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La muerte en el periodo novohispano

Enviado por   •  6 de Octubre de 2018  •  4.225 Palabras (17 Páginas)  •  297 Visitas

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El filósofo Rafael Rúa Álvarez en una conferencia llamada ¿Qué es el cielo? Señala cuatro factores principales e importantes para probar la existencia del mismo (cabe señalar que solo se hará la cita sobre estos factores más no se hará una explicación a fondo de los mismos dado que este es un trabajo de carácter histórico y no filosófico), “la verdad infinita, un amor esencial, una belleza inefable y una eternidad, identificándose en una sola naturaleza infinita, a la par que existe en el hombre una capacidad natural para su posesión; luego existe la felicidad eterna, entonces EL CIELO EXISTE” (Rúa Álvarez: P ).

El infierno es descrito en la biblia, principalmente en el libro del Apocalipsis como un lugar en el que se envían las personas en su cuerpo de carne y hueso después de haber sido juzgados y al caer en este lugar simplemente dejan de existir, son destruidos. Según otras religiones, el infierno es el lugar donde después de la muerte son torturadas eternamente las almas de los pecadores. Es el equivalente al Gehena del judaísmo, al Tártaro de la mitología griega y al inframundo de las religiones paganas.

En la teología católica, el infierno es una de las cuatro postrimerías del hombre y no se le considera como un lugar, sino como un estado de sufrimiento.[5]

A esta misma conclusión llego el filósofo antes citado ya que al ser un estado no se halla en lugar alguno y consiste en una privación de la perfección absoluta, él considera que el pecado es igual al desorden ya que los pecados son cometidos por un ser consiente y libre y considera que el Infierno existe por tres razones clave, estas son: la justicia eterna, la ley eterna y el hombre responsable de sus actos. En resumen el Infierno es la PRIVACIÓN ABSOLUTA de la ABSOLUTA FELICIDAD.

El purgatorio no se menciona con exactitud en la Biblia pero se señala que Jesús hizo muchas parábolas en torno al purgatorio, un ejemplo es la parábola del funcionario que no quiso perdonar y advierte que el hombre puede cumplir su deuda, lo que sugiere que como en el cielo no hay “verdugos” que cobren las deudas el purgatorio se concibe como un lugar intermedio donde los salvados purifiquen las deudas pendientes

Rúa Álvarez señala que el purgatorio es un estado intermedio de purificación dado a que existen múltiples factores para probar su existencia como son: que exista el alma inmortal, que merezca castigo, que ese castigo no deba ser eterno, que no basten las penas de la vida para castigar las faltas leves, que las almas no pueden gozar de la felicidad eterna porque hubo una falta a la ley de manera breve que la existencia de ese castigo no se oponga a las perfecciones del ser infinito. En resumen, si todos estos factores se llevan a cabo es posible decir que existe el purgatorio.

Al haber señalado desde el punto de vista teológico y filosófico la existencia del cielo, el infierno y el purgatorio podemos deducir que si el alma es responsable, merece premio por sus obras buenas y castigo por sus obras malas.

Aquí en la Nueva España el proceso de evangelización por parte de los frailes a los “indios”[6] fue con base en lo dicho anteriormente sobre la creencia en el Verdadero Dios, aunque se dio de manera progresiva, aunque para eso se tuvieron que destruir las creencias de los indígenas para imponer las creencias cristianas, primordialmente las españolas.

A mi parecer no fue solo la imposición de la religión, fue una conquista compartida, es decir los naturales aprendieron de los peninsulares así como los peninsulares aprendieron de los naturales, a pesar de todo la forma más fácil de entrar a la cristiandad fue a través del bautismo. María de los Ángeles Rodríguez Álvarez señala los dos principales cambios que se suscitaron en el cambio de las ideologías:

- “Pide que cesen los abusos de quemar los cuerpos de los difuntos y que empiecen a ser enterrados en la “entrañas de la tierra”” (Rodríguez, Álvarez. P 51)

- “Pide que no se entierren en los montes y en los campos, que se comience a enterrarlos en los cementerios””[7] (Rodríguez, Álvarez. P 51).

Esto represento una gran amenaza ya que los cementerios se ubicaban en los atrios de las iglesias y las personas se sepultaban ahí ya que esto garantizaba la cristiana sepultura así como la protección de los santos.

Dado a que la sobrepoblación de los cementerios era exagerada de vez en cuando se exhumaban los restos más antiguos para que se sepultara a alguien más en esa fosa.[8]

Los doctores de la época de la Colonia creían que las enfermedades del cuerpo provenían de la ira divina como la enfermedad y la muerte ya que el castigo de Dios era proporcional a los pecados que se cometían, después de esto se les recomendaba mucho reposo así como una dieta compuesta principalmente por caldos.

Los Ayuntamientos que eran los encargados de mantener el saneamiento de la ciudad así como el de pavimentar las calles y mantener la seguridad de la ciudad, desgraciadamente con tan poco presupuesto y con el menor tiempo no fue posible el llevar a cabo las tareas encomendadas lo que derivó en la proliferación de muladares, el estancamiento de agua y la espera de cadáveres para su cristiana sepultura, esto llevó a la negligencia y la irresponsabilidad de sus servidores al no haber las medidas necesarias para el control de las enfermedades y plagas.[9]

De las órdenes que llegaron a Nueva España es importante señalar a los Juaninos, a los Betlehemitas, los Hipolitos y los Antoninos, cada orden fundaba su propio hospital con el fin de preservar la salud de los individuos aunque aún se seguían recibiendo a personas con enfermedades contagiosas lo que facilitaba la expansión de enfermedades.

Muchas veces las enfermedades coincidían con el hambre, en las cocinas improvisadas que se colocaban en las parroquias se servían caldos, “sopas de pobres” y atoles aunque debido a la alta demanda de servicios de salud los alimentos resultaban insuficientes.

Los encargados de proveer los servicios de salud en el virreinato eran los Protomedicatos, esta instancia se encargaba de orientar al virrey en los asuntos relacionados con la medicina y con la salud pública, además de atender a tiempo a los enfermos y de suministrar y distribuir las medicinas suficientes para su tratamiento, para esto el Protomedicato recurrió a las boticas para que las dieran a precios moderados o las dieran gratuitamente a costa del Ayuntamiento a pesar de las buenas intenciones los boticarios elevaban los precios a tal forma que ni la población pudiera pagar los medicamentos.

Para intentar contener

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