuoso en particular).

1.9. El > socrático

Entre los cargos contra Sócrates se contaba el de introducir nuevos daimonia, nuevas entidades divinas. Este daimonion lo define Sócrates en la Apología como una voz que le prohíbe hacer ciertas cosas, una suerte de privilegio que le salva de los peligros (le disuadió de la participación activa en la vida política).

Pero: 1) el daimonion no tiene nada que ver con el ámbito de las verdades filosóficas. Para Sócrates los principios filosóficos extraen su validez del logos y no de revelaciones divinas. 2) No relacionó el daimonion con su opción moral de fondo.

Si excluimos estos dos ámbitos, queda el ámbito de los acontecimientos particulares de su existencia, al que hacen referencia todos los textos disponibles. El daimonion es algo que corresponde a la personalidad excepcional de Sócrates y no debe ponerse en relación con su pensamiento y su filosofía.

1.10. El método dialéctico de Sócrates y su finalidad

El método y la dialéctica se vinculan con el descubrimiento de la esencia del hombre, ya que aspiran a convertirla en idónea para acoger la verdad; tienen fines educativos y éticos más que lógicos y gnoseológicos (secundarios). El diálogo con Sócrates llevaba a un examen moral del alma y a dar cuenta de la propia vida.

Puede verse en esto de dar cuenta de la propia vida lo que llevó a Sócrates a su muerte; había que hacerle callar para liberarse de tener que desnudar la propia alma. Pero la eliminación física de su persona no sería capaz de detener este proceso, y por eso Platón pone en boca de su maestro la profecía de la venganza que caerá sobre los que no quisieron conocerse a sí mismos y lo condenaron a muerte.

La dialéctica de Sórates coincide con el dialogar mismo, que consta de 2 momentos esenciales: la refutación y la mayéutica. Al llevar esto a cabo, Sócrates hacía uso de la ironía y del disfraz del "no saber".

1.11. El > socrático

Sócrates se colocaba ante su interlocutor en situación del que no sabe y tiene que aprenderlo todo. Esto quería ser un planteamiento de ruptura a) con respecto al saber de los naturalistas, que se había revelado como vacío; b) con respecto al saber de los sofistas, que con demasiada frecuencia se había revelado como simple sabihondez, y c) con respecto al saber los políticos y cultivadores de las diversas artes, que se revelaba como inconsistente y acrítico.

Pero el no saber socrático se calibra con exactitud si se lo pone en relación con el saber de Dios, que, para Sócrates, es omnisciente, sin restricciones en su conocimiento. Comparándolo con este saber, el saber humano es realmente un no saber.

Este recurso tenía un poderoso efecto irónico, lo cual hacía saltar la chispa del diálogo.

1.12. La ironía socrática

Es la característica peculiar de la dialéctica socrática. Indica el juego bromista, múltiple y diverso de ficciones y estratagemas que utilizaba Sócrates para obligar a su interlocutor a dar razón de sí mismo. Lo jocoso estaba en función de un objetivo serio y por tanto siempre era metódico.

A veces fingía adoptar los métodos de su interlocutor, exagerándolos y caricaturizándolos, hasta que se hiciese patente su contradicción. Pero por debajo de los distintos disfraces siempre se veían los rasgos del disfraz esencial: el no saber, la ignorancia.

1.13. La refutación y la mayéutica socráticas

La refutación constituía la fase durante la que Sócrates llevaba al interlocutor a reconocer su propia ignorancia. Obligaba a definir el tema sobre el que versaba la indagación; profundizaba en la definición ofrecida, subrayando carencias y contradicciones; exhortaba a intentar una definición nueva y la criticaba; seguía actuando así hasta que el interlocutor se declaraba ignorante. Esto provocaba la irritación en los sabihondos, pero en los mejores servía para purificar de las falsas certidumbres, de la ignorancia.

La mayeútica socrática es definida por Platón como algo parecido al arte de las comadronas. Sócrates ayuda a quienes dialogan con él a engendrar la verdad que está de ellos, ya que dice tener la capacidad o facilidad para reconocer la verdad y la mentira. Él afirma ser estéril y no poder engendrar nada.

1.14. Sócrates y la fundación de la lógica

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