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CUESTION SOCIAL Y CUESTION NACIONAL: La amenaza que bajo de los barcos

Enviado por   •  1 de Marzo de 2018  •  2.232 Palabras (9 Páginas)  •  412 Visitas

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Aun así esta ley no fue considerada y no se modificó la política de migración que había prescripto la Constitución Nacional. Sin embargo, dos años después, se aprobó la llamada “ley de Residencia” con el número. La intención de la ley de deportación de los dirigentes, extranjeros en su mayoría.

Esta ley fue promulgada en un contexto de incertidumbre, ante una seguidilla de huelgas con las cuales un movimiento obrero cada vez más organizado amenazaba el orden social con sus reivindicaciones y demostraciones de fuerza.

Lejos de debilitarse, la influencia anarquista en el movimiento obrero, a pesar de la gran cantidad de dirigentes que fueron deportaos en el marco de la ley de Residencia. En 1903, los socialistas que se habían retirado de la FOA conformando la Unión General de Trabajadores (UGT).

Ante la mencionada división del movimiento obrero, y los niveles crecientes de violencia que marcaba sus manifestaciones, el sentimiento de miedo del resto de la sociedad y, en particular, de la elite, crecía permanentemente. Por ello, el gobierno diseño una nueva estrategia frente a la amenaza obrera.

Basándose en el “Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo” encargado a Juan Bialet-Massé, JoaquinGonzalez, Ministro del Interior de Roca, había redactado un proyecto de Ley de trabajo, que fue enviado al Congreso el 6 de mayo de 1904. Con este proyecto el gobierno buscaba descomprimir la protesta obrera, pero también dividía aún más al movimiento obrero.

Por iniciativa de Palacios, un diputado socialista, se discutió y aprobó la ley de descanso dominical, dando inicio a una serie de otras mejoras en las condiciones de trabajo de los obreros, que lentamente van vinculando salario a derechos y seguridades.

Sin embargo, durante los siguientes años, la violencia que se manifestaba en los reclamos sindicales siguió creciendo. En 1907 se declararon dos huelgas generales, que fueron producto de la reacción de la FORA y la UGT a la represión que se había desencadenado ante nuevos conflictos sindicales.

La FORA y la UGT declararon la huelga general el 3 de mayo, y pocos días después se produjeron nuevos y violentos enfrentamientos entre policías y manifestantes que homenajeaban a los muertos del 1° de mayo. Ante las negociaciones iniciadas con el gobierno, se levantó la huelga el 10 de mayo.

Como resultado se inició un proceso de acercamiento que concluye en un congreso convocado para septiembre de 1909, y de donde surge la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), como única central de los trabajadores. Sin embargo, la FORA no ratifico lo decidido por ese congreso, por lo que a fines de 1909 existían nuevamente dos centrales sindicales: la anarquista FORA, y la CORA.

El asesinato del jefe de Policía de Buenos Aires, coronel RamónFalcón, fue otra consecuencia de la represión del 1° de mayo. Debido a que se consideró a Falcón como responsable de las muertes de aquel día, un obrero anarquista Radowitsky arrojo una bomba al auto de Falcón, matándolo junto a su secretario. A raíz de este hecho se declaró el estado de sitio, y se endureció la represión dirigida a los anarquistas.

El año del Centenario fue también un año clave en lo que refiere a la lucha obrera y los mecanismos de represión con que el Estado respondió. Tanto la FORA como CORA anunciaron que declararían una huelga para mayo (mes en que el gobierno planeaba concentrar los festejos del centenario). Como respuesta, el gobierno declaraba una vez más el estado de sitio el día 13 de mayo.

En medio de la ola represiva desatada en el marco del estado de sitio, el 26 de junio estallo una bomba en el teatro Colon, que produjo varios heridos y la inmediata convocatoria a sesión de la Cámara de Diputados, que decidió tratar un proyecto de ley para responder a esa violencia. La preocupación de la Cámara se justificaba en la responsabilidad que se adjudicaban a sí mismos los legisladores, que debían “evitar que hordas de criminales, armando el brazo del abyecto o del extraviado, puedan llegar por el terror a destruir el orden y la organización social. Hordas de criminales… éste es el anarquismo, que predica el exterminio y la disolución de lo existente; que declara impúdica y públicamente no tener ley, ni patria, ni religión; que prepara en la sombra los medios más mortíferos para asesinar a mansalva a ancianos y mujeres indefensas, y a niños inocentes.”

Claramente puede advertirse la equiparación entre delincuencia y anarquismo, observándose la figura del “peligroso” que había sido eje de la cuestión social a fines del siglo XIX, y continuaba siéndolo a principios del XX, aunque este nuevo “peligroso” ya no era un individuo, sino un colectivo.

Finalmente se sanciono un proyecto, que se transformó en ley el 28 de junio de 1910. Esta ley fue conocida como Ley de Defensa Social: Se prohibió la entrada al país de condenados, anarquistas, y de aquellos que hubieran sido expulsados anteriormente. También se prohibió la asociación o reunión de personas que pretendieran propagar las doctrinas de la ley, cometieran delitos contra la propiedad o personas para infundir temor y suscitar túmulos o desorden. Por último, se decretóla pena de muerte para aquellos que en este marco produjeran la muerte de otro. Al mismo tiempo que se aprobaba la Ley de Defensa Social, se presentaban proyectos de protección a los trabajadores, se buscaba regular conflictos laborales por medio de tribunales de conciliación y arbitraje. Esta preocupación por la legislación laboral acompañando la represión puede ser interpretada como la política de la “zanahoria y el garrote”. Por un lado, la represión garantiza el orden, pero la mejora de las condiciones de trabajo se muestra como una política más eficiente y racional para desactivar la protesta violenta de los trabajadores.

Ante la represión desatada contra el anarquismo, y la postura intransigente de la FORA, ésta fue perdiendo la preeminencia que tuvo durante los primeros años de lucha sindical. Con la intención de copar la FORA, los sindicalistas de la CORA convocaron a un Congreso en septiembre de 1914, y decidieron disolver a ésta última, e incorporarse a la FORA. Los sindicalistas lograron convertirse en la principal ideología de las agrupaciones sindicales. Este periodo coincidió con la elección de Yrigoyen como Presidente de la Nación.

La decadencia del anarquismo estuvo acompañada también por cambios en la composición del movimiento obrero. Los inmigrantes habían ayudado a establecer una agricultura moderna, pero incluso durante el auge de la inmigración su proporción en

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