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Angelica Kauffmann

Enviado por   •  14 de Junio de 2018  •  3.781 Palabras (16 Páginas)  •  353 Visitas

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Por lo regular, lo que desea el artista del retrato, es inmortalizar al sujeto en cuestión, ya sea captando de manera minuciosa la esencia de la persona a través de su figura exacta, sin engrandecer; o por el contrario, elevar al retratado magnificándolo, haciendo uso de la idealización. Para ser más explícito, resulta conveniente rememorar a Payá, S (2014), quien manifiesta que:

“El retrato como género artístico, aparece cuando se pretende representar la apariencia visual de un sujeto, en especial de un ser humano, teniendo como uno de sus objetivos primordiales dejar para la posteridad la imagen del individuo y vencer, así, a la muerte.” (P. 10)

Asimismo, existen retratistas que no pretenden idealizar ni concebir una copia precisa de la realidad, pues lo que procuran no es elogiar al modelo a través de la pintura, sino todo lo contrario, desea destruirlo por medio de la misma. Sin embargo no es lo que concierne vislumbrar en el presente ensayo, pues Kauffman no hacía uso de este recurso.

Aclarado el punto anterior, se hace patente que Angélica Kauffmann empleaba en sus retratos la idealización y la naturalidad. Esto se pone fácilmente en evidencia si se exploran algunas de sus obras, pues por una parte plasmaba a los miembros de la nobleza como individuos majestuosos, elegantes, rebosantes de poder; logrando esto al exhibirlos con atributos propios de dioses romanos y demás seres mitológicos, de igual modo, pertenecientes a la antigua Roma.

La ya nombrada naturalidad de los personajes que retrataba Kauffmann, se visualiza en las pinturas en las que mostraba a las personas que representaba, como un reflejo acorde a la realidad, pues éstos mantienen presentes las virtudes y los, comúnmente, denominados defectos físicos del sujeto plasmado. Un notorio ejemplo de ello es la obra A Man Called Sir Robert Hervey (1780), puesto que resultan evidentes las líneas de expresión que se figuran en el rostro de Hervey, y el tenue color grisáceo que ocupa sus párpados inferiores, aludiendo así a la vejez, que frecuentemente es nombrada como un signo de la imperfección humana que obstruye la belleza sensible, y como consecuencia, la idealización del sujeto que la posee.

Un ejemplo bastante semejante al anterior, se encuentra en “Portrait of Michał Kazimierz Ogiński” (1791), que aunque elegante y con una postura gloriosa y descansada, sucede algo muy similar que con Hervey, el espectador puede alcanzar a captar las demacradas marcas que se vislumbran bajo sus ojos. No será muy diferente con el retrato de “Giovanni Volpato” (1794-1795), pues su rostro parece notarse cansado, evidenciándose esto, al igual que en Robert Hervey, en las manchas próximas a sus ojos.

Kauffmann, en contraposición a la naturalidad, emplea además en su trabajo artístico, como se aclaró con anterioridad, la idealización, que se hace notoria en pinturas como Portrait of a Lady as a Vestal Virgin (1781), pues las Vírgenes Vestales, dentro de la religión de la Antigua Roma, eran sacerdotisas consagradas a Vesta, a quien se le consideraba la diosa del hogar.

Además de lo ya expuesto, la artista trabajó la piel de la dama retratada con tal minuciosidad, que le acredita una textura visual que alude a la sensación de lo suave, lo aterciopelado, siendo que de esta forma logra acercarla (a la dama) aún más a la idea de belleza, en vista de que cumple con uno de los muchos parámetros que se establecen para que algo pueda ser denominado bello si se considera lo escrito por Plotino en sus Enéadas: producir sensaciones positivas/agradables al espectador del objeto en cuestión, y lo expone de la siguiente forma:

“(…) Porque he aquí las emociones que deben originarse ante cualquier belleza: estupor, sacudida deleitosa, añoranza, amor y conmoción placentera (…)” (P. 84. S.F. )

No resulta en absoluto extraño que las emociones que denomina el filósofo neoplatónico, como sensaciones que se manifiestan al apreciar la belleza, se hagan presentes en el alma del observador que contempla “Portrait of a Lady as a Vestal Virgin” (1781), pintado con delicadeza por Angélica Kauffmann, al que le proporciona cualidades de una diosa de la mitología Romana, pues en ésta se encuentra inmersa una sutil armonía, que Angélica logra a través de la paleta suave que emplea de colores tierra, complementándolos unos con otros, y enfocándolos a través del juego de luces del que hace uso dentro de la composición artística que presenta esta pintura, pues es una iluminación tenue, casi homogénea, sin cambios bruscos que puedan generar contrastes vigorosos.

La armonía cromática que se presenta en una composición que forma parte de las artes visuales, se logra cuando los colores inmersos en ésta se encuentran dispuestos de tal manera que se hagan patentes las similitudes entre sí, y de este modo conseguir suscitar la sensación de equilibrio y de proporción, con el objetivo de evocar emociones asociadas al placer y al deleite en el público que observa la obra. Para Ortiz, F. Y Velázquez, A. (S. F.) La armonía cromática:

“Es la relación equilibrada entre dos o más colores, ésta se produce cuando utilizamos en una composición colores cercanos en el círculo cromático.” (P. 35)

Lo primordial es entonces, evitar proporcionar una distinción demasiado sobresaliente a un objeto en particular debido a un fuerte contraste que pueda surgir, que es lo contrario a lo que desea el artista que pretende evocar la armonía en su lienzo.

La armonía se puede obtener a través de los principios compositivos como el espacio; por otra parte, también se crea por medio de distintos elementos de expresión plástica, como lo son la forma, la textura de las piezas, la iluminación (luz), o la paleta de colores que se emplea, y que es además el recurso que utiliza Kauffmann junto con la luz, en su pintura “Portrait of a Lady as a Vestal Virgin” (1781).

En contraposición a lo ya explicado, la artista, igualmente empleaba el contraste en muchos otros de sus retratos, como bien es el caso de “Portrait of Madame Latouce, Wife of John Latouche”.

El contraste se comprende como una unión de elementos que se contraponen entre sí dentro de una misma composición, lográndolo sirviéndose, como sucede con la armonía, de los elementos de expresión plástica. Como lo explican Crespi, I. y Ferrario, J. (1971):

“(El contraste es una) combinación de cualidades opuestas, relacionadas; oposición, variedad. Diferencia esencial de luminosidad en el campo de la percepción que hace posible la visión, lo que sería imposible en un campo totalmente homogéneo (…)” (P. 37)

Siendo que

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