El barroco: resumen de la fotocopia

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- Nueva música.

- Drama en música o melodrama.

- Monodia.

- Estilo recitativo.

- Estilo representativo.

- Opera in musica.

La etapa revolucionaria de la creación musical comenzó hacia 1582, cuando Vincenzo Galilei musicalizó El lamento del conde Ugolino. Utilizó una voz con acompañamiento de violas. Doce años después, se conoció el que se considera primer intento en el estilo recitativo: Dafne, que se trataba sobre una figura mitológica griega, insensible al amor de Apolo, el cual la persigue y cuando logra apresarla la ninfa se transforma en un laurel.

En 1600, se estrenó la primera ópera que ha llegado hasta nosotros: Eurídice. Ésta tenía dos escenas: la primera se desarrollaba en un bosque y la segunda en el Infierno. Los decorados reflejaban con exactitud cada ambiente. Las voces eran acompañadas por pocos instrumentos.

En 1608, se conoció otra Dafne, por otro compositor. Un excelente músico cerró el círculo de los grandes creadores florentinos que iniciaron el fascinante camino de la ópera. Rápidamente, ésta tomó 4 rumbos por italia: Roma, Mantua, Venecia y Nápoles.

En roma se introdujo el nuevo estilo monódico dramático. A través de La Rappresentazione dell’anima e del corpo, obra que se acerca a la ópera-sacra.

Los compositores romanos se aceleraron a la novedosa propuesta y entre ellos se destacaron varios que llevaron el estilo generado en Florencia a un lugar relevante. Por ejemplo:

- Stefano Landi: Autor de misas, salmos, arias, canciones y dos óperas muy renombradas.

- Domenico Mazzocchi: Autor de madrigales y del oratorio Lamento de Santa María Magdalena. Fue el creador de las expresiones de intensidad forte y piano.

- Filippo Vitali: Fue sacerdote e integrante del coro papal. Escribió música sacra, madrigales y una ópera titulada Aretusa (1620).

- Luigi Rossi: Fue cantante, compositor y organista. Compuso oratorios, cantatas, arias y obras religiosas en general.

Los tres hermanos Barberini hicieron mucho por el arte romano. Construyeron un lujoso teatro, el teatro Barberini, en el Palacio de Capo le Case, para la explusiva representación de óperas.

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En Roma la ópera tuvo un desarrollo extraordinario; sus círculos poético-musicales aportaron elementos que alcanzaron amplia aceptación. El cardenal Rospigliosi, junto con otros compositores creó la ópera buffa u ópera cómica italiana. Cuando aparecieron las comedias Che soffre speri (1639) y Dal mal il bene (1653), quedó estabelcido el espíritu de la ópera buffa; intriga, situaciones ridículas y espléndido sentido del humor.

El efecto que estas obras produjeron fue considerable, fundamentalmente por la participación de los grupos vocales y los finales de acto, breves y contundentes.

La expansión de la ópera por las ciudades italianas de Mantua y Venecia estuvo ligada a la trayectoria de un músico superior: Claudio Monteverdi.

Este compositor se constituyó en un hilo; su imaginación, la flexibilidad y riqueza de sus acompañamientos orquestales, el modo en el que elaboró las líneas melódicas del recitativo y el uso del color vocal e instrumental, lo alejaron totalmente de sus antecesores y lo transformaron en un precursor.

Más allá de su talento, Monteverdi fue un eximio compositor de madrigales; y su dominio de la polifonía, le permitió trasladar al campo operístico todas las ventajas de esa técnica magistral.

El paso de Monteverdi por Mantua llegó a su punto culminante en 1607, año memorable en el que se estrenó su ópera Orfeo, presentada primero en la Accademia degli Invaghiti para un reducido grupo de invitados y, poco después, en el teatro de la corte.

El público quedó impactado ante el espectáculo, el que mostrño ciertas características que han quedado inalterables en el género operístico, como la utilización libre y subordinación de los recursos técnicos y conceptuales a la expresión musical y emocional.

También consolidaron el criterio madrigal dramático impuesto por el compositor Carlo Gesualdo, unido al cromatismo, que ya se había difundido y generalizado, contribuyendo a consolidar el lenguaje musical monteverdiano, el que se adecuó a las finalidades del estilo representativo, dotándolo de la pasión y sentimiento que correspondían al carácter netamente humano de los argumentos.

En 1608, se estrenó Ariadna, una ópera en la que se oye un conmovedor lamento de la protagonista que hizo llorar de emoción a seis mil espectadores.

En 1613, abandonó Mantua y aceptó el cargo de maestro de capilla en Venecia, ciudad que lo recibió con todos los honores y su actividad creadora se acrecentó de manera irrefrenable.

Compuso música religiosa polifónica, pero sin dejar por ello de contribuir al género operístico del que fue, en esa época, su máximo exponente.

En Venecia el músico perdió a su esposa y sus dos hijos. La tristeza invadió al maestro y este nuevo y trágico episodio lo decidió a tomar los hábitos sacerdotales. Así vivió hasta el fin de sus días.

Sus últimas obras lo mostraron en la plenitud de su genio. En ellas logró sus propósitos de manera acabada. Sus intenciones eran que la música mirara a la expresión total del drama, expresara sus sentimientos, las pasiones, los caracteres de los personajes, teniendo en cuenta su pasado y su porvenir.

Venecia aportó otros detalles al hecho operístico. Entre ellos, la construcción del primer teatro público de ópera: el de San Cassiano, inaugurado en 1637.

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Con este teatro, todo individuo tuvo la posibilidad de acceder a ese majestuoso espectáculo que, así, adquirió una popularidad cada vez mayor.

A este teatro siguieron inmediatamente otros, entre ellos el de San Moisé, en 1639.

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Las salas se multiplicaron y se llegó a una situación que ilustra perfectamente en el entusiasmo de músicos, público y empresarios hacia la ópera: cada barrio veneciano tenía su propio teatro.