La era de la revolución (Hobsbawm, E) Capítulo I: El mundo en 1780-1790
Enviado por Helena • 25 de Septiembre de 2018 • 2.830 Palabras (12 Páginas) • 377 Visitas
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El comercio colonial había creado la industria del algodón y continuaba nutriéndola. La industria británica, como las demás industrias algodoneras, tuvo su origen como un subproducto del comercio ultramarino, que producía su materia crudo, y los artículos de algodón indio o indianas, que ganaron los mercados, de los que los fabricantes europeos intentarían adueñarse con sus imitaciones.
En el siglo XVIII se desarrolló en el hinterland de los mayores puertos coloniales, como Bristol, Glasgow y especialmente Liverpool, el gran centro de comercio de esclavos. Cada fase de este inhumano pero rápidamente prospero trafico parecía estimular aquella. Las plantaciones de las Indias Occidentales, adonde los esclavos eran llevados, proporcionaban la cantidad de algodón en bruto suficiente para la industria británica, y en compensación los plantadores comparaban grandes cantidades de algodón elaborado en Manchester.
La revolución industrial puede considerarse, salvo en unos cuantos años iniciales, hacia 1780-1790, como el triunfo del mercado exterior sobre el interior. (En especial, mercados coloniales o semi-coloniales). América latina vino a depender virtualmente casi por completo de las importaciones británicas durante las guerras napoleónicas, y después de su ruptura con España y Portugal se convirtió casi por completo en una dependencia económica de Inglaterra, aislada de cualquier interferencia política de los posibles competidores de este último país.
La expansión algodonera se vio influenciada por las innovaciones técnicas de la revolución industrial, la máquina de hilar, los husos mecánicos, y un poco más tarde, los poderosos telares, los cuales eran relativamente sencillos y baratos y compensaban en seguida sus gastos de instalación con una altísima producción.
Otra de las ventajas de esta producción radicaba en que la materia prima provenía de afuera del país, por lo cual su abastecimiento podía aumentarse con los drásticos procedimientos utilizados por los blancos en las colonias (esclavitud y apertura de nuevas áreas de cultivo) más bien que los lentísimos procedimientos de la agricultura europea.
Desde 1790 la industria algodonera británica encontró su suministro, al cual permaneció ligado su fortuna hasta 1860, en los recién abiertos estados del sur de los Estados Unidos.
En la década de 1830-1840 se suscitó uno de los mayores problemas de crecimiento en la industria algodonera. Estos primeros tropiezos de la economía industrial capitalista se reflejaron en una marcada lentitud en el crecimiento y quizás incluso una disminución de la renta nacional británica en dicho periodo.
Consecuencia sociales: la transición a la nueva economía creo miseria y descontento, materiales primordiales de la revolución social. Y en efecto, la revolución social estallo en forma de levantamientos espontáneos de los pobres en las zonas urbanas e industriales, y dio origen a la revolución 1848 en el continente y al vasto movimiento cartista en Inglaterra. (Antagonismo del proletariado)
Los obreros y pequeños burgueses descontentos se encontraban al borde de un abismo y por ello mostraban el mismo descontento, que les uniría en los movimientos de masas del “radicalismo”, la “democracia” o el “republicanismo”, entre los cuales el radical inglés, el republicano francés y el demócrata jacksoniano norteamericano serían los más formidables entre 1815-1848.
Había tres fallos en el proceso económico que amenazaba las ganancias de los capitalistas:
- El ciclo comercial de alza y de baja.
- La tendencia de la ganancia a declinar.
- La disminución de las oportunidades de inversión provechosas.
La industria se veía obligada a mecanizarse (lo que reduciría los costos al reducir el número de obreros), a racionalizarse y a aumentar su producción y sus ventas, sustituyendo por un volumen de pequeños beneficios por unidad la desaparición de los grandes márgenes.
Esta mecanización tomo principalmente más bien la forma de una adaptación o ligera modificación de la maquinaria ya existente que la de una absoluta revolución técnica. La industria algodonera británica se estabilizo tecnológicamente en 1830.
Esta industria, aunque probablemente no lo bastante desarrollada para una verdadera industrialización a escala moderna, era lo suficientemente amplia para estimular la invención básica que iba a transformar a las principales industrias de mercancías: el ferrocarril. Las minas no solo requerían máquina de vapor en grandes cantidades y de gran potencia para su explotación, sino también de unos eficientes medios de transporte para trasladar las grandes cantidades de carbón desde las galerías a la bocamina y especialmente desde esta al punto de embarque.
Desde el punto de vista del desarrollo económico, el inmenso apetito de los ferrocarriles, apetito de hierro y acero, de carbón y maquinaria pesada, de trabajo e inversión de capitales, fue más importante en esta época.
Uno de los factores cruciales que debió movilizarse en este periodo fue el trabajo, en una economía industrial disminuye notoriamente la población agrícola (rural), a la vez, que aumenta paralelamente la no agrícola (urbana), y casi seguramente, un aumento general de toda la población. Lo cual implica a la vez un incremento en el suministro de alimentos, principalmente agrarios, es decir, una “revolución agrícola”.
El gran aumento de la población que permitió a la agricultura británica en 1830-1840 proporcionar el 98 por 100 de la alimentación de una población entre dos y tres veces mayor que la de mediados del siglo XVIII, se alcanzó gracias a la adopción general de métodos descubiertos a principios del siglo anterior para la racionalización y expansión de las áreas de cultivo.
Pero todo ello se logró por una transformación social más bien que técnica: por la liquidación de los cultivos comunales medievales con su campo abierto y pastos comunes (“movimiento de cercados”), de la petulancia de la agricultura campesina y de las caducas actitudes anti-comerciales respecto a la tierra. (Solución del problema agrario).[pic 1][pic 2]
En términos de productividad económica, esta transformación social fue un éxito inmenso; en términos de sufrimiento humano, una tragedia, aumentada por la depresión agrícola después de 1815 redujo al pobre rural a la miseria más desmoralizadora.
Capítulo 3: La revolución Francesa
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