Historia y consolidación del sistema educativo nacional

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¿Consolidar una república de habitantes productores o de ciudadanos? En torno a esta pregunta gira el próximo debate. En 1910 nuestro país era el principal exportador mundial de trigo, este sistema económico había producido tantos beneficios que era imposible de pensar dejarlo atrás, pero por otro lado la necesidad de pasar a una república de ciudadanos se hacía cada vez más visible; es así como surge la republica posible[5] caracterizada por una tangible fragmentación “entre la libertad política y libertad civil, es decir, una minoría de ciudadanos que se ocupan de la cosa pública y una inmensa mayoría de habitantes preocupados por enriquecerse y enriquecer a la nación, alejados de las pasiones políticas.”[6]

A medidas que la republica posible se desarrolla, las sociedad extrajeras despliegan sus costumbres en las calles, sus hijos se crían en base a su cultura, celebran sus fiestas patrias; en este contexto surge la necesidad de pasar a una nueva república, la republica de ciudadanos para evitar lo que, de lo contrario, sería inminente una república de extranjeros. Hacia finales de la década del ’80 se produce una reacción pública de carácter patriótico, el Consejo Nacional de Educación decreta días para el festejo de las efemérides; este movimiento fue acompañado en 1894 cuando el poder ejecutivo nombra una comisión que recomienda la implementación de la instrucción militar en colegios nacionales, normales y comerciales. La elite gobernante, frente a los enfrentamientos producidos entre inmigrantes y nacionalistas toma la decisión de dar inicio a la consolidación de la republica de ciudadanos dado que la vieja republica tiende a revertir todos los avances logrados desde su comienzo.

¿Ciudadanos católicos o laicos? Aquí encontramos la siguiente encrucijada. Un debate, de lo más interesante, se produce entre liberales católicos y liberales anticlericales. Mientras que los primeros proponían una educación patriótica en las instituciones educativas porque “la unidad de la patria se asocia a la unidad de la religión católica[7]” los segundos destruían su argumento basándose en la imposibilidad de formar nacionalidad cuando no se cuenta con personal de habla castellana.

Es a comienzos del siglo XX cuando se pueden ver las condiciones para consolidar la republica de ciudadanos[8]; el programa de educación patriótica, le Ley Láinez, el servicio obligatorio y la reforma electoral tienen una función no solo social sino también política: se comenzó a buscar la formación de ciudadanos argentinos, crear un sentimiento de nacionalidad, “educar ciudadanos preparados para servir a la patria”[9]

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