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Las mujeres de la nueva españa en la vida cotidiana.

Enviado por   •  22 de Febrero de 2018  •  3.436 Palabras (14 Páginas)  •  464 Visitas

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El esfuerzo por entender las actitudes femenina a lo largo de la historia y su influencia perceptible en los cambios sociales, se ha manifestado sobre todo en relación con los procesos de larga duración, como la vida familiar, los tratos conyugales, el cuidado de los hijos y la evolución de los conceptos y prácticas relacionados con el amor. Se debe pretender, tal y como Georges Duby y Michelle Perrot en su obra colectiva “El balance provisional”, la búsqueda de comprensión de la relación entre los sexos, lejos de una pretensión de aislar a las mujeres como objeto de estudio[10].

Jules Michelet advierte que la relación entre los sexos es un motor en la historia, pero en esa relación interpretaba que lo femenino se identificaba con la naturaleza y lo masculino con la cultura, muchos antropólogos coincidieron con esa interpretación del sexo basado en la biología, algo que en la actualidad nadie podría sostener. Pilar Gonzalbo menciona que el verdadero reto en hacer historia de las mujeres es descubrir los cambios, así hayan sido lentos y sutiles, que se presentaban dentro del patrón opresión y sumisión que prevaleció por siglos y descubrir la forma en que se produjeron y como incidieron en diferentes grupos y en distintas situaciones[11].

Existe una relación permanente entre los cambios socioeconómicos y la situación de las mujeres. Sometidas siempre a los hombres del hogar, necesitadas de la real o imaginaria protección de un varón, ellas se defendieron y se esforzaron por mejorar su condición y afrontaron las limitaciones propios de las épocas de escasez y de los discursos represivos de la Iglesia que progresivamente pretendió reducir sus libertades a la vez que sacralizaba la vida doméstica y las obligaciones de la maternidad.

El pasado de las mujeres españolas

Antes de pasar a hablar sobre las mujeres novohispanas, es importante mencionar lo que sucedió históricamente en España, pues la herencia cultural que transmitieron a las colonias americanas es evidente y permite entender de mejor manera el comportamiento de la sociedad y, en este preciso caso, de las mujeres de la Nueva España.

Desde la remota prehistoria, las representaciones humanas, ya sea en el arte rupestre antiguo o en los monumentos megalíticos de la España pre romana, se puede observar en la especialización de actividades, una clara indicadora de una diferenciación sexual del trabajo. Desde aquí se puede rastrear como las mujeres estaban encaminadas a desarrollar actividades en el ámbito doméstico, delegándole solamente funciones reproductivas. La España romana se incorporó a la legislación y a las costumbres que imponía el imperio, y más tarde aceptó las normas de los pueblos bárbaros que ocuparon la península. El mundo medieval unificó a los pueblos de la cristiandad en los miedos, las carencias y la resignación ante la penuria que los afectó durante más de 5 siglos.

El resurgimiento de una vida menos dura se inició en las ciudades. En Castilla, muchas ordenanzas de gremios admitían el trabajo femenino. En Cataluña hubo mujeres tejedoras y prestamistas que dispusieron sus bienes y distribuyeron entre seis parientas y amigas las herramientas del oficio[12]. Las ciudades ofrecían refugio a quienes podían sobrevivir con alguna habilidad y muchas mujeres vieron como un alivio el abandono de las faenas del campo a cambio de las actividades compartidas con los hombres de la casa en las primeras manufacturas artesanales.

La vida de las mujeres en las ciudades musulmanas tenía algunas diferencias, ya que las mujeres, al menos las de los grupos prominentes, aceptaron el régimen de vida en reclusión. Por varios siglos se mantuvo la diferencia entre la relativa libertad que gozaban las mujeres en el norte de la Península ibérica y el encierro que se exigía en la España meridional.

Al igual que en el resto del mundo occidental, parece una verdad indiscutible que desde la Edad Media hasta tiempos recientes, la violación de las mujeres se consideraba una afrenta a los padres o maridos, pero eso no significa que sólo estuviera en juego el honor de ellos y que las víctimas no se sintieran agraviadas. Sin duda las interpretaciones de honor y vergüenza afectaron de distintas maneras a hombres y mujeres. Están distinciones son las que enriquecen la historia desde una perspectiva de género, pues se puede percibir notablemente los valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual.

Si bien las mujeres han sido a lo largo de la historia un grupo que la mayoría de las veces ha existido bajo la sumisión, es importante resaltar que dentro de este gran grupo se pueden encontrar subgrupos diversos, los cuales se diferencian en clase social, raza o profesión. Un ejemplo de esta diferenciación pueden ser las prostitutas de la España cristiana, las cuales eran aceptadas como medio para mantener el orden familiar establecido, ya que los hombres se casaban a edad avanzada y los matrimonios eran convenios al servicio de intereses patrimoniales y de linaje. Tan sólo se tomaron medidas de control como la prohibición de la prostitución callejera y la defensa de las ganancias obtenidas por ellas. Las amancebadas eran bastante bien aceptadas por la sociedad, pero las concubinas, que tenían trato con hombres casados eran tratadas con mayor dureza, porque su falta se agarraba con el pecado de adulterio [13].

Para la Iglesia, los hijos ilegítimos eran un problema de conciencia, pero para las autoridades civiles se trataba del orden social. El matrimonio reflejaba el orden de Dios en la tierra, con la autoridad del marido y la sumisión de la mujer. Un marido que se dejara mandar era contrario a la ley natural y divina.

De Andalucía a América

En la Nueva España la moral católica, el sistema legal y los modelos ideales de comportamiento se flexibilizaron según se tratase de indias, negras, españolas o mujeres de las casas, según estuvieran obligadas a realizar el trabajo asalariado o pudieran vivir en la holganza rodeadas de sirvientas, según vivieran en los valles centrales o en los confines del virreinato.

Sin dejar de tener presente lo que las normas y las costumbres españolas influyeron en el Mundo Hispano americano, cualquier intento de hacer una historia de género debe tomar en cuenta las variables derivadas del origen étnico y de la situación social, junto a las circunstancias económicas por regiones y tiempos, y la procedencia de los inmigrantes que los primeros años fueron en mayor parte andaluces y en particular sevillanos[14].

Las semejanzas entre el viejo y el nuevo mundo pueden encontrarse sobre todo en

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