Hitler: el reinado del mal. Fascismo totalitario

...

En primer lugar, el protagonismo de las élites en esta doctrina fascista es otro de los puntos tratados en muchas escenas. Esto quiere decir que una minoría debe gobernar ya que, el resto de población, considerada meramente un rebaño, necesita uno o varios pastores que la guien hacia el camino correcto, es decir Hitler primordialmente y su élite.

Para el fascismo la desigualdad no sólo es un hecho necesario, sino un ideal. Hitler desarrolla en su obra su doctrina de la superioridad de la raza aria, la de los hombres a las mujeres, los soldados a los civiles, los miembros del partido a los que no lo son, la propia nación a las demás, los vencedores en la guerra a los vencidos…

También se muestra el ideal de exaltación del jefe carismático. A Hitler se le rinde un culto casi religioso y la propaganda se encarga de que su imagen esté por todo el país, imitando los modelos y los colores de los carteles soviéticos. Este culto a la personalidad del líder es obsesivo, incluso a la hora de saludar se hace con el nombre del líder y, él mismo, como se muestra en la película, exige que se le nombre de “Führer”. Por ello, a los ciudadanos se les exige una fe ciega en él.

La omnipotencia del Estado es otra doctrina expuesta en esta obra, pues no se tolera la separación de los poderes. En el campo político, se suprime toda oposición y, en el intelectual, el Estado monopoliza la verdad al tiempo que se rechaza cualquier crítica. Es decir, esta concepción del estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir valores humanos o espirituales.

Por otro lado, el afán de imperialismo se plasma a través del principio de espacio vital. Hitler para justificar sus invasiones apeló este ideal. Para él, la nación alemana tendría derecho a disponer de correspondiente espacio. Su objetivo principal era Europa Oriental, poblada por razas consideradas inferiores.

Por último, como se muestra en la obra, uno de los principales objetivos era la difusión de la cosmovisión nazi. Esto también incluía a la cultura y el arte, que debían estar alineadas con los objetivos nazis. Joseph Goebbels se encargó de ello, excluyendo los valores culturales de judíos y de otros grupos supuestamente perjudiciales para la política, la cultura o el arte nazi.

Por ello, la propaganda política aparece como arma ideológica para convencer al pueblo y para imponer su visión del mundo. Se supo utilizar para alcanzar el poder y con el objetivo de mostrar a los nazis como salvadores de la nación corrupta. Una vez en el gobierno, pusieron todos los medios de comunicación bajo su control y los utilizaron para dominar el Estado y lograr el total apoyo a las masas.