El proceso de modernización

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Con el proceso de industrialización, que posibilitó nuevos programas, surge una nueva arquitectura favorecida por la sustitución del hierro por el acero, la aparición del hormigón armado, que admite la creación de un lenguaje derivado de la arquitectura clásica francesa, presente con la geometría y la modulación, y por último, la utilización de grandes planos de vidrio, trajo consigo nuevas oportunidades de espacios y tipologías estructurales. Estos nuevos materiales ofrecen a los proyectistas una simplificación y aceleración en el proceso constructivo.Nuevos conceptos en la Arquitectura

Antes de este proceso, los arquitectos se dedicaban a la forma, el efecto producido y a la decoración, más que a la construcción, teniendo en cuenta los principios academicistas impuestos por la École des Beaux Arts. Ahora el material estructural se hace protagonista, como bien dice Perret: “Poner en evidencia la estructura, ese es el elemento de belleza”. De este arquitecto, comienza a surgir las nuevas ideas de la esencia de una arquitectura moderna: el carácter, que pretendía mostrar a primera vista el destino del edificio; el estilo, que debía ser un pensamiento expresado con el mínimo de palabras; la armonía, que se lograba con la adaptación perfecta a las condiciones permanentes; la proporción, correspondiente al hombre mismo; la estructura, compuesta, rítmica y equilibrada. Inicios del Modernismo

Las primeras décadas del siglo XX, se caracterizan por grandes tensiones y enfrentamientos entre las potencias europeas; la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y la Revolución Soviética (1917), fomentaron las esperanzas en un régimen económico diferente para el proletariado; la caída de la bolsa en 1929, produjo una etapa de recesión y conflictos en Europa.

Junto a la Primera Guerra Mundial, aparecen innovaciones artísticas, culturales y políticas, en general dogmáticas, dando lugar a las vanguardias europeas, que más tarde se extendieron al resto de los continentes, principalmente a América. El vanguardismo se caracteriza por la libertad de expresión y el incumplimiento de las normas, alterando la estructura de las obras, abordando temas tabú, rompiendo con las líneas, formas, colores neutros y perspectiva en la pintura, y eliminando la simetría en la arquitectura. Se instala un nuevo concepto de forma que ya no tiene que ver con expresar una idea, sino como algo indisoluble de la misma. Este Formalismo artístico de la vanguardia arquitectónica del siglo XX, fue el impulso motor de la arquitectura moderna.

Con estos nuevos ideales, se empieza a consolidar la Escuela de la Bauhaus, fundada en 1919 por Walter Gropius en Weimar. Se caracterizaba por seguir las huellas de la teoría de los miembros del Art & Craft. Además consideraba que era necesaria la reforma de las enseñanzas artísticas como base para una consiguiente transformación de la sociedad burguesa de la época, de acuerdo con el pensamiento socialista de su fundador. La nueva arquitectura podía llegar a todos y apoyarse en las exigencias generales, y no en la orientación cultural de una minoría, estableciéndose así una idea del arte moderno como arte del cambio social, demostrando una de las razones de la ruptura del clasicismo, como la falta de conexión con las clases sociales. La primera fase (1919-1923) fue idealista y romántica, la segunda (1923-1925) mucho más racionalista y en la tercera (1925-1929) alcanzó su mayor reconocimiento, coincidiendo con su traslado de Weimar a Dessau. Esta escuela al integrar corrientes contrapuestas se convirtió en el campo de pruebas de los más heterogéneos artistas y grupos de las vanguardias artísticas, tanto racionalistas como irracionalistas, aunque Gropius hiciera lo posible por darle a la Bauhaus un sentido exclusivamente racionalista.

Concursos y la creación del CIAM

En estos climas de renovación artística e ideológica, se buscó legitimar esta nueva corriente arquitectónica y comparar diferentes soluciones para un mismo problema, por lo que en 1922 surgió el primer concurso de resonancia mundial, organizado por el diario Chicago Tribune para su nueva sede. Si bien participaron numerosos maestros del movimiento moderno, todos los proyectos premiados fueron tradicionalistas, catalogando a los proyectos modernos como extravagancias de una nueva vanguardia. De este modo, se fueron evidenciando las influencias clásicas que aún se mantenían vigentes, gracias a las instituciones informativas como escuelas, la Sociedad de Arquitectos, los medios de comunicación, el gusto del público y las exigencias del Estado que pretendía un estilo determinado.

En 1926, Le Corbusier establece los cinco puntos de la arquitectura moderna, que podían ser considerados como hijos del Hormigón Armado. La estructura independiente, abandonando el muro portante y dejando la planta baja como espacio semi-privado; la terraza jardín, aprovechando el espacio de la cubierta como un verde recreativo, que a su vez, intenta devolver el terreno ocupado; la planta libre, liberando los espacios de muros divisorios y logrando una mayor flexibilidad; la ventana corrida, gracias a la estructura independiente se obtienen vanos libres para el aventanamiento longitudinal, favoreciendo la ventilación, las visuales e iluminación natural; la fachada libre, consiste en el retroceso de las columnas con respecto a la fachada, permitiendo la ausencia de elementos estructurales en la envolvente (Ver Anexo Ville Savoye).

Estos aportes a la arquitectura moderna, fueron plasmados en el proyecto presentado por este maestro, en el Concurso del Palacio de los Soviets de 1931, los cuales se vieron rechazados no por lo que proponían sino por romper tan brutalmente las leyes tradicionales, ya que a su vez, el concurso pretendía demostrar la superioridad del mundo socialista sobre el capitalista, contraponiéndose al de Ginebra (Ver Anexo Concurso Palacio de los Soviet).

A la par de estos sucesos, se crea el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), que consistía en encuentros periódicos para comparar experiencias modernas realizadas, considerando como un conjunto unitario los diferentes problemas con los que se enfrentaban. Esta organización era enormemente influyente, ya que no solo fue destinada a formalizar los principios arquitectónicos del movimiento moderno, sino que también vio a la arquitectura como una herramienta económica y política que se podría utilizar para mejorar el mundo mediante el diseño de edificios y la ciudad.

Década del ‘30

En estos años comienza a surgir la crisis de la década del ’30, la cual se caracterizó por fuertes crisis mundiales socio-económicas, desencadenadas