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EL FRENTE NACIONAL . Duración del frente nacional

Enviado por   •  22 de Junio de 2018  •  1.467 Palabras (6 Páginas)  •  465 Visitas

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Las coaliciones suponen acuerdos ocasionales o coyunturales en tanto que las alianzas son acuerdos con efectos de largo plazo, concluyen que el frente nacional de Colombia fue una verdadera alianza entre los partidos liberal y conservador encaminada a la paz y a la concordia en la nación.

Esa tipología para identificar los acuerdos no es incompatible con la del consociacionalismo.

El frente nacional como un simple acuerdo bipartidista de transición

Quienes consideran que simplemente hay que aludir a un acuerdo bipartidista de transición para la consolidación de la democracia, ponen de presente que en Colombia, a diferencia de lo ocurrido en el entorno latinoamericano, el contexto político ha sido siempre la democracia liberal, o burguesa, así sea en medio de limitaciones y en un contexto de hegemonía de los dos partidos tradicionales.

El propósito de la paz y la concordia, mediante la superación del sectarismo y la violencia bipartidista que lo inspiró, según se evidencia en los pactos que lo precedieron y en los análisis convencionales sobre su razón de ser y sus alcances, fue concomitante con la necesidad de las elites gobernantes de encontrar vías para contrarrestar los avances de las ideas socialistas y comunistas.

La dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla como antecedente del frente nacional

En 19949, la clausura del congreso, por parte del presidente Mariano Ospina Pérez, puso de manifiesto los sombríos senderos por los que transitaba nuestro sistema político, sin garantías de ninguna clase para el liberalismo y los demás partidos o movimientos de la oposición y con el agravante de que para la creación del derecho positivo los gobernantes acudieron, con inusitada frecuencia, a los derechos legislativos permitidos por el artículo 121 de la carta política vigente.

El 7 de agosto de 1950, llego a la presidencia Laureano Gómez y este se enfrentó a presidentes, ministros y dirigentes de su propio partido conservador y gobiernos del partido liberal, era un acusador público. La lamentable situación de violencia que afligía a Colombia no cesaba sino que se agravaba, al vaivén de los discursos agresivos de los dirigentes políticos, los odios heredados y la sucesión de crímenes abominables arropados tras las etiquetas partidistas.

El 9 de diciembre de 1949, ante la inminencia de ser acusado ante el senado por la cámara de representantes, el anterior presidente, Mariano Ospina Pérez, mediante decretos legislativos proferidos con fundamento en el artículo 121 de la constitución vigente, había clausurado el congreso y consumado así los inicios de lo que no sin razón se ha denominado “dictadura civil”, a la cual seguiría, en 1953, la dictadura militar.

Las asambleas constituyentes, plebiscitos, referendos y demás manifestaciones amparadas en la participación popular, en el marco de este tipo de regímenes, suelen ser el fruto de estrategias populistas amparadas en el proselitismo oficial y en la confianza desmedida a que conduce la desesperación de las sociedades descompuestas.

Rojas Pinilla quiso perpetuarse en el poder y para tal fin, entre otros, conformo una asamblea constituyente, sumisa a sus determinaciones y ambiciones, que dispuso su continuidad en la presidencia inicialmente hasta 1958 y posteriormente hasta 1962.como suele ocurrir con los regímenes transpersonales que no giran alrededor del principio fundamental de separación de poderes, característico de las democracias liberales, el de Rojas fue autoritario y protagonizo episodios muy graves de violencia entre los cuales suelen mencionarse la muerte de varios estudiantes en Bogotá, durante manifestaciones publica, y la agresión a la población civil, por parte de las fuerzas armadas, en la plaza de toros de la Santamaría, cuando los asistentes a una corrida se negaron a rendir homenaje a la familia del general.

El llamado “gobierno de las fuerzas armadas” fue además particularmente intolerante con la prensa, en cuanto cuestionara su gestión o publicara escritos de la oposición. El régimen de Rojas, en efecto, dispuso la suspensión de labores de los diarios el siglo, el tiempo y el espectador.

Gómez y Ospina, fieles a su concepción conservadora, fueron portavoces de la doctrina social de la iglesia católica y participaban del profundo legado de Tomás de Aquino, pero Gómez fue mucho más cercano al tradicionalismo burkiano y a los discursos irreverentes de Bonald y Maistre contra los paradigmas de la revolución francesa y el liberalismo racionalista, a tal punto, que no dudo en calificar al liberalismo como “el basilisco”, el monstruo de tenebroso poder que podía matar simplemente con la vista.

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