En una lectura compleja de la narración puntillosa de Runciman,
Enviado por John0099 • 2 de Marzo de 2018 • 4.781 Palabras (20 Páginas) • 349 Visitas
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Es en este contexto histórico, en que el investigador nos relata a través del primer capítulo, al que titula, “La muerte del anticristo”, la relación que tenia Federico con el papado, inicialmente con Inocencio. Como su tutor, confiaba en que la educación que le había dado, se reflejaría en la gratitud de Federico, tras ser coronado rey de Alemania y Emperador en 1215. A cambio, el alemán, había prometido ceder el trono siciliano a su hijo e ir a la Cruzada. Ante su incumplimiento, el papa Gregorio IX, protesto por la retención de Sicilia por el Emperador, y lo excomulgó por no ir a la Cruzada y de nuevo cuando por fin fue. Y no solo eso, también, sus ejércitos invadieron la isla en ausencia del Emperador, que volvía victorioso de Tierra Santa, casado con la heredera de Jerusalén. Esto empañó la imagen del papado, incluso con el Rey de Francia. El papado se encontraba en desventaja en relación a la fuerza material del Emperador, que en parte también se debía a los enfrentamientos locales que había en cada ciudad entre gibelinos y güelfos que generaba inconvenientes de tipo económico por la dificultad para cobrar los diezmos e impuestos dentro de la organización eclesiástica que lo mantenía. Aunque Federico nunca mando un gran ejercito, había heredado “el respeto y la esperanza que los hombres aun tenían por la idea imperial” (Runciman, 1979) [4]. Y además era un hombre notablemente ilustrado, que dominaba varios idiomas correctamente. Entonces lo que el titulo de este capítulo, encierra es la idea de lo que significaba para el papado la muerte de Federico en 1250. Este suceso podría haber sido la oportunidad de ubicar en ese lugar a alguien que favoreciera sus intereses, pero también el cese de las amenazas que representaba el heredero de Hohenstaufen.
Al introducirnos en el segundo capítulo, se aprecia una disputa entre los herederos de Federico, algunos hijos de sus tres matrimonios más o menos afortunados y varios de ellos ilegítimos, con la misma suerte. Pero a quien había legado el reino de Sicilia, que lo que nos compete, es a su hijo legitimo mayor Conrado, quien era ya rey de los romanos. Repartió con el menor, Enrique, el reino de Borgoña y el de Jerusalén, a quien le costaría poder hacerse con el gobierno por tratados previos que favorecían a Conrado. Y es aquí cuando aparece la figura de Manfredo, hijo ilegitimo de Federico, que hereda de su padre territorios importantes en la Italia meridional, como príncipe de Tarento, y gobernador de toda Italia, hasta que llegase Conrado y estableciera su propia administración, por ende heredaba también el reino de Sicilia. Deja clara de esta manera lo que denomina como Regnum sin determinación. De todas formas, Conrado sigue siendo reconocido por los barones en Sicilia principalmente gracias a Pedro Ruffo. Ante esto Manfredo intenta conseguir el control de la isla, con un objetivo definido que empieza con la intensión de reemplazar a Ruffo y a los principales consejeros de Conrado intentando desestabilizar las posiciones fortificadas de su hermanastro. Por otro lado, el papa Inocencio IV, estaba determinado a que el reino siciliano y Alemania no estuvieran unidos, pero no podía ni aproximarse a la idea de expulsar a Conrado. Y paralelamente, Conrado necesitaba el apoyo del Papa para mantener el control en Alemania. Las negociaciones no llegaron a mucho y la guerra se tornaba inevitable. Se encontraba Conrado con una posición favorable en la cuestión mientras el Papa no lograba convocar apoyo de otros reyes mas solo llego a excomulgarlo frente a sus acusaciones. Para fortuna del Papa, el Heredero de los Hohenstaufen muere enfermo en 1254, dejando un solo posible heredero, su hijo Conrado II o Conradino, que al menos era rey legítimo de Sicilia y de Jerusalén al cuidado del Papa. El gobierno de la isla se seguiría disputando entre el Papa por un lado y Manfredo que reunía el apoyo de algunos seguidores de los Hohenstaufen. Pronto Manfredo tomaría la delantera, había tomado el poder de la Italia meridional, y gracias a la ayuda de su tío controló también Sicilia. Su ambición alimentada por los consejos de su familia, lo volvió una amenaza para el papado, que hacia 1261 se hallaba impotente.
El capitulo siguiente, relaciona la situación dominante de Manfredo gobernando la Italia meridional y Sicilia y el recaudo que debía tomar frente a los posibles ataques que podrían provenir tanto de la península, como del “Otro lado del Adriático”. Pero va a adoptar una política más sutil. Los reyes normandos por este motivo, habían establecido dominio sobre Túnez. Como consecuencia, a pesar de la caída de Constantinopla durante la cuarta cruzada, se puede apreciar que los griegos bizantinos habían revivido. En Trebisonda, el gobernador tenía un poder más bien local, determinado en la costa de Anatolia en el mar Negro. Mientras en el oeste del antiguo Imperio Bizantino, se habían fundado principados. Pero lo que le interesaba a Manfredo era como precio por su alianza contra Nicea, era poner pie al otro lado del Adriático (Runciman, 1979)[5]. En Nicea, el trono seria concedido, por la minoría de edad del sucesor del rey muerto, por el general Miguel Paleólogo. Mientras los latinos eran gobernados por Miguel de Epiro, que poco después de que asumiera Miguel Paleólogo, se enfrentarían en la batalla de Pelagonia. Esta batalla aseguro la reconquista bizantina de Constantinopla y el fin del imperio latino, esta conquista fue del emperador de Nicea y no el déspota de Epiro. La derrota de Pelagonia, había restado prestigio a Manfredo, sin embargo, la toma griega de Constantinopla, podía resultar una ventaja para él, ya que este hecho había disgustado al papado. El seguiría pretendiendo recuperarla y para ello solicitó apoyo al papado, al rey de Francia, pero ambos se negaron. Distinto fue Balduino, con quien trazo una tregua. Pero esto significaba para él una entrada en la aceptación romana, al ponerse al servicio de la causa latina.
El papa Urbano IV, que asumió en 1261 a la muerte de Alejandro IV, era francés. Y este resolvió rápidamente centrar sus actividades en luchar contra Manfredo en Italia, que en ese entonces tenía un gran poder. El alemán, había hecho alianzas en su matrimonio con Elena de Epiro y con Constanza, de Aragón. Esto le aseguraba el dominio del mar. Y toda esta seguridad y ventajas no fueron aprovechadas ante la oportunidad que le representaba el nombramiento de un nuevo papa.
Urbano nombro catorce nuevos cardenales, en su mayoría franceses asegurándose el apoyo del colegio cardenalicio. Volvió a controlar gran parte del patrimonio papal, y debilitar el poder de Manfredo. El papa aprovechaba cualquier descontento que hubiera para incrementar su apoyo en los italianos, y ambicionaba colocar un candidato suyo en la
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