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Izquierda, régimen político, cuestión social y cuestión ética en Argentina

Enviado por   •  3 de Marzo de 2018  •  2.422 Palabras (10 Páginas)  •  446 Visitas

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- 1. Tener tono antipoliticista

- 2. Ser antiestatista

- 3. Contar con una cerrada oposición al establecimiento de vínculos entre los anarquistas que fueron más allá de libre fórmula de "Grupos por afinidad"

- 4. Mostrar un fuerte rechazo a los principios de lucha de clase y consecuentemente a la participación en las organizaciones obreras y a las huelgas parciales

- 5. Llevaron adelante un continuo reclamo de la "propaganda por los Hechos".

Como los socialistas, los anarquistas adoptaron principios de la organización por grupos sobre la base de criterios de orígenes étnicos o comunidades lingüísticas. No obstante, la característica acerca de descentralizar que tenía la actividad anarquista hacía mucho más evidente la persistencia de estos criterios, a través de la proliferación de periódicos publicados en diferentes idiomas. Su antipoliticismo descarta cualquier preocupación por la naturalización de los extranjeros. El anarquismo organizado comenzó a expandir su influencia sobre los trabajadores extranjeros desde mediados de 1890 y en 1897 dio un paso decisivo en su consolidación como corriente, con la aparición de un periódico. La protesta funcionaba como una especie de "frente unido" de distintos grupos de anarquistas organizados. Los anarquistas organizadores fueron adquiriendo cada vez más un perfil "anarco-sindicalista", ya que visible en los últimos años del siglo XIX adquirieron rasgos definitivos en la década siguiente, particularmente por su acción en la FORA. Compartió con la otra sentencia su carácter de antipoliticismo y antiestatismo, se diferencia, sin embargo, por la admisión de formas organizativas federativas para el movimiento anarquista, y aceptaba la importancia de las organizaciones sindicales y de la lucha por las demandas parciales aunque siempre el camino a tomar era la huelga general insurrecional. En 1910 las tensiones llegaron al máximo en ocasión del centenario y la derrota de la huelga general de ese mismo año que marcó el fin de una etapa.

SINDICALISTAS REVOLUCIONARIOS

Nació como el producto de una fusión interna del Partido socialista y la llegada a nuestras playas de los principios Sindicalistas revolucionarios europeos. La Facción disidente fue esbozando un conjunto de planteos, que sin implicar una ruptura total con el socialismo argentino, la ubicaba como un ala de la "izquierda". No renegó abruptamente del parlamentarismo, sino que lo aceptaba como una posibilidad. Los sindicalistas revolucionarios compartían el antipoliticismo y el antiestatismo de los anarquistas. Sin embargo, pronto se haría visible, la notoria diferencia entre ambas corrientes. Para los sindicalistas revolucionarios el rechazo a la "acción política" no será sustituido por la preparación de la vía insurrecta, sino que el sindicalismo aparecerá como el eje presente y futuro de toda la vida social y política. El problema de la "unidad" se convertía en el elemento decisivo en la polémica con los anarquistas. En lo al estado y el régimen político concierne, los sindicalistas revolucionarios, postulan de forma similar a los anarquistas. Rechazaron, en consecuencia, cualquier tentativa de reforma política y cualquier intento de "integración" de los trabajadores.

POR QUÉ EL ANARQUISMO?

La afirmación de la existencia de serias dificultades en la estructura de la política socialista no puede, sin embargo, llevarnos a ignorar la importancia que tuvo como empresa política. Dos han sido las tradicionales explicaciones frente a este fenómeno:

- 1. la primera atribuye la fuerza del anarquismo argentino a la presencia de un fuerte porcentaje de inmigrantes italianos o españoles, países considerados de amplia tradición anarquista.

- 2. la segunda, hace descansar este éxito, en la persistencia en la Argentina urbana de los rasgos pre-capitalistas.

Los motivos fundamentales del predominio anarquista sobre las otras corrientes de izquierda, deben buscarse en sus posturas entorno a las tres cuestiones que se han definido como decisivas para la época: las alternativas frente al régimen político, la cuestión étnica y la cuestión social:

- 1. En lo que refiere al régimen político el antipoliticismo y antiestatismo anárquico aparecía para los sectores populares como lo más simple y adecuado al tipo de estado que enfrentaban, que las proposiciones socialistas. En efecto, su antipoliticismo se traducía al repudio de partidos políticos y a las practicas electorales y parlamentarias, esta señalando, en realidad, una de las características central del régimen político vigente.

- 2. Que los inmigrantes internacionales se mantuvieran marginados del régimen político, lo que significaba que había que encontrar otra forma de participación política, forma no "institucional" si se quiere, al menos en alguno de sus segmentos. La propaganda anarquista toca otro de los puntos nodales de política de la elite, respecto a los trabajadores. Esta actitud no sólo era alterada cuando esos conflictos alcanzaban dimensiones que amenazaban con alterar gravemente el "orden público" o cuando afectaban el corazón de la política agroexportadora.

La situación se modifica a partir de la huelga general de 1902. El Estado inaugura entonces una doble política hacia el movimiento de trabajadores. Por un lado, en las huelgas y manifestaciones obreras, la puesta de se. Por otro lado semi-legalidad "vigilada" de los movimientos de izquierda. Por otro lado, hay una tentativa, aunque parcial, de integrar limitadamente el movimiento obrero al régimen político, a partir de la reforma electora que daría lugar a la elección de Alfredo Palacios. Por otro lado, hay un intento de "integración corporativa" del movimiento obrero a través del proyecto "código de trabajo", seguida luego por la sanción de algunas leyes acerca de las condiciones de trabajo y la creación del Departamento Nacional de Trabajo. Frente a una política estatal de este tipo, la propaganda antiestatista de los anarquistas no encontraría demasiadas contradicciones. Su denuncia implacable y sistemática del Estado como instrumento de opresión, parecía convalidada por la actitud de la elite hacia los trabajadores. Para los socialistas, la situación era cada vez más compleja. Pese a sus denuncias acerca del régimen político vigente, los socialistas tenían finalmente frente a él una actitud positiva. Esta se traducía en la insistencia en la necesidad

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