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Monografia Integracion Areal el tejido y la reciprocidad inca

Enviado por   •  5 de Junio de 2018  •  4.029 Palabras (17 Páginas)  •  332 Visitas

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El imperio incaico estaba gobernado por el Inca, quien era considerado como el representante del sol en la tierra y contaba con poderes absolutos; antes de 1438, la dinastía local de los incas, gobernaba solo un pequeño territorio y su poder no sobrepasaba el de los demás estados regionales. “bajo Pachacuti y Topa Inca se controlaba ya desde el lago Titicaca hasta mas allá de Quito, en el Ecuador; Topa Inca extendió sus dominios hasta el Norte de Chile y Huayna Cápac agrego a su imperio territorios del Norte hasta la frontera de Colombia[7]”

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“La sociedad inca”

Hablar de la economía incaica, solo será posible luego de entender y mencionar su organización social, teniendo en cuenta que es esta la que determinara la base económica.

La sociedad inca era clasista, con el inca en los más alto de la pirámide social y los runa o pueblo llano en la base. La corte imperial estaba formada por nobles, que solo podían acercarse al inca encorvados. Una costumbre muy extendida era el incesto entre el inca y algunas de sus hermanas para conseguir un heredero de puro linaje real, pero también había esposas secundarias o pallas, cuyos hijos formaban parte de la panaca real. Cuando el inca moría, le sucedía su hijo mayor, siempre que este sea hijo de su esposa legítima, si no lo había, lo seguía el hijo mayor de una concubina.

En la pirámide social, la nobleza se encontraba por debajo del inca, y había distintas clases: la nobleza de sangre, de la cual formaban parte los miembros de la pacana; la nobleza de privilegio, aquellos que el inca premiaba por haberse distinguido de alguna manera; la nobleza territorial, que eran los curacas o jefes de los grupos étnicos conquistados por los incas e incorporados al imperio. El pueblo llano o hatun runa, se dedicaba sobre todo a la agricultura, y componía la mayor parte de la población, dentro de ellos se distinguían: los maracunas, que recibían al nacer un lote de tierra para que lo trabajasen en su vida adulta,”(…) Cuando el hijo varón se casaba le daba el padre la hanega de tierra que para su alimento había recibido, porque echándolo de su casa no podía quedarse con ella. Las hijas no sacaban sus partes cuando se casaban, porque no se las habían dado por dote, sino para alimentos, que habiendo de dar tierras a sus maridos no las podían ellas llevar, porque no hacían cuenta de las mujeres después de casadas sino mientras no tenían quien las sustentase, como era antes de casadas y después de viudas. Los padres se quedaban con las tierras si las habían menester; y si no, las volvían al consejo, porque nadie las podía vender ni comprar. Al respecto de las tierras que daban para sembrar el maíz, repartían las que daban para sembrar las demás legumbres que no se regaban. A la gente noble, como eran los curacas, señores de vasallos, les daban las tierras conforme a la familia que tenían de mujeres e hijos y concubinas, criados y criadas. A los Incas, que son los de la sangre real, daban al mismo respecto, dondequiera que vivían, de lo mejor de la tierra; y esto era sin la parte común que todos ellos tenían en la hacienda del Rey y en la del Sol, como hijos de éste y hermanos de aquél”[8]; llactarunas, que solo trabajaban en los núcleos habitados; los mitmacunas, a los que se traslada de un lugar a otro para difundir la cultura incaica y asegurar asi el control político de las zonas conquistadas y los yanacunas, casi todos prisioneros de guerra que eran usados como sirvientes. Es evidente que “la propiedad comunitaria como propiedad estatal, se ve separada de la propiedad privada. La propiedad del individuo no es aquí inmediatamente y de por si propiedad comunitaria(..) tampoco es propiedad del individuo separado de la comunidad, pues este es más bien solo su poseedor(..)”[9]Los artesanos gozaban de ciertos privilegios, sobre todo los orfebres que trabajaban la plata. Los pescadores del litoral eran una clase social separada. Los mercaderes no usaban la moneda, desconocida en el mundo inca; y en el señorío de chincha formaban un grupo social distinto de los demás. Solían hacer trueques con cobre, sal, pescado seco o salado y ropa de lana. Los hijos de los nobles estudiaban en la Casa del Saber, al menos durante cuatro años, y se instruían sobre religión, lengua e historia inca. Se permitía que a esta escuela asistiesen los hijos de los curacas, sobre todo para que se empapasen de cultura inca. Parece ser que también existía una especie de escuela femenina, en donde se educaban las princesas incas. Casi todos los habitantes del Tiwantisuyo vivían en el ámbito rural. Los funcionarios incas no permitían que nadie abandonase su lugar de origen sin permiso. “(..)Para ello cada grupo étnico debía vestirse de una manera distinta: los huancas del norte llevaban turbante negro, los collas del lago Titicaca, un gorro de lana; y los de Cajamarca un cordón en el pelo”[10]. La población urbana se asentaba casi toda en Cuzco. Las casas en la ciudad eran de piedra, con techo de paja y sin ventanas. En la vida cotidiana las mujeres se levantaban una hora antes que sus esposos para machacar el maíz. La jornada masculina solía acabar hacia las seis de la tarde, mientras que la esposa acababa su trabajo mucho más tarde. La primera estructura del Tiwantinsuyo era el ayllu, que se establecía en razón del parentesco, bien patrilineal, matrilineal o dual. En la sociedad inca todos trabajaban. La minca era el trabajo que realizaban en común los miembros del ayllu a favor de la comunidad o de otra persona. El Inca era la autoridad suprema, pero solía comportarse con el pueblo de forma paternal y bondadosa, aunque aplicase rectamente la ley y los castigos resultasen extremadamente duros. Vivía en un lujoso palacio en Cuzco, capital del Tiwantinsuyo. Se dejaba asesorar por un Consejo de Ancianos, y en cada provincia había un gobernador que le representaba. Los funcionarios que se conocían con el nombre de tucuyuricun (el que todo lo ve) recorrían todo el imperio vigilando que cada cual cumpliese con su deber, e informando al Inca de cualquier anomalía “(…)Si algún curaca se rebelaba (que era lo que más rigurosamente castigaban los Incas) o hacía otro delito que mereciese pena de muerte, aunque se la diesen no quitaban el estado al sucesor, sino que se lo daban representándole la culpa y la pena de su padre, para que se guardase de otro tanto(..)se podría decir que eran leyes de gente prudente que deseaba extirpar los males de su república, porque de ejecutarse la pena de la ley con tanta severidad y de amar los hombres naturalmente la vida y aborrecer la muerte, venían a aborrecer el delito que la causaba”[11]. Para participar en

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