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Tema: Monacato medieval

Enviado por   •  19 de Febrero de 2018  •  10.890 Palabras (44 Páginas)  •  437 Visitas

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La vida monástica la cual se había difundido por Oriente fue trasmitido hacia Europa por varias modos, principalmente la literatura. Obras como La Vida de san Antonio, escritas por Atanasio, o La historia de los monjes de Egipto, de Rufino de Aquilea fueron traducidas al latín y difundida entre los círculos cristianos de roma, Milán y Tréveris. Esto provocó una gran curiosidad entre la comunidad cristiana de Europa, impulsando un número cada vez mayor de personas a viajar hacia oriente en busca de documentar la vida aséptica de estos hombres. Este es el caso de Casiano, el cual en el 385 abandono su monasterio de Belén, para hacer un recorrido por las colonias monacales de Egipto. Luego las disputas teológicas iniciadas por Orígenes, este fue obligado a abandonar Oriente y establecerse al sur de Galia, allí escribió las Conferencias y sus Instituciones, con el fin de ilustrar a los lectores de occidente sobre la vida de los monjes del desierto, estas obras serian leídas posteriormente por Benito de Nursia influyendo en gran medida sobre él.

El desarrollo de la literatura sobre los asépticos de Oriente impulso por lo tanto al surgimiento de los primeros monjes en Europa. Hilario (315-367) durante su exilio en Asia menor, estableció contactos con el movimiento monástico y luego de su regreso al continente europeo se convirtió, según C.H Lawrence, en el trasplantador de las practicas monacales orientales al occidente, ya que se convertiría el mentor de san Martin de Tours, considerado la primera figura de importancia del monacato galiciano[10]. Ya convertido en obispo, san Martin no abandono el estilo de vida anacoreta y organizo en el 372 a sus discípulos como una colonia de ermitaños en Marmountier, la cual presentaba una estructura muy similar a la laura oriental. A medida que se difundía el movimiento monacal en la Galia y en el resto de Europa, comenzaron a fluir hacia Siria y Egipto cada vez más interesados en practicar la vida aséptica, muchos de los cuales fundaban comunidades monásticas, sea en oriente, como a su regreso en occidente. C.H Lawrence hace referencia a Melania y Rufino, considerados testigos de estas prácticas, ambos se instalaron en Jerusalén, donde fundaron y dirigieron monasterios cenobíticos para hombres y mujeres. El autor también nombra a san Jerónimo, si bien no fundo ningún monasterio impulso la difusión de la vida aséptica en Roma[11].

A finales del siglo IV y comienzos del siglo V el monacato aún era considerado como un fenómeno marginal, es decir no había sido aprobado por la mayoría de la jerarquía eclesiástica[12]. De todos modos la situación cambio a lo largo del siglo V, la aparición de monjes entra las filas del episcopado, el rol importante que ocuparon los monjes durante las evangelizaciones y la conversión de alguno de ellos en obispos como el caso de Honorato en el 429 pusieron al movimiento monacal bajo el techo de la Iglesia institucional.

2) C.H Lawrence explica que en vida san Benito de Nursia (480-550) fue un abad totalmente desconocido y por lo tanto hay carencias de fuentes escritas, de hecho según el autor disponemos de una única fuente escrita por Gregorio el Grande en torno al 593, llamada La vida de san Benito[13]. Gregorio cuenta que san Benito nació en Italia, en la provincia de Nursia en el año 480 (fecha convencional) y fue enviado a Roma para educarse en las artes liberales, preocupado por el tipo de vida mundana de sus condiscípulos, Benito decide abandonar la escuela y viajar junto a su nodriza al pueblo de Afide, allí se retiró en soledad en Subiaco y comenzó un estilo de vida aséptica en una cueva por tres años, durante los cuales fue instruido por un monje llamado Romano. C.H Lawrence explica que, la experiencia solitaria de san Benito lo llevara a reconsiderar el estilo de vida del anacoreta, sin degradarlo, pero considerándola rara y peligrosa, reteniendo necesario que antes de someterse a ese estilo de vida era oportuno un adiestramiento adecuado, partiendo desde la comunidad cenobítica[14]. Por lo tanto, se puede afirmar que fue principalmente esta experiencia lo que impulso a san Benito a fundar un monasterio cenobita en la cumbre del monte Casino, y organizarlo en base una regla mucho más “humana” respecto al peligroso estilo de vida de los monjes orientales.

De esta forma, lo que la nueva orden benedictina buscaba principalmente era organizar, basándose en la Regla, una comunidad de monjes bajo un estilo de vida cenobítico. Gozar de vocación para el estilo de vida elegido era sumamente importante para san Benito, y este pensamiento quedo explícito en sus escritos. Al analizar la regla, Lawrence explica como los postulantes que deseaban formar parte de la orden debían persistir en su demanda durante cuatro o cinco días antes de que se les abrieran las puertas, y luego someterse a un año de prueba como novicios, únicamente tras finalizar el periodo de prueba podían ser admitidos[15].

Luego de ser aceptados los monjes debían emitir un voto de estabilidad, un voto de abrazar el estado religioso y un voto de obediencia, los nuevos monjes también debían deshacerse de sus propiedades, distribuyéndolas entre los pobres o transfiriéndolas al monasterio. C.H Lawrence sostiene que Benito condenaba los monjes giróvagos, ya que estos personajes además de aprovecharse de la hospitalidad de los monasterios distorsionaban la cohesión entre sus miembros[16]. Por este motivo el voto de estabilidad era se suma importancia en la regla benedictina. Por lo que reguarda el poseso de propiedades, la regla establecía que el individuo no podía considerar nada proprio, ya que como explica Lawrence la propiedad era considerada extensión de la personalidad, y la renuncia a ella era un acto de negación de uno mismo, lo cual el evangelio recomendaba como camino hacia la perfección espiritual[17]. En contraposición al abandono de la propiedad individual, la regla establecía que el monasterio tuviera edificios y tierras para el sustento de sus necesidades básicas, las cuales podían ser trabajadas por jornaleros y por ellos mismos. También era lícito que recibieran ayudas de benefactores piadosos, ya que los monjes eran los ex professo, es decir los pobres de Cristo.

El voto de obediencia formaba parte del eje principal de la vida monástica instituida en la regla. C.H. Lawrence explica que la vida monástica empezaba con la intención de renunciar a la propia voluntad y de colocarse bajo la voluntad de un superior, el abad, el cual representaba la figura de Cristo[18]. El abad, basándose en la ley de Dios y la Regla, podía aplicar castigos, nombrar y destituir subordinados y dirigir relaciones con el mundo exterior, además también era el confesor y guía espiritual del grupo. Benito había establecido en la regla,

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