Informe 2: “La crisis de la sociología occidental“– Alvin W. Gouldner
Enviado por Kate • 6 de Marzo de 2018 • 1.908 Palabras (8 Páginas) • 597 Visitas
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La gran teoría positivista y un callejón sin salida de la restauración
En el periodo de síntesis positivista, la sociología llego a construir una gran teoría de la sociedad, destacando la importancia de estudiar la sociedad de manera científica: tomando a su objeto con la misma distancia que otras ciencias, sin abalarlo ni condenarlo. El positivismo, surgió en Francia con saint-simon después de la revolución de 1789. Fue sistematizado por Comte como gran teoría durante la revolución, esa época posterior a la derrota de Napoleón en la cual la potencia militar combinada de la aristocracia europea devolvía a la nobleza francesa su dominio sobre Francia.
La estructura social de la restauración, como matriz para la cristalización del positivismo sociológico contenía estos factores principales: a) Un conflicto fundamental entre la nobleza restaurada y los términos esenciales de acuerdo institucional establecidos por la revolución. b) A pesar de su mutua oposición cada una de las clases contendientes se mostraba algo ambivalente y vacilante con respecto a los términos que podía aceptar, y al tipo de mapa social que apoyaría. c) Se discutía una gran variedad de problemas básicos; que grupo controlaría el conjunto de la sociedad, ya que cada uno sustentaba un trazado radicalmente diferente del orden social. La religión tradicional siguió perdiendo mucho apoyo y confianza públicos, por haber renovado su apoyo con la nobleza restaurada y a la Corona. E) la ciencia continuó desarrollándose y ganando prestigio público.
La autoridad moral de la iglesia tradicional se redujo aún más entre la clase media.
El positivismo iba a destacar la importancia de las creencias positivas, contraponiéndolas al negativismo de la ilustración y propiciado al mismo tiempo una nueva religión de la humanidad.
Lo que los individuos buscaban era un sistema de creencias que diera dramatismo y colorido al presente, infundiéndole un profundo significado trascendental que no resultara mezquino comparado con los anteriores y permitiéndole tener interés por sí mismo. Lo que se necesitaba era una ideología que dotara de romanticismo a la época sin dejar de ser compatible con la nueva visión del universo propia de la ciencia. Hacía falta una visión que fuera al mismo tiempo romántico y científica.
En el nivel estatal, se prepararon constituciones, en un vasto esfuerzo jurídico teniente a ordenar, especificar y fijar un orden social minuciosamente legislado en todos sus detalles. De otra dirección surgió el “socialismo utópico”, el socialismo de Cabet y los saint-simonianos, que presentaba su imagen de un orden social opuesto en planes igualmente descabellados.
El positivismo sociológico relacionaba de una sola manera con la desaparición de los mapas sociales tradicionales, se buscaba un nuevo método para trazarlos. Según el positivismo, los nuevos sectores autorizados para trazar dichos mapas serían los científicos, tecnólogos e industriels. El positivismo entonces hizo sagrado, mapa mismo sino las reglas para trazarlos, su metodología. En otro aspecto, el de la religión de la humanidad, el positivismo repudiaba el negativismo y elaboraba directamente un nuevo mapa del mundo.
Distanciamiento y objetividad
Si los hombres se venden a un pecio, si venden su tiempo y sus servicios, pocas serán las cosas que resistan a vender por un precio adecuado. Al preocuparnos por la utilidad y la comerciabilidad de las cosas, se deteriora nuestra capacidad de amarlas y por lo tanto, de sentir amor. Existe la dialéctica negativa entre el uso y el amor, pues cada uno de ellos traba al otro.
Uno vive para trabajar o para amar. Trabajar significa ahorrar; amar significa gastar. La objetividad es la compensación que los hombres ofrecen cuando queda disminuida su capacidad de amar. Tal objetividad no es neutralidad, sino alienación respecto de sí mismo y de la sociedad; alienación de una sociedad experimentada como algo dañino, imposible de amar. La objetividad es la ideología de los que están alienados y políticamente desubicados.
La objetividad del positivismo sociológico apareció cuando los hombres comenzaron a sospechar que el mundo en que vivían había agotado sus pasiones y ofrecía poco por lo que valiera la pena vivir o morir. Una de las paradojales características de la cultura moderna es su permanente desprecio por la clase media: el mismo término “Burgués” ha tenido siempre una inextirpable connotación de escarnio.
Los sociólogos procuraron remediar la gran división del universo: el abismo entre poder y moral.
El positivismo entre la restauración y la revolución
Los primeros sociólogos positivistas sentían que el pasado estaba todavía vivo y era peligroso, expresaba ese sentimiento en una teoría del retraso cultural. Según ellos el presente encarnaba ciertas contradicciones llenas de tensión, que no consideraban internas e inherentes a las nuevas instituciones burguesas sino como conflictos existentes entre ellas y las instituciones más antiguas, que subsistían en el pasado.
Mientras procuraban fortalecer contra las viejas elites su nueva posición en la sociedad, la clase media se encontró también frente a un recién surgido proletariado, las masas urbanas, que hicieron suya la combatividad revolucionaria de la clase media para promover sus propios intereses. De tal modo, la clase media se vio obligada a reprimir sus propias iniciativas revolucionarias, por temor a no poder controlar a las masas en ascenso.
La sociología funcionalista, con su carácter ahistórico y su insistencia en las consecuencias inmediatas de los ordenamientos sociales existentes, refleja la perdida de imaginación histórica correspondiente a una clase media ya firmemente establecida, que no teme al pasado ni imagina o desea un futuro radicalmente distinto del presente.
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