Tema 5 : Globalización y movimientos migratorios

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El declive del viejo orden político basado en la división del mundo en estados nacionales pone sobre la mesa la necesidad de establecer un nuevo orden mundial y una estructura política global para gobernar el mundo, sin caer en la trampa de querer construir una especie de Estado mundial, que reproduzca a escala planetaria las estructuras de los estados.

Se habla hoy de la necesidad de globalizar la democracia.

Del deseo de institucionalizar un sistema democrático de alcance global para contrarrestar políticamente los efectos de la globalización económica han surgido distintas propuestas, entre las que destacan tres modelos:

1. Un modelo de inspiración liberal, que pretende articular el compromiso de los estados con el respeto a un sistema de derecho internacional basado en una noción de justicia. Los derechos humanos constituyen un elemento central de esta construcción teórica en la medida en que establecen unos límites morales al pluralismo entre países.

2. Un segundo modelo parte de la base de la multiplicidad de los centros de poder observables en el sistema internacional. Busca ampliar los estándares de evaluación democrática a través de indicadores que calibren la responsabilidad y rendición de cuentas de los gobiernos.

3. Un modelo de inspiración socialdemócrata. Tiene por objetivo globalizar los principios que informan éticamente el ejercicio de las sociedades consideradas progresistas: el imperio de la ley, la igualdad política, la eficacia económica y la justicia social. De modo que, en último término, se establezca a nivel global una distribución más equitativa de los recursos y un ordenamiento jurídico internacional de carácter democrático, más allá del que hoy regula las relaciones entre estados.

Principios para el gobierno de la globalización

a) El principio de subsidiariedad, el principio de subsidiariedad afirma que, en política, las decisiones deben ser adoptadas lo más cerca posible de los ciudadanos. En economía este principio afirma que el Estado deberá abstenerse de intervenir en el mercado, y sólo lo hará cuando sea necesario, siguiendo el principio de solidaridad, a fin de atender a aquellas necesidades humanas que el mercado no cubre espontáneamente. La subsidiariedad constituye una de las directrices más constantes y características de la doctrina social de la Iglesia.

b) Un bien común que se hace universal y que necesita de una autoridad mundial. El bien común ocupa un lugar privilegiado en la moral social y política. Constituye el fin esencial de toda la vida social ―su razón de ser. Señala la apertura de personas y grupos sociales a los intereses generales, e indica también un conjunto de condiciones de la vida social con las cuales individuos, familias y asociaciones puedan alcanzar sus propios fines. Es el bien de todos los miembros de la comunidad.

Debido a la naturaleza social del hombre, el bien de cada ser humano está necesariamente relacionado con el bien común y este sólo puede ser definido con referencia a la persona humana, que no puede encontrar realización sólo en sí misma, prescindiendo de su ser con y para los demás. El bien común afecta a la vida de todos.

c) Una solidaridad que trasciende las fronteras de los estados. La solidaridad es uno de los principios fundamentales de la enseñanza social de la Iglesia. Se presenta bajo dos aspectos:

1/ como virtud moral, que no tiene que ver con un sentimiento superficial por los males de las personas cercanas o lejanas, sino con «la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos»

2/ como virtud social, por cuanto se coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en «la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a “perderse”, en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a “servirlo” en lugar de oprimirlo para el propio provecho» .La doctrina social de la Iglesia convierte, así, el concepto de solidaridad en categoría ética, y lo hace al descubrir en él tanto la idea de una virtud que transforma al sujeto como un principio axiológico que tiende a transformar la realidad objetiva.