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El movimiento indigena en Ecuador

Enviado por   •  21 de Mayo de 2018  •  Informe  •  2.124 Palabras (9 Páginas)  •  376 Visitas

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El movimiento indigena en Ecuador

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Barrera, Augusto (2002), “El movimiento indígena ecuatoriano: entre los actores sociales y el movimiento político”, revista Nueva sociedad 182.

En este artículo Augusto Barrera establece relaciones entre la acción del Movimiento indígena ecuatoriano y la crisis política que tuvo lugar en Ecuador entre 1990 y 2001. El autor divide su análisis en 3 partes: primeramente, incorpora una base teórica de los movimientos sociales, después aborda de una manera analítica y descriptiva las interacciones entre el movimiento indígena, la reforma del Estado y la crisis política, finalmente se plantea algunas interrogaciones.

Es así como el autor cita a Sztompka para sostener que el movimiento social va construyéndose conforme se desarrolla un conflicto social y político que lo constituye. De la misma manera, él afirma que el movimiento social puede construir una identidad colectiva gracias a las relaciones sociales, políticas y a la interacción con actores como el Estado y el sistema político. Así también, menciona que los movimientos sociales se los debe entender como procesos con modos particulares de construcción de la experiencia social, exterioridad y una cierta autonomía.

Después, el autor analiza la historia del país desde el retorno a la democracia (1979), señala que la dictadura no fue capaz de llevar a cabo una primera fase de industrialización con la sustitución de importaciones y, combinado esto con la deuda externa, contribuyó a que el país se limite a la exportación de materias primas. Una vez llegado los años ochenta, se presenció un crecimiento anual per cápita nulo (0%) debido al ajuste neoliberal que quitó al estado el rol de regulador de la economía y de distribuidor de la riqueza. En esta misma década, existió una gran reducción del gasto social, que en los 70 se había incrementado, dando como resultado que a seis de cada diez ecuatorianos les sea imposible satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, dependiendo de quien se encontraba en el poder, existían cortos periodos en donde la inversión social se recuperaba. De la misma manera el autor afirma que la crisis de los años 1997 al 2000, considerada la peor de la historia republicana, se dio a causa de que los grupos políticos y económicos fueron incapaces de articular sus intereses, y como resultado se obtuvo una desinstitucionalización del estado y una cierta discontinuidad con las políticas de gobiernos precedentes.

Para Barrera, el escenario de los movimientos sociales en el Ecuador ha estado marcado por el debilitamiento de los movimientos sindicales y por la emergencia de nuevos actores sociales como la CONAIE[1]. Él considera varios factores que fueron favorables para la emergencia del movimiento indígena ecuatoriano (MIE): el principal siendo el deterioro de las condiciones de vida a causa del debilitamiento de la matriz desarrollista de las economías campesinas indígenas. Sin embargo, este modo de acción colectiva no se explica automáticamente, por ello es importante considerar otros factores como: la ampliación de las relaciones sociales en los indígenas, explicada por la migración interna; el acceso a la educación de sus líderes y un vacío del poder rural. Estos últimos, a su vez, son factores que fueron determinantes en la creación de formas autónomas de representación que darán como resultado la fundación de asociaciones como la CONAIE. Específicamente, en Ecuador uno de los detonantes, que favoreció la movilización fue el deterioro de la legitimidad de Rodrigo Borja[2]. En cuanto a las peticiones de esta movilización estaban: reformar el estado, crear políticas estatales y específicas. Para el autor, esto ilustra perfectamente la compleja lógica de la movilización y la dificultad estatal para responder a ella.

Una etapa importante para el MIE se dio durante el gobierno de Sixto Durán Ballén[3], ya que se puso en marcha un conjunto de reformas neoliberales radicales que incluían privatizaciones y una nueva ley agraria. Este accionar impulsó a que el movimiento reorientara su estrategia, apoyándose en un discurso anti neoliberal y critico al régimen, que consistía en la construcción de ejes de alianzas sociales y la solicitud de una asamblea nacional constituyente. Este acontecimiento tuvo dos efectos: la pérdida de popularidad del presidente y el empoderamiento del movimiento indígena. Esto último se vio reflejado con la creación de un organismo estatal llamado “Coordinadora de Movimientos Sociales”. En efecto, este empoderamiento se vio reflejado incluso en el terreno electoral. Por una parte, el triunfo del NO en la consulta popular[4] convocada por Durán Ballén, a la cual el movimiento se oponía. Por otra parte, los buenos resultados en las elecciones locales, donde se obtuvo algunas prefecturas y un centenar de alcaldías. Esto último alcanzado gracias a la unión con partidos de izquierda como el Partido Socialista e Izquierda Democrática. Posteriormente, iniciado el gobierno de Abdalá Bucaram[5] debido a los diferentes clivajes internos, no se logró consolidar una posición unificada frente al régimen.

Barrera describe que en el año 2000 tuvo lugar el surgimiento de una impensable alianza[6] entre el MIE, algunos movimientos sociales y militares que se juntaron con el fin de derrocar al entonces presidente Jamil Mahuad[7]. Por consiguiente, una vez derrocados, esta alianza nombró una “Junta de salvación nacional” que duró tres horas. No obstante, Barrera considerada a este acontecimiento como uno de los logros más visibles del movimiento indígena. Igualmente, el texto refiere que en este periodo se puso en evidencia el descontento con el tipo de democracia, el modelo económico y el desgasto de las formas de representación, proyectando el desafío de la transformación democrática. Sin embargo, también surgen varios desafíos al interior del movimiento como: su debilidad a causa de las fracturas, la misma que se vio reflejada en la deserción de varios de sus principales líderes.

En efecto, el autor desarrolla algunas incertidumbres sobre el movimiento indígena. Para él, el MIE tuvo impacto en lo político y en lo social. Así pues, en lo político, el movimiento aparece a la vez como un agente fiscalizador en situaciones de corrupción y como un agente de presión en la incorporación de derechos (colectivos, mujeres, infancia, medio ambiente, etc.). En cuanto al impacto social, el MIE rompió con la invisibilidad del sector indígena, revelando así la diversidad existente en la sociedad ecuatoriana. Por otro lado, Barrera afirma que el MIE supo aprovecharse del contexto de crisis, tomando esta como una oportunidad política para expandir su agenda inicial y así aumentar su campo

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