El Subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo. Sunkel y Paz.
Enviado por Kate • 25 de Marzo de 2018 • 1.265 Palabras (6 Páginas) • 624 Visitas
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La demanda de productos agropecuarios en su país con fuerte desarrollo industrial y urbano es sensiblemente dinámica. En efecto, la demanda de productos rurales en las ciudades está determinado por una población urbana que aumenta con mucha mayor velocidad que la población total.
Frente a este dinamismo de la demanda urbana de productos agrícolas, la oferta encuentra serias dificultades para expandirse. La producción agrícola solo puede aumentar si crece la tierra disponible y/o los rendimientos por unidad de superficie. Incorporar nuevas ierras significa realizar inversiones que no están al alcance del empresario agrícola, en particular del mediano y pequeño.
En América Latina entre el 70 y 90 por ciento de las propiedades agrícolas son minifundios, que explotan aproximadamente de un 10 a un 20 por ciento del área cultivada total. Es muy improbable que allí puedan introducirse modificaciones debido a las condiciones culturales, educacionales y sociales en que se desenvuelve la gran masa campesina.
El complemento del minifundio es el latifundio, que abarca la mayor parte del área cultivada total. El latifundio no favoreció un proceso de innovaciones tecnológicas que apunten a la intensificación de los cultivos por medio de la rotación, el uso de semillas mejoradas, la adaptación de los cultivos a las condiciones ecológicas, la utilización racional de fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, etc., que permita aumentar la producción y los rendimientos, y también hacer más flexible la producción agropecuaria.
En síntesis, el atraso de la producción y de la productividad agrícolas tiene una influencia decisiva sobre el proceso de desarrollo, porque el estancamiento rural tiende a limitar la expansión industrial y su capacidad de diversificación: reduce el tamaño del mercado para los productos manufacturados de consumo popular.
El sector público es otro de los que experimentan transformaciones radicales como consecuencias del proceso de industrialización. Los sistemas financiero y bancario, el aparato de comercialización y los servicios gubernamentales, en general, tampoco están preparados para desempeñar las nuevas tareas y funciones que ahora deben desempeñar.
En grandes sectores de la población, sobre todo la rural, los talentos y capacidades potenciales se pierden por falta de educación, mal estado de salud, condiciones de trabajo excesivamente penosas, aislamiento y estratificación social rígidamente jerarquizada. Los procesos de industrialización y urbanización permitieron, entre otras consecuencias, la formación de grandes masas populares urbanas, grupos sindicales, partidos populares, etc.
Por consiguiente, unos de los rasgos característicos heredados de la etapa de sustitución de importaciones, es el fortalecimiento de un sector público amplio y activo. Sin embargo, el sector público no pudo crear un mecanismo adecuado de captación de ingresos corrientes para sufragar los mayores gastos que suponen las grandes inversiones y los nuevos servicios que paulatinamente fue abarcando.
El relativo estancamiento de los ingresos provenientes del comercio exterior puso a los gobiernos ante la necesidad de trasladar la carga tributaria de la actividad económica externa a la interna.
Por consiguiente, los impuestos indirectos, que pueden trasladarse fácilmente al consumidor, han llegado a ser, en la mayoría de los países, una de las principales fuentes de las recaudaciones internas.
En síntesis, el sector público debe participar activamente en la creación y reorganización de los servicios productivos básicos y del capital de infraestructura necesario para alentar al empresario privado para que inicie y amplié nuevas líneas de actividad.
En consecuencia, la principal y tradicional base tributaria de nuestro gobierno deja de aumentar al mismo ritmo que las necesidades rápidamente crecientes del sector público. Esto obliga al Estado a contraer una fuerte y creciente deuda externa o un financiamiento deficitario. Cuando el ritmo inflacionario alcanza proporciones excesivas las políticas de estabilización procuran, como uno de sus objetivos fundamentales, eliminar el déficit fiscal.
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