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Surgimiento de las Estancias Correntina.

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  2.447 Palabras (10 Páginas)  •  281 Visitas

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Dada la dirección que tomó el movimiento poblador, puede estimarse que durante todo ese lapso se habían ocupado ya las mejores tierras del triángulo fluvial y la Cuenca del Iberá y que sólo parcialmente pudieron ser utilizadas las vastas regiones del Paiubre, Curuzú Cuatiá y los bajos del río Corriente y Guayquiraró.

El movimiento de ocupacion del espacio para la actividad ganadera en la provincia, si bien lento, definio fuertemente lo constituyen los limites actuales de la provincia y aun la conformacion de los limites del litoral argentino, logrando superar el aislamiento y conferir valor e importancia a la tierra dentro del contexto regional.

Las Estancias bajo el mandato de los Jesuitas de la ciudad de Corrientes

los padres de la compañía de Jesus escencialmente hacian una labor misionera y por pedido del Cabildo en America, se asentaban en las ciudades coloniales, para formar colegios.

Para el sustentos de colegios y reducciones recurrieron a diferentes servicios y utilidades que les permitieran solventarse en sus gastos de forma independiente y asi dedicarse al compromiso de las tareas misionales; con ese objetivo se adaptaron a las actividades rurales para el mejor aprovechamiento y desarrollo de haciendas llevandolos a la definicion del oficio de estancieros, como uno de los tantos que elaboraban.

Los colegios se mantenian con recursos que provenian de donaciones en valores o de tierras y animales, logrando que cada asiento se mantuviera con lo producido en cada sitio. Por ejemplo, el Colegio, Noviciado y Universidad en Cordoba se sostuvieron por las Estancias de Alta Gracia, Jesus Maria, Sta Catlina.

El colegio de los jesuitas en la ciudad de Corrientes, a fines del siglo XVII, poseia por donacioenesvarios establecimientos detallado en el inventario en 1767, tales como estanzuela ubicado a dos leguas de la ciudad, la Estancia de las Garzas utilizada como casa de campo y la importante Estancia Rincon de Luna, con su capilla, tahona, trapiches y varios miles de animales diversos, consideradas la mas antigua del litoral argentino.

La Estancia Rincon de Luna, propiedad del Colegio de Corrientes desde 1722, estuvo con plena administracion hacia 1740. Según inventario de 1767 poseian buenas instalaciones para la epoca.

Las Estancias de las Misiones Jesuiticas Guaranies

Los misioneros jesuitas formaron reducciones con importantes concentracion de poblacion a la que se debia alimentar y mantener. En un principio el ganado vacuno era capturado por vaquerias que fue la base para la supervivencia de estos; el padre G. Furlong en su exhaustiva obra sobre los misioneros reflexionaba “sin ellas habria sido muy dificil que se hubiesen podido establecer con garantias de continuidad. Tener que sustentar a cien mil indios voraces era un problema nada facil…”[1]

Habian establecido primeramente estancias para el consumo para cada pueblo, la incorporacion del consumo de carne vacuna en los aborigenes sin duda se debio al abandono de la vida nomade, la concentracion de poblacion en las reducciones y las nuevas exigencias de actividades. De alli devino la necesidad de expansion territorial de los jesuitas hacia las tierras mas aptas y fuera de los conflictos que generaba compartir las tierras realengas administrada por los españoles.

Las estancias jesuiticas eran establecimientos que contaban con puestos, corrales, terraplenes y potreros de ganado vacuno, lanar, mular y caballar. Esatas se clasificaban en mayores y menores según de la extension de las tierras y el numero de cabeza que poseian.

Ademas de los accidentes geograficos utilizado como limites de los campos se realizaban zanjas de aproximadamente 2,50 mt de ancho y 1,25 mt de profundidad, como limite y control; “todos los pueblos jesuitas tenian divididas sus tierras con dichas zanjas…y con esto evitaban pleito, y evitando la fuga de los indios y la introduccion de los españoles.” (Azara, publicado en 1872:62).

Ejemplo de ello es la Tranquera de Loreto en un sistema complementario a los Zanjones de Loreto, Santa Tecla y el de San Miguel, localizados en inmediaciones de la actual ciudad de Ituzaingo y tal ubicara Zacarias Sanchez en su cartas geograficas cien años despues. (Z. Sanches, 1893).

Las Estancias de Candelarias ocupaban parte de lo que hoy es el Departamento de Ituzaingo, lugar que se constituyo en un paso establecido entre los pueblos del Sur y los del Parana.

Estancias bajo el curato de Itati

Las estancias del pueblo de Itatí constituyen una de las grandes propiedades rurales de Corrientes. Su finalidad -al igual que Santa Lucía y Las Garzas- fue abastecer al pueblo y, eventualmente, disponer de excedente para venta y beneficio de éste.

La propiedad de estas tierras era antigua y se confunde con la autorización que en 1630 dio el accionero Manuel Cabral de Alpoin para que los indios de la reducción vaquearan hasta los límites de Itá Ibaté.

En el siglo XVIII las estancias cubrían una extensión de más de 100 kilómetros de largo por unos 10 de ancho, lonja de tierra que se hallaba enmarcada por el Paraná al norte y los Esteros del Riachuelo y de Santa Lucía al sur.

Sin embargo, el Cabildo de Itatí advirtió, ya en el Acta del 6 de Febrero de 1805, que esa vasta extensión no era totalmente aprovechable. “No hay duda que al oirse que este Pueblo tiene de 20 á 30 leguas de terreno causará admiración grande, y no si se considera los pocos terrenos que tiene para sembrar...”.

Señalaba, además, el Cabildo que “desde este pueblo hasta la última estancia Ita Ibaté los terrenos que hay, se reducen a cañadas malas, esteros, carcagüesales, islas de monte y malezales”[2]

Las estancias con rango de tales llegaron a ser seis en esa extensión: San Francisco, La Cruz, La Limosna de la Virgen, La Asunción, San Antonio y San Miguel de Itá Ibaté.

A ellas se añadían los puestos de San Isidro, con chacras del pueblo; Santa Isabel; y Santo Domingo.

En el lugar de Yahapé había una estancia de dominio particular. En 1805 pertenecia a Antonio Areyu.[3]

Las poblaciones de La Cruz y San Antonio poseían oratorios. Las restantes contaban sólo con las ranchadas para capataces y peones, los clásicos 3 corrales aunque en alguna, como la de Itá Ibaté, se disponía de galpón y huerto de frutales; o, en San Antonio, de trapiche y chacra.

Todas estas regiones pertenecia al curato de Itati, eran continuos los viajes que realizaban

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