El “Plan trienal”

El “Plan trienal”

El “plan Trienal” es un plan económico firmado por la CGT, CGE y el Estado que volvía a poner en juego algunas de las viejas políticas peronistas. Iniciado durante la nueva gestión económica de José Bel Gelbard y por el entonces nuevo tercer gobierno peronista en el cual se buscaba fomentar principalmente la redistribución del ingreso a favor de los trabajadores y combatir el fenómeno inflacionario a través de políticas intervencionistas, además de un aumento del desarrollo agro-industrial para superar al consumo, vigencia de la justicia social, garantizar una alta calidad de vida, reconstruir el Estado, y recuperar la independencia económica. También se presentó un proyecto sobre ley agraria, otro sobre inversiones extranjeras y una promocionada “nacionalización” de los depósitos bancarios. Algunas instituciones, como por ejemplo la Comisión Nacional de Precios, entre otras, fueron creadas por el estado para cumplir a rajatabla los objetivos del plan puesto en marcha.

Este buscaba para los próximos años, una tasa de crecimiento productivo de bienes y servicios mediante la dotación de los instrumentos necesarios para el mismo, que se apoyaría en una alta tasa de crecimiento de las inversiones, en el aumento de la productividad del capital y en el aumento del volumen de exportaciones industriales. El sector externo mejoro los términos de intercambio a inicios de año, amortiguando así la expansión del gasto público y déficit estatal. Lamentablemente esto no se iba a mantener así durante mucho mas tiempo.

Con respecto a combatir el proceso inflacionario, el estado intervino, como ya en décadas previas hizo, en las pujas distributivas salariales. Estas fueron aumentadas un 20% pero con la condición de que ya no se realicen reclamos salariales durante por lo menos dos años. Obviamente esto a la CGT no le resulto justo ya que seguía siendo un aumento insuficiente. Pero dado el contexto de crisis petrolera de 1974 y el gran desabastecimiento de las empresas por el rígido control de precios, el estado se vio obligado a flexibilizar esta medida salarial debido a la rápida subida inflacionaria generada por la gran crisis internacional, comprometiendo la tensión en el ambiente socio-político una vez más.

Como si no fuera poco, el fallecimiento de Perón en Julio del ’74 y la posterior suspensión de compras de carnes vacunas por parte del extranjero genero una caída de los precios que supuso una sobrevaluación del peso y desaliento de la producción exportadora. Sumado a eso, hubo una caída en los ingresos del estado y un aumento significativo del déficit fiscal, por lo cual se vieron reducidas las reservas del BCRA.

Esto desencadeno en la reaparición de las movilizaciones sindicales tanto ofensivas, por parte de los no comprometidos con el Estado, como defensivas en reclamo a nuevos aumentos salariales, condenando así la renuncia de Gelbard y posiblemente a un nuevo plan, que para ese entonces había quedado en gestión de la entonces nueva presidenta Eva Perón.

Para este nuevo periodo se toman medidas políticas más restrictivas. Tras la renuncia de Gelbard, asume Alfredo Gómez Morales quien propuso el devaluó de forma “suave” de la moneda para disminuir la demanda y abandonar el cambio fijo con el fin de atraer las exportaciones. Dada la gran presión social existente sobre el plan Morales renuncia en junio del ’75 y fue reemplazado por Celestino Rodrigo quien fue el generador del detonante del famoso movimiento sindical masivo conocido como el “Rodrigazo”, causado por la alta política restrictiva que devaluó enormemente la moneda (160% para el cambio comercial y 100% para el cambio financiero), e implemento un gran ajuste tarifario del 75% en los servicios públicos y transportes urbanos. Estas medidas ya mas tendientes al neoliberalismo generaron contracciones salariales, las cuales los sindicatos rechazaron y mismo reclamaron mediante movilizaciones que terminaron con la renuncia de Rodrigo, y un altísimo nivel inflacionario que devaluaba la moneda día a día, generando que la población busque una nueva moneda menos volátil como forma de riqueza, acelerando aún más la inflación. Esta debacle económica es la que le pone un comienzo al golpe de estado del ’76.