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Revolución Argentina (1966-1973)

Enviado por   •  22 de Enero de 2018  •  2.228 Palabras (9 Páginas)  •  310 Visitas

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Mientras las fuerzas de seguridad intentan dar con el paradero del militar desaparecido, el primero de junio de 1970, una agrupación autodenominada Montoneros informa que Aramburu ha sido ajusticiado.

Para la Junta de Comandantes, la noticia de la muerte de Aramburu pone fin al tiempo de Onganía, que el 8 de junio de 1970 debe abandonar la Casa Rosada.

Los altos mandos militares designan en su lugar al general Roberto Levingston. El nuevo presidente es un militar poco conocido para la opinión pública; se ha desempeñado como agregado militar ante la Junta Interamericana de Defensa, en Washington. Al llegar al cargo, Levingston se encuentra con funcionarios previamente designados y con políticas de gobierno establecidas por la Junta de Comandantes, quienes bajo el liderazgo del general Lanusse pretenden una salida política a la dictadura. Pero Levingston pronto demuestra tener ideas propias y opuestas a los comandantes, y desafía públicamente las sugerencias de anunciar un programa político.

La salida política que la Junta de Comandantes esperaba, buscando el apoyo de la mayoría, parece evaporarse nuevamente. En octubre, el presidente reemplaza a los ministros que le habían sido impuestos, y las diferencias con los jefes militares se acentúan. Levingston nombra en el Ministerio de Economía a Aldo Ferrer, un economista vinculado a la Comisión Económica para América Latina. Ferrer, crítico de la extranjerización en que había caído la economía, se propone fortalecer el Estado y la industria nacional.

Sin embargo, estas decisiones generan el deterioro de las cuentas públicas y crece la inflación. En noviembre de 1970, incentivados por Lanusse, radicales, peronistas y otros partidos menores se reúnen y forman una coalición denominada La Hora del Pueblo, cuyo objetivo es presionar al Gobierno para un llamado a elecciones.

La reaparición de los partidos políticos significa un duro revés para las ambiciones de Levingston, que ya tiene los días contados. Como había ocurrido con Onganía, Córdoba entra en escena, una vez más, para sellar la suerte del presidente de facto. En febrero de 1971, Levingston designa a José Camilo Uriburu gobernador de la provincia mediterránea en reemplazo de Bernardo Bas, un hombre cercano a Lanusse que defiende la idea de una salida política. La designación de Uriburu caldea aún más los ánimos en la convulsionada provincia, que al día siguiente amanece empapelada con recortes de diarios y se burla del mandatario. Uriburu es un hombre conservador, ultracatólico y con ideas cercanas al corporativismo fascista. Pero es su verborragia la que finalmente provoca la reacción de los cordobeses. Durante la Fiesta Nacional del Trigo, el nuevo gobernador anuncia que tiene como misión "cortar la cabeza de la víbora comunista que anida en Córdoba". La frase desafortunada y la dura represión policial a la huelga del 12 de marzo desencadenan un violento alzamiento popular el día 15, que será conocido como el Viborazo. Una semana más tarde, la Junta de Comandantes destituye al presidente Levingston.

El 26 de marzo de 1971, Lanusse asume la presidencia e inicia el que habría de ser el último mandato de la Revolución Argentina.

Acosado por la movilización popular y por el creciente accionar de la guerrilla, el nuevo gobierno entiende que solo la negociación con Perón de una salida política puede canalizar el descontento de la gente. El primero de mayo, Lanusse anuncia el Gran Acuerdo Nacional, un pacto entre la mayoría de los partidos políticos y las Fuerzas Armadas que impondrá las condiciones para un próximo llamado a elecciones.

Pero la sospecha de que el GAN es solo un instrumento para que Lanusse llegue a la presidencia genera desconfianza en la clase política.

Para contrarrestar los rumores, Lanusse elige a un respetado político radical, el doctor Arturo Mor Roig, para llevar adelante la estrategia de transición.

Sin embargo, con el transcurrir de los meses, el Gran Acuerdo Nacional se convierte en una disputa personal entre Lanusse y Perón. Al apoyo tradicional de los sectores obreros y populares, Perón ha sumado el de buena parte de la militancia juvenil, lo que logra una progresiva identificación de la protesta con su figura. Desde su exilio en Madrid, el líder apoya constantemente el accionar de las organizaciones armadas que invocan su nombre, como parte de una estrategia para desgastar a Lanusse y posibilitar su retorno al país. En noviembre de 1971, Perón designa como su representante en el país a Héctor Cámpora. El nuevo delegado es el encargado de organizar el Frente Cívico de Liberación [Nacional], Frecilina, una alianza electoral del peronismo con otros partidos, como respuesta al Gran Acuerdo Nacional.

Para mediados de 1972, la estrategia de Lanusse parece destinada al fracaso.

Convencido de que Perón no cederá a sus pretensiones, se autoexcluye como candidato y crea una cláusula proscriptora que impide a Perón presentarse a las elecciones. Los rumores sobre el posible retorno de Perón al país aumentan con el correr de los meses.

Finalmente, el 17 de noviembre de 1972, después de diecisiete años de ausencia, Perón vuelve a pisar suelo argentino. Las Fuerzas Armadas montan un estricto operativo de seguridad alrededor del Aeropuerto de Ezeiza, temiendo un levantamiento que nunca se produce. En los días que siguen, la residencia de Perón en Gaspar Campos se convierte en un lugar de peregrinaje por el que desfilan multitudes para ver al líder asomarse desde una ventana. Durante el breve lapso que dura su estadía, Perón sella un acuerdo de reconciliación con el líder del Partido Radical, Ricardo Balbín, y designa a Héctor Cámpora candidato a presidente por el FREJULI, un amplio frente electoral que reemplaza al Frecilina. Bajo el lema "Cámpora al gobierno, Perón al poder", la Juventud Peronista y Montoneros se avocan a una intensa campaña electoral por todo el país. El 11 de marzo de 1973, el pueblo concurre masivamente a las urnas, y la fórmula del FREJULI triunfa con casi el 50% de los votos. El 25 de mayo, día de la asunción de Cámpora, una multitud eufórica se lanza a las calles para festejar el regreso a la democracia después de siete años de dictadura. Durante la entrega de mando, el rostro adusto de Lanusse es la demostración más cabal de la amarga y humillante derrota con que finaliza la ambiciosa Revolución Argentina. Mientras Lanusse debe huir en helicóptero, en los alrededores de la Casa de Gobierno la sociedad movilizada obliga a las Fuerzas Armadas a retirarse a los cuarteles.

Las consignas

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