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LA NUEVA ERA DE PAZ Y CAFÉ

Enviado por   •  18 de Septiembre de 2018  •  2.845 Palabras (12 Páginas)  •  359 Visitas

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Los comienzos de la industrialización en regla datan de la época de Rafael Reyes, quien no sólo sentó las bases para un clima político propicio, sino que también extendió la necesaria protección arancelaria para el desarrollo fabril. Coltejer, hoy la más importante firma textil del país, cuyo rascacielos domina el centro de Medellín, fue fundada en 1907. Sin embargo, a pesar que la económica textil creció en gran cantidad la forma de vida de los trabajadores no era considerada la mejor. Dichos empleados, ganaban alrededor de 30 centavos de dólar por día, y por lo general dormían en dormitorios vigilados exclusivo para niñas. Por otro lado, los puestos que requerían más preparación y habilidad, y por tanto los mejor remunerados, quedaron en manos de hombres, los cuales poco a poco aumentaron su participación en la fuerza laboral textil.

Antioquia no ofrecía ventajas evidentes en cuanto al acceso a las materias primas y estaba aislada de otros centros de población por terrenos difíciles y transportes totalmente inadecuados, por lo menos hasta el momento en que se logró terminar el tramo del ferrocarril de Antioquia que conectó a Medellfn con el río Magdalena. Pero Antioquia tenía acceso fácil y rápido a capitales comerciales disponibles para inversiones en nuevas empresas, la mayoría de ellos proveniente de la destacada posición de la región en la minería del oro y, más recientemente, en las exportaciones de café.

Otras dos áreas de crecimiento económico notables durante el primer tercio del siglo XX fueron el petróleo y el banano, que, a diferencia del café y los textiles, se convirtieron en enclaves de la penetración de capitales extranjeros. Colombia como el deseo del propio gobierno de impulsar la inversión en el campo petrolero influyeron en la ratificación final, por parte de ambos países, del tratado Urrutia-Thompson. Por otro lado, en cuanto a la exportación del banano hacía al final de la década de los 20 este producto contribuía ya con el 6% de la totalidad de las exportaciones. del país.

La huelga bananera de 1928 constituyó la explosión de una creciente tensión laboral. Cuando se inició la huelga, en octubre de 1928, las exigencias de los trabajadores cubrían desde el aumento salarial y las mejoras en las condiciones de vida hasta el reconocimiento formal del sindicato que habían creado. La compañía fue inflexible y el gobierno de Abadía Méndez la respaldó, en parte debido a una exagerada preocupación por la presencia de agitadores radicales. Las cosas subieron de punto cuando el 6 de diciembre, en la población de Ciénaga, los soldados dispararon contra una multitud de huelguistas, con el saldo oficial de trece muertos.

La masacre de las bananeras fue de ese modo uno de los factores que contribuyeron al colapso final de la hegemonía conservadora. Pero no fue el único: más importante incluso que la huelga de las bananeras o el agotamiento natural resultante de tanto tiempo en el poder fue el impacto de la depresión económica mundial, cuyos primeros efectos se empezaron a sentir en Colombia incluso antes del desastre de Wall Street de octubre de 1929.

LA REPUBLICA LIBERAL (1938-1946)

En cuanto al capítulo ocho (8) titulado la Republica Liberal, se expresa que Colombia es una de las pocas naciones latinoamericanas que no sufrieron un cambio revolucionario de gobierno durante los altos de la depresión mundial. Por el contrario, el gobierno conservador cayó en elecciones libres y transfirió pacíficamente el mando al nuevo Presidente liberal.

El cambio más inmediato y notorio fue el deterioro repentino del orden público en la mayor parte del país. Este brote de violencia ofrecía un tajante contraste con la aparente tranquilidad que predominó en la vida política de Colombia durante el último período de la hegemonía conservadora. En 1930, uno de los problemas era simplemente que el liberalismo había estado lejos del poder por casi medio siglo.

Dado el conflicto que mantenía Colombia con Perú se tomó como última decisión el iniciar una nueva época de conflicto armado. Leticia en ese entonces era considerado el campo de batalla. Este hecho trajo consigo consecuencias catastróficas para el país, desde: la devaluación de su moneda, hasta una baja de precios en la industria cafetera.

Por otro lado, se establece que, López Pumarejo fue el primero que centró el debate político alrededor de los temas laborales y sociales, y en este proceso desató la oposición de los líderes políticos y empresariales tradicionales; pero Colombia cambió muchísimo bajo su mandato. López afirmaba que su partido debía tomar la iniciativa y canalizar tales demandas hacia una solución pacífica. Sin duda alguna su partido no tuvo buena aceptación debido a los múltiples socio conflictos que se presentaron antes y durante su mandato. El descontento urbano también empezaba a manifestarse a medida que las ciudades crecían.

En el caso de Bogotá, que a comienzos de siglo escasamente superaba los cien mil habitantes, a mediados de la década de 1930 contaba con un cuarto de millón. Este aumento reflejaba un ritmo acelerado de urbanización que también era apreciable en Medellín, que en cifras seguía de cerca a la capital, y en Barranquilla. El crecimiento urbano se basaba en la expansión de los servicios y la construcción, así como de la industria manufacturera, especialmente en la capital antioqueña.

Durante los años 30 la producción textil en particular creció a un ritmo anual mayor al registrado en Gran Bretaña durante la fase de «despegue» de la Revolución Industrial. Desafortunadamente, la industria de tejidos no provocó un proceso duradero ni autosuficiente de crecimiento económico en Colombia como sí lo hizo en la Inglaterra del siglo XVIII. Las fábricas colombianas no constituyeron el principal escenario para la militancia laboral, que era mucho más pronunciada entre los trabajadores de los transportes. Sin embargo, el progreso de la industrialización puso en evidencia que tarde o temprano habría que enfrentar los problemas laborales.

López Pumarejo fue testigo del comienzo de problemas sociales potencialmente graves. Intentó hacer algo al respecto antes de que la situación se volviera realmente crítica y adoptó un programa que, con cierta grandilocuencia, denominó la «revolución en marcha». En aquel entonces Colombia se encontraba en la realización de distintas reformas. Con la esperanza de calmar el descontento campesino, López patrocinó la primera ley colombiana de reforma agraria, adoptada en 1936. Se trataba de una medida moderada que no determinó que los terratenientes perdieran tierras que estuvieran explotando

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