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LA TRASNFORMACION DEL CAPITALISMO Y LA CUESTION SOCIAL

Enviado por   •  28 de Febrero de 2018  •  4.349 Palabras (18 Páginas)  •  362 Visitas

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Como ya se ha dicho en la primera parte, el keynesianismo por si solo no es una política social. Lo que posibilita reconocer con el estado benefactor en su énfasis en el intervencionismo estatal y el pleno empleo: al sugerir que los conflictos de empleo y demanda efectiva no se resuelven por el mercado, keynes indico que, en la economía de mercado, la producción real no esta definido por la dotación y eficacia latente de los recursos, es la generación de ingresos la que tiende a localizar un nivel de estabilización con la demanda efectiva de bienes y servicios. Por ello, una política de gasto público y crédito barato podría contribuir en las expectativas de los empresarios y alentarlos a invertir y aumentar la demanda efectiva de la población. Por lo demás. Las políticas económicas keynesianas (la posibilidad de que los estados funcionen con déficit presupuestales con el fin de romper los ciclos recesivos y promover los ciclos de crecimiento) implicaron un vuelta respecto a la teoría económica dominante.[5]

Por otra parte el argumento de la necesidad de que el estado, facilite condiciones de vida mínimos para los habitantes (vinculado a la noción de los derechos civiles), el estado de bienestar keynesiano coincide con la idea de bienestar.[6]

Junto con la seguridad de empleo. La idea de bienestar tuvo un importante efecto económico al aminorar la necesidad de economizar para la educación, la atención de la salud o la jubilación, el poder adquisitivo de los trabajadores aumento. Los nuevos derechos sociales se incrementaron con la potencial capacidad de adquisición de los trabajadores.

Pero el modelo de bienestar se convirtió en mas exitoso gracias a su asociación con el modelo fordista. El incremento de la productividad asociada a la producción en masa de bienes de consumo duradero (electrodomésticos, televisores y automóviles) significo que los productos fuesen mas baratos, junto con la expansión del crédito, que permitía el acceso a muchos de estos bienes a sectores cada vez más amplios de la población.

El confort material significo un cambio específico en las limitaciones de vida de la clase obrera, por lo que grandes sectores empezaron a sentirse parte de la clase media.[7]

En 1994, el estudio de las políticas del gobierno de la posguerra, un libro blanco del gobierno británico, recomienda que para eludir una reincidencia de los años treinta, la política económica debe tener como finalidad garantizar un nivel de empleo elevado y estable.[8] En el informe de bases de Lord Beveridge de la seguridad social son la justicia, la oportunidad e realizar un trabajo productivo, la confianza de disponer de ingresos suficientes (incluso si no se es trabajador) y la defensa de la familia, para lograr estos principios el informe sugiere fijar un programa integral de seguridad social (incluyendo desempleo, invalidez, maternidad, viudez, cuidado de los hijos, gastos funerarios, aprendizaje de nuevas ocupaciones, servicios médicos y de rehabilitación y subsidio a los hijos).[9]

Pero las políticas adoptadas por el gobierno laboralista en Inglaterra entre 1945-1951 no fueron las únicas; en Francia se consiguieron acuerdos semejantes como consecuencia de la breve cooperación iniciada entre todos los partidos y asociaciones reunidas en la resistencia anti-nazi; y en Suecia, mediante una política social impulsada por los partidos obreros reformistas.[10]

Además, las ideas de los que rigieron Europa durante la reconstrucción permitían considerar legítimo nacionalizar industrias o crear empresas públicas, así como asumir los derechos sociales universales. Después de la guerra, los gobiernos democráticos se sentían en deuda con la sociedad.[11]

(VER CUADRO 1)

Al mismo tiempo, en la segunda guerra mundial, los comunistas fueron relegados del poder en Francia e Italia; la intervención británica en Grecia comprimió la revolución social, en Japón después de sometida la pretensión de huelga general de 1947, los obreros y sus asociaciones ya no tuvieron participación activa; posteriormente se hundiría el gobierno laborista ingles.[12] Igualmente, en algunos de estos países particularmente Alemania y Japón por primera vez en la historia la vieja aristocracia terrateniente y otras fuerzas conservadores fueron totalmente rechazados del poder. El sometimiento sufrido por las fuerzas populares, la guerra fría, la integración al proletariado de millones de personas procedentes de demarcaciones atrasadas y el considerable aumento en el nivel de vida de la clase trabajadora, establecieron las condiciones de un sistema políticamente cohesionado. Por otra parte, en todos los casos la influencia norteamericana[13] se sentía.

En este tenor, hacia finales de los años cincuenta la socialdemocracia europea renuncio a el discurso marxista para tener viabilidad de acceder al poder. En el congreso de 1959, el partido social demócrata alemán abandono la concepción de partido del proletariado y comenzó a aparecer como un partido de todo el pueblo. Pero este cambió programático significaba asumir lo que había señalado la socialdemocracia sueca en 1932: la socialdemocracia no puede secundar a una clase obrera a costa de las demás. La socialdemocracia sueca dejo de ver el socialismo como una forma diferente de produccion (la propiedad social de los medios de producción) y dirigido a desarrollar y profundizar el principio democrático en la política y en la economía.[14]

CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO DE BIENESTAR

La institucionalización del estado de bienestar se asocio con el triunfo de la restauración de la segunda Guerra Mundial, a un largo ciclo de crecimiento económico y al consiguiente progreso tecnológico e institucional. El sector capitalista privado continuo mientras se aminoraba el sector de la población que trabajaba por cuenta propia.[15]

Los países escandinavos, menos perjudicados por la disputa, tuvieron mejores condiciones para aprovechar y ampliar su capacidad instalada, mientras que la restauración de Alemania, Francia e Italia se vio impulsada por la ayuda Estados Unidos (a través del plan Marshall) y la integración económica. De 1945 a 1954, la ayuda total de Estados Unidos fue de 34.2 mil millones de dólares (73.4 por ciento en ayuda económica y 26.6 por ciento en ayuda militar, de los que 76.5 por ciento correspondían a donaciones y 23.5 por ciento a créditos reembolsables) y una gran parte se concentro en Alemania. Por su parte, la integración económica (que alcanzaría su punto culminante con la formación de la comunidad europea) significo la probabilidad de incrementar mercados a través de estimular el comercio

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