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CAPITULO III DINERO, CAPITAL, PLUSVALÍA

Enviado por   •  17 de Abril de 2018  •  9.340 Palabras (38 Páginas)  •  415 Visitas

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A su vez, las materias primas con que se fabrican estos instrumentos de trabajo pueden en muchas ocasiones jugar el papel de equivalente general. En la isla de Yap (Océano Pacífico), se utiliza para ello la piedra. En la Grecia homérica, cuando los aqueos continentales comenzaban a utilizar los jarrones de bronce como equivalente general, los habitantes de la isla de Lemnos consideraban ya el bronce en tanto que metal como equivalente general. Los lingotes y pequeñas barras de hierro juegan el mismo papel entre las poblaciones más avanzadas de África.

Con el desarrollo de los cambios, los productos de utilidad primordial (principales fuentes de alimentación o principales instrumentos de trabajo) pueden ser sustituidos como equivalente general por la mercancía local, es decir, el producto principal comprado o vendido a los mercaderes extranjeros, Entre los tártaros y los mongoles del siglo XIX encontramos como equivalentes generales los paquetes de té prensado; y las semillas de cacao en el México azteca. La sal en Abisinia, África Occidental, Ecuatorial y Oriental, Birmania, el Tíbet medieval y ciertas tribus indias de América del Norte; en Canadá, hasta el siglo XVIII, los cueros; las pieles de ardillas blancas en Rusia; los tejidos de cáñamo en el Japón medieval; las varas dé lienzo en ciertas comunas medievales de Europa occidental, etc. En China, el pie de tela (Tch-e) equivale a un celemín (che) de cereales y se emplea como equivalente general, juntamente con el trigo, el mijo y la moneda de cobre, bajo los Tang.[8]

En los primeros momentos de la producción simple de mercancías, los] objetos ornamentales, cuya primera utilización pudo muy bien ser de orden mágico, (44) [9] se emplearon como equivalente general en muchas ocasiones.] Así, por ejemplo, en la civilización cretomicénica, al lado de objetos utilitarios confeccionados en bronce, aparecen como equivalentes generales pequeños trípodes de este metal. Y en Egipto cumplen también esta función los anillos de bronce. Entre los indios precolombinos de América Central, el jade jugaba un papel análogo. Y entre los indios Pueblos las turquesas cumplían el mismo papel. Las perlas de vidrio o esmalte se utilizaron en Egipto con idéntico fin, extendiéndose hasta la Europa mediterránea. En África llegaron a jugar el papel de una verdadera moneda.

El objeto ornamental que conoció más amplía circulación en tanto que equivalente general fué la concha cauri. Desde China y la India, estas conchas se extendieron a las islas del Pacífico, África, Europa e incluso el Nuevo Mundo.

«Las cauris superan a las demás monedas de concha en solidez y uniformidad.

Tanto en sus dimensiones como en el peso son relativamente uniformes, pudiéndose comparar a granos como… los de las alubias, arroz, trigo o cebada, que constituyen las primeras unidades de peso utilizadas para pesar el oro y la plata».[10]

[En tanto que equivalente general, los metales preciosos representan, pues, el encuentro del equivalente general-objeto de primera necesidad y el equivalente general-adorno. El cobre, el bronce, la plata y el oro al principio sirvieron siempre como materias primas para la fabricación de objetos de adorno. Sólo más tarde, con el progreso de la metalurgia, estos metales se utilizaron también para la fabricación de objetos de primera necesidad. A partir de entonces, el papel de estos metales en la economía es vital. Al mismo tiempo conservan una significación religiosa, ritual, incluso mágica, heredada de la época en que su uso se reservaba para la fabricación de P objetos ornamentales. Estos factores facilitaron la adopción de metales preciosos en tanto que equivalente general de todas las mercancías.

La moneda

El desarrollo del comercio internacional coincide en general con la revolución metalúrgica. Los metales son los principales objetos de este comercio. A partir de este momento, se hace sentir más fuertemente la necesidad de un equivalente general. No es, pues, de extrañar que, para cumplir esta función, la mayor parte de las veces se haya escogido precisamente los metales. Al principio, se trata todavía de objetos fabricados en metal. Pero si los cambios se multiplican, aparecen complicaciones y gastos suplementarios.

En África Oriental cumplen esta función las azadas de hierro. Las tribus que viven en regiones ricas en mineral de hierro fabrican azadas, cambiándolas por los productos de otras regiones en donde los herreros locales las refunden a menudo para fabricar armas u objetos ornamentales.[11] Sé llega así a tomar como equivalente general el metal puro no fabricado, medido por su peso. De ahí el papel de los pesadores de oro que, al principio de toda economía monetaria, equivalen a cambistas, banqueros o usureros.

Pero, colado o no en forma de lingotes, resulta fastidioso pesar el metal en cada cambio. A partir de cierto nivel de desarrollo comercial, el Estado adquiere la costumbre de sellar los lingotes de metal precioso como certificado de su peso. Desde el tercer milenio de nuestra era en Mesopotamia y Egipto, y en el segundo milenio en Europa, Greta y el Peloponeso, en los centros de la civilización cretomicénica, encontramos ya este tipo de lingotes previamente pesados. Mucho más tarde, hacia el año 700 a. de C., aparece la idea de adaptar la forma del lingote a las exigencias de un transporte a gran distancia. El rey de Lidia, que quería atraerse el comercio de las ciudades griegas hacia los grandes depósitos de su capital, Sardes, decidió acuñar pequeñas monedas de oro, que pesaban sólo algunos gramos. De ahí en adelante una de estas monedas permitía el cambio por mercancías de un valor relativamente importante. La extensión del comercio se vio así favorecida; en lugar de tener que realizar el trueque, el campesino y el pequeño artesano podían desde ese momento vender sus excedentes por dinero.[12] Este sistema de acuñación de moneda se extendió después al imperio persa, a las ciudades griegas y, a través de ellas, al conjunto del mundo afectado por su comercio. En la India y en China se desarrolló, al parecer, independientemente del Asia Menor. Las piezas metálicas circulan en China hacia el año 1,000 a. de C., recibiendo un peso reglamentario a partir del año 65 a. de C. [13]

El hecho de que los metales preciosos se hayan impuesto universalmente como equivalentes generales quiere decir que poseían una serie de cualidades intrínsecas descubiertas empíricamente por mercaderes y administradores y que los hacen particularmente aptos para representar este papel:

1. Son fácilmente transportables, su elevado peso específico permite concentraren poco

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