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Una democracia de abstinentes. En Colombia ganó el “no te metas”

Enviado por   •  13 de Diciembre de 2018  •  1.644 Palabras (7 Páginas)  •  383 Visitas

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Por eso, resulta sorprendente que la primera reacción del presidente Juan Manuel Santos haya sido sostener que convocaría “a las fuerzas políticas, en particular a las del NO, para escucharlas, abrir el diálogo y determinar el camino a seguir”. Santos ha dado muestras cabales de su voluntad por la paz y de su vocación al diálogo. Entre tanto, después de semejante derrota, debería mostrarse más preocupado en dialogar y encontrar el camino hacia la paz con los millones de colombianos y colombianas que el 2 de octubre no acudieron a las urnas, por el motivo que sea. No será convenciendo a las fuerzas políticas de los que militaron contra el acuerdo con las FARC que se conquistará la paz, sino con el apoyo de los 6.377.482 personas que votaron por el sí y de los 21.833.898 que podrían haberlo hecho y decidieron quedarse en su casa. Esa es la inmensa mayoría que está o debería estar hoy a favor de la paz. Quizás lo hubieran estado, si el gobierno se hubiera dedicado a convencerlos de que este es el mejor camino para construir el futuro de una Colombia más democrática y más libre.

También resulta sorprendente que, habiendo realizado la arriesgada apuesta de una consulta popular, el presidente Santos no haya dispuesto de los mecanismos que contribuyeran a desarticular la peligrosa trama de desmovilización que alejó de las urnas a millones de potenciales votantes. Tampoco es concebible que el tema se le pasara por alto al gobierno colombiano y a las propias FARC. ¿Puede el presidente Santos haberse sorprendido como cualquiera de nosotros ante un índice de abstención de más del 62%? Y si lo sabía, ¿por qué no blindó o protegió la consulta popular ante una eventual derrota como la que sufrió? Después de todo, nada lo obligaba a consultar a la mayoría de los colombianos sobre un asunto acerca del cual no se interesarían, no se animarían o no querrían opinar. Santos le ofrece así al mercader de la guerra, el ex presidente Álvaro Uribe, la oportunidad que necesitaba para ganar un protagonismo que amenaza con dilapidar buena parte de los importantísimos avances logrados.

52 años de guerra no pasan en vano.

Las huellas de una violencia que aún no ha terminado, siguen horadando la sociedad colombiana. El gobierno nacional debería haber construido los anticuerpos de una abstención que seguramente tiene orígenes complejos, pero una de cuyas motivaciones es la despolitización y la apatía. Si se sabía que esto podría ser así, no haber hecho nada es un síntoma de profunda torpeza que podrá tener para Santos un inmenso costo político. Y para Colombia, el costo de centenas de vidas desperdiciadas, de miles de jóvenes abandonando nuevamente el país, de millones de esperanzas rotas.

La abstención electoral nunca ha fortalecido las instituciones democráticas y ha sido siempre un bálsamo para las aspiraciones regresivas de los sectores más reaccionarios de la sociedad. Pasa esto en Colombia, como está pasando también en España. La democracia, mientras se vacía de electores que ejerzan libremente su derecho a la pereza, al hartazgo y a la indiferencia política, se vacía también de contenido, fragilizándose y trivializando sus resultados. Una democracia vacía, postergada, inocua, impotente.

El domingo ganó el “no me meto” y se afirmó una democracia de abstinentes que podrá desestabilizar los inmensos avances logrados por el gobierno del presidente Santos y las FARC. El gran desafío de la paz habrá que ganarlo en la calle, puerta a puerta, cara a cara, mirándose a los ojos, movilizando a la sociedad y a sus organizaciones, a las escuelas, a las universidades y a los sindicatos; a las organizaciones populares y a los organismos de derechos humanos; a los colectivos juveniles, a los estudiantes, a los campesinos, a los pueblos indígenas y a los afrocolombianos; a las mujeres feministas y a las no feministas; a los militantes de todos los partidos que han apoyado y contribuido a construir la paz; a los trabajadores y a las trabajadoras de toda Colombia; a los empresarios honestos y comprometidos con la construcción de un país más justo y democrático; en definitiva, a esos millones de colombianos y colombianas que siempre sufrieron las consecuencias de la guerra, el horror de la violencia, de la muerte, de las desapariciones, del desplazamiento forzado, de la destrucción y del abandono. En Colombia, la paz será con ellos y gracias a ellos. O no será nada.

FUENTE: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2016/10/una-democracia-de-abstinentes.html

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