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Herencia Histórica Literaria

Enviado por   •  12 de Marzo de 2018  •  3.813 Palabras (16 Páginas)  •  493 Visitas

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Por el contrario, la complejidad idiomática de las colonias y las confrontaciones de culturas basadas en la oralidad y en la escritura hacen del período colonial un contexto ideal para estudiar tanto las culturas y variables idiomáticas como el espectro de interacciones discursivas. La crisis aludida en el título se entiende como el reconocimiento, por parte de los investigadores, "de que la relevancia de la circulación de discursos en el Nuevo Mundo y entre el Nuevo Mundo y Europa para la comprensión del periodo va más allá de lo escrito (puesto que importan las tradiciones orales y las escrituras no alfabéticas) y de lo escrito en castellano por hispanos" (Mignolo, 4). En esta revisión de los estudios coloniales se ven cuatro proyecciones que contribuyen a examinar la imagen heredada de la literatura colonial. La primera comienza antes de 1980. Se refiere a los estudios de neolatín y los estudios de la literatura náhuatl, en la época del México colonial. La segunda proyección es un esfuerzo por justificar la atribución de propiedades estéticas o culturales a un conjunto de textos, que nos resulta hoy obvia, aunque no sus rasgos literarios. A la vez es un esfuerzo por ahondar en el origen de la literatura latinoamericana en el siglo XVI, con estudios como el de Enrique Pupo-Walker, que se esfuerza por encontrar las propiedades literarias en los escritos del Inca Garcilaso de la Vega y conjugar lo imaginario y lo retórico con lo literario en el pensamiento histórico, estudiando el uso de técnicas narrativas en discursos historiográficos. También hay que mencionar los trabajos de Noé Jitrik sobre Colón y de Beatriz Pastor en sus estudios del discurso narrativo. Estas investigaciones tienen dos elementos en común, que son el crear un espacio crítico sobre la naturaleza de lo literario y lo hispanoamericano, y proyectar las técnicas del análisis literario hacia el análisis de discursos no-literarios.

Estos ejemplos nos muestran el desplazamiento del área de estudios de la literatura hispanoamericana hacia el discurso de la colonia. También nos invitan a examinar los límites de la noción de literatura hispanoamericana, y nos exigen una revisión de la noción de “literatura” y de lo “hispanoamericano”

La literatura de Venezuela después de Doña Bárbara.

El periodo de entreguerras se caracteriza en Venezuela por el intento de liquidación del modernismo academicista en poesía y por la aparición de tendencias vanguardistas agrupadas, desde 1936, en la revista Viernes. En esta llamada Generación de 1928, sobresale Miguel Otero Silva (1908-1985) con su obra poética, Agua y cauce (1937), 25 poemas (1942), La mar que es el morir (1962), Sinfonías tontas (1962), y narrativa, Fiebre (1939), Casas muertas (1955), Cuando quiero llorar no lloro (1970). Tienen importancia, asimismo, Miguel Ángel Queremel (1899-1939), inspirador de la revista Viernes, y Vicente Gerbasi (1913-1992), que incorpora el surrealismo a su poesía: Vigilia del náufrago (1937), Bosque doliente (1940), Tres nocturnos (1946) y, posteriormente, Círculos del trueno (1953) y Por arte del sol (1958).

La narrativa venezolana aporta en 1929 un título que, como La vorágine, constituye uno de los grandes hitos en la novelística latinoamericana del siglo XX. Su autor es Rómulo Gallegos (1884-1969), su título: Doña Bárbara. La acción de la novela se sitúa en los llanos venezolanos y en su contrapunto entre civilización y atraso, entre hombres y naturaleza, que en Gallegos no tiene el carácter ciego y devorador que le confiere Rivera en La vorágine, crea una nueva dimensión novelesca, que trasciende el costumbrismo decimonónico, con su intensidad simbólica y expresiva.

Una novela introspectiva y de tonos modernistas es la que escribe Teresa de la Parra (1898-1936) con Ifigenia: diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba (1924) y Las memorias de mamá Blanca (1929). Arturo Uslar Pietri (1906-2001) es uno de los narradores más importantes de la literatura venezolana en el siglo XX. Entre sus cuentos figuran los volúmenes Barrabás y otros relatos (1928), Red (1936), Treinta hombres y sus sombras (1949) y Pasos y pasajeros (1966). Además de cultivar la novela histórica en Las lanzas coloradas (1930), El camino de El Dorado (1947) y La visita en el tiempo (1990).

Entre los narradores posteriores, Salvador Garmendia (1928-2001), escribió una extensa y renovadora obra, Los pequeños seres (1959), La mala vida (1968), Los pies de barro (1973), Memorias de Altagracia (1974); Adriano González León (1931-2008) se destacó por su fantasía en sus libros de cuentos, Las hogueras más altas (1959), Hombre que daba sed (1967) y en sus novela, País portátil (1968). Más joven que los anteriores es Luis Britto García (1940), que se ha señalado con su novela Vela de armas (1970) y con un libro de relatos: Rajatabla (1970).

Historia de la Literatura Venezolana

La Época Colonial

La primera referencia escrita que se posee con respecto a Venezuela es la relación del tercer viaje (1498) de Cristóbal Colón (c. 1451-1506), durante el cual descubrió Venezuela. En esa epístola (31 de agosto de 1498) se denomina a Venezuela como la "Tierra de gracia". Pero poco a poco aparecerán los escritores de literatura. Desde los días de la isla de Cubagua (1528) los encontramos. De ellos ha llegado el nombre y el poema de Jorge de Herrera y las vastísimas Elegías (1589) de Juan de Castellanos.

Durante los tres siglos coloniales la actividad literaria será constante, pero los textos que se conservan en la actualidad son escasos, debido a la tardía instalación de la imprenta en este país (1808), lo cual impidió a muchos escritores editar sus libros. Pese a ello, de 1723 es la Historia de José de Oviedo y Baños, la mayor obra literaria del barroco venezolano; de las últimas décadas del siglo XVIII procede el Diario (1771-1792) de Francisco de Miranda, la mayor obra en prosa del periodo colonial.

Los primeros escritores venezolanos de la literatura colonial fueron los cronistas de Indias, entre ellos Juan de Castellanos, fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón. Podemos también mencionar a José Oviedo y Baños, quien residió en Caracas desde los 14 años de edad, como el primer escritor criollo. Oviedo y Baños con un estilo clásico y realista contaron la conquista y población de la Provincia de Venezuela.

Durante la revolución de la Independencia, Simón Bolívar también usó su pluma para defender y divulgar los principios republicanos, y a veces para expresar sus emociones y vivencias personales. Las creaciones literarias que

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