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LA CRISIS GENERAL DE LA ECONOMÍA EUROPEA EN EL SIGLO XVII.

Enviado por   •  10 de Marzo de 2018  •  14.742 Palabras (59 Páginas)  •  453 Visitas

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Los campesinos franceses en los siglos XVI y XVII prácticamente no usaban dinero sino para transacciones con el Estado, no se especializaban en el menudeo como sucedía en distintas ciudades alemanas hasta finales del siglo XVI, también hubo cambios en la vestimenta y en los enseres domésticos pero estos sólo sucedieron en una clase reducida que podía costear estos tipos de lujos, pero sin un cambio en la estructura general o sin una revolución en la sociedad rural ésta estaba limitada o creaba sus propios límites; cuando los encontraba, entraba en un período de crisis.

Sin embargo la expansión de los siglos XV y XVI no perteneció fundamentalmente a este tipo y por lo tanto creó su propia crisis tanto en el mercado local como el ultramarino. Los hombres más ricos y poderosos en la sociedad feudal no pudieron superar esta crisis por su incapacidad de adaptación.

Muchos propietarios se interesaron por comercializar lo que se producía en sus tierras. Esto los llevó a introducir innovaciones técnicas para aumentar la productividad. En muchos casos los adelantos técnicos provocaban desocupación, ya que reducían la necesidad de mano de obra. Por lo tanto, gran cantidad de campesinos se vieron obligados a abandonar sus tierras, condenados a refugiarse en los bosques o a emigrar a las ciudades para hallar un modo de subsistencia.

La especialización de los “capitalistas feudales”: el caso de Italia

Italia sufrió las consecuencias más notables de esta crisis, lo que hace que se ponga en evidencia la debilidad del capitalismo ante la sociedad feudal. Los italianos controlaban, en el siglo XVI las masas más importantes de capital pero la inversión que hicieron con este fue desastroso; el capital lo inmovilizaron en construcciones y lo despilfarraron en préstamos extranjeros durante la revolución de precios lo que obviamente favoreció a los deudores, también dejaron de lado la producción manufacturera para seguir con diversas formas de inversión inmobiliaria. Posiblemente el fracaso que tuvo Italia en la industria manufacturera contra Holanda, Inglaterra o Francia se deba a este desvió de recursos.

Sin embargo, tiene además que, los reformadores italianos habían puesto sus esperanzas en el emperador contra el Papa. Se basan para ello en la política de Carlos V hacia el papado y en las críticas de los documentos imperiales que acusaban al Papa de actuar como político y no como pastor. Es verdad que casi con toda seguridad el emperador no fue responsable personalmente de este asunto; no obstante la reconciliación del Papa con el emperador en 1529 llegaba demasiado tarde. Por consiguiente, la parte europea del Imperio queda dividida en conjuntos donde la administración se volvió autónoma. No por esto se debe creer que esta transformación fue radical, en cuanto a los ideales políticos, ya que estas tendrán su aparición más pausadamente y donde más radical se llevará a cabo será en el terreno administrativo. De aquí, derivaría el problema que surge enfocado a una debilidad política en Italia. Además de ésta, viene acompañada por una debilidad militar, que podemos deducir que fue por la falta de pagos a los ejércitos, y a causa de no poseer más tropas mercenarias mandadas por los condottieri, que producían esa fuente de la riqueza y el poder. Por consiguiente, no deberíamos asombrarnos mucho acerca que Italia fuera a lo largo del siglo XVI un “cacharro” lo que hace que frente a otras potencias, como España y Francia que aprovecharan esta debilidad. Sin embargo consiguió mantenerse a “flote” gracias a Venecia, los Estado Pontificios y en alguna medida la Toscana; los únicos Estados que salvaguardaron su independencia.

Las contradicciones de la expansión: Europa Oriental

Prácticamente Europa Occidental logró entrar en el comercio y la manufactura se alcanzó por medio de la creación de un enorme excedente de productos alimenticios exportables en Europa Oriental y quizás también por las pesquerías oceánicas. Por otro lado en Europa Oriental esto se logró mediante la creación de la agricultura servil en gran escala, ósea por medio de una prolongación local del feudalismo.

Claro que este hecho tuvo tres notorias consecuencias: Convirtió al campesino en un cliente al contado menor de lo que había o podía haber sido o lo obligó a abandonar los tejidos occidentales de buena calidad en beneficio de las telas locales baratas. Disminuyó el número y la riqueza de la nobleza menor, a favor de un puñado de magnates. En Polonia los primeros controlaban un 43.8% de los arados a mediados del siglo XV y un 11.6% a mediados del XVI, mientras que la participación de los últimos subió de 13.3% a 30.7% en el mismo período. Y finalmente, sacrificó el mercado más activo de las ciudades en pro de los intereses de comercio libre de terratenientes exportadores o fortaleció el tipo de comercio que convenía a las ganancias de los ya opulentos señores. Por lo tanto la expansión tuvo dos resultados; por un lado creaba las condiciones para la expansión de las manufactureras en Europa Occidental, reducía por el otro la salida de las manufactureras al área del Báltico que quizás era su mercado más importante. El deseo de sacar provecho rápidamente de la creciente demanda de cereales indujo a los señores del sistema servil a esa precipitada expansión de sus dominios y a la intensificación de la explotación que condujo a la revolución ucraniana y quizás también a catástrofes demográficas.

Las contradicciones de la expansión: mercados coloniales y ultramarinos

El comercio entre Europa y el resto del mundo había sido pasivo durante muchos años, esto porque los orientales no necesitaban nada de lo que se producía en esta parte del mundo, sin embargo es claro que Europa si necesitaba los productos de los orientales. Para equilibrar esta situación los medios de pago se llevaban por medio de metales, que algunas veces estaban acompañados por exportaciones de esclavos, pieles, ámbar y otros productos de lujo. Fue hasta la Revolución Industrial que las ventas y manufactureras europeas tuvieron importancia. El mercado africano podía ser una excepción a causa de los vacilantes términos de intercambio favorables que los productores europeos impusieron entre los ignorantes compradores y de hecho porque el continente fue considerado superficialmente como una fuente de provisión de metálico hasta ya muy entrado el siglo XVII. En 1665, la Real Compañía Africana todavía estimaba sus ganancias en oro en el doble de sus ganancias en esclavos. La conquista europea de América y de las principales rutas de comercio no hicieron mucho la diferencia

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