Resumen de Biomasa energética

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Por su parte, se utiliza el término bioenergía cuando se hace mención a la generación de energía a partir de recursos biomásicos. La producción de bioenergía, que puede ser empleada en una gama de aplicaciones térmicas, eléctricas o como carburante para el transporte, requiere el empleo de procesos de conversión termoquímicos (como la combustión directa, la gasificación y la pirólisis), bioquímicos (como la fermentación alcohólica y la digestión anaeróbica), o fisicoquímicos (prensado y extracción), o una combinación de ellos (Sánchez-Macias & Rodríguez Lopéz, 2008).

En las últimas décadas los usos energéticos de la biomasa se han acrecentado notablemente. Los incrementos en los precios del petróleo, la seguridad en el suministro energético, y los objetivos planteados en normativa internacional relacionados con la sostenibilidad medioambiental, han impulsado un interés creciente por las tecnologías de conversión de la biomasa en energía. Esto ha dado lugar a que, en la actualidad, la biomasa se haya convertido en la principal fuente renovable de energía en países como Austria, Suecia, Alemania, Polonia, Dinamarca por mencionar a algunos, que gracias al desarrollo de tecnologías bioenergéticas al que las naciones se vieron obligadas a implementar e impulsar debido a las dificultades de adquisición de combustibles durante la Segunda Guerra Mundial, han logrado disminuir su índice de dependencia energética, además de cumplir sus compromisos internacionales en cuestión ambiental (Contreras, 2006).

En el caso de América Latina se cuenta con el caso de Brasil, que a raíz de la primera crisis del petróleo empieza a promover proyectos de generación de biocombustibles, al tener abundante materia prima para este propósito, siendo el mayor de sus éxitos la producción de bioetanol partiendo de la fermentación de la caña de azúcar, con la implementación del Programa Proalcool Brasil se convirtió en el referente mundial del uso de etanol como carburante en motores de combustión interna ( Fundación Universidad de Oviedo, 2011).

En los países desarrollados, en promedio, la biomasa contribuye con menos del 10% al suministro energético, mientras que en los países en desarrollo la contribución de la biomasa aumenta del 20 al 30%, llegando en algunos países a representar del 50 al 90% del mismo (Sánchez-Macias & Rodríguez Lopéz, 2008, p. 95).

Se estima que no se comercializa con una parte considerable de este aprovechamiento, sino que se destina a la utilización doméstica a pequeña escala, generalmente para los estratos más pobres de la población. Un evidente ejemplo de este tipo de generación de energía familiar es China, que desarrolló en la década de los setenta a nivel rural biodigestores un tanto rudimentarios, consistentes en fosas en a nivel del suelo, conocidas como “plantas de energía en casa” con costos de construcción significativos para este sector de la población, que en promedio requerían 17 días de trabajo de construcción y un 5% del ingreso familiar anual, al pasar de 4-5 años la inversión se amortizaba con el ahorro de combustible y los ingresos percibidos por la venta de residuos fermentados como fertilizador (Crook, 1979).

Cuando se habla de aprovechamiento energético de la biomasa es necesario hacer mención del poder calorífico, tanto inferior como superior. El poder calorífico no es otra cosa que la energía liberada cuando una masa unitaria de biomasa es sometida a combustión en presencia de oxígeno en una bomba calorimétrica en condiciones normalizadas. Cabe destacar que la energía que es aprovechable es aquella que se obtiene una vez evaporada el agua generada por la combustión, esta energía es a la que se le denomina poder calorífico inferior. La cantidad de agua que alberga la biomasa es determinante pues disminuye el poder calorífico y aumenta el consumo de combustible. Como es posible apreciar en el siguiente cuadro (IDAE, 2007), donde se muestran distintos tipos de biomasa y su poder calorífico.

Tabla1.1 Poder calorífico superior e inferior de productos forestales y agrícolas

[pic 1]Fuente: IDAE (2007): La energía de la biomasa. Manuales de energías renovables. Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.

La tabla anterior nos muestra, que en cuestión de combustión de biomasa de origen vegetal, el mejor combustible es la corteza de coníferas, ya que cuenta con un poder calorífico superior de 5.030 kcal/kg, el superior de los elementos mostrados. Estos árboles crecen abundantemente en los bosques templados y templado-fríos de nuestro territorio, resisten la sequía y prosperan con facilidad en terrenos con suelos pobres en nutrientes (García Molina, 2008). Al ser considerados un estorbo ya que crecen en bosques mixtos donde el pino es el principal objetivo, el obtener carbón a partir de las coníferas es una forma de aprovechar este recurso para generar energía calorífica.

Al estudiar el amplio espectro de posibilidades que nos brinda la biomasa como generador de diversas formas de energía, el panorama es favorecedor y aunque la bioenergía enfocada hacia la producción comercial de energía para la industria, electricidad y transporte en la actualidad representa una mínima contribución al suministro energético que se encuentra en pleno desarrollo y crecimiento, nos lleva a pensar que el abatir a la industria del petróleo es posible, siempre y cuando se fomenten e impulsen los avances tecnológicos y difusión de lo que representa la biomasa como recurso energético.