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Los principios de la seguridad social. qué son y para qué sirven

Enviado por   •  30 de Mayo de 2023  •  Ensayo  •  9.349 Palabras (38 Páginas)  •  276 Visitas

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“LOS PRINCIPIOS DE LA SEGURIDAD SOCIAL. QUÉ SON Y PARA QUÉ SIRVEN”

Si la seguridad social no existiera, habría que inventarla; y si la que tenemos no nos sirve como debería hacerlo, entonces habrá que reinventarla pues la seguridad social actual es algo de lo más inseguro que existe en el mundo.

Sumario:

1. Algunos apuntes previos para una mejor contextualización del tema abordado.

2. ¿Qué debemos entender por «principios» de la seguridad social en el siglo XXI?

3. A manera de conclusiones.

1. Algunos apuntes previos para una mejor contextualización del tema abordado.

Resolver académicamente la interrogante acerca de si existen aún los llamados «principios clásicos de la seguridad social» no es una tarea sencilla de efectuar debido a la inevitable evolución natural de un siglo y cuarto de existencia — contado a partir de su creación original, el que por cierto muy poco ya se parece al actual—, así como la involución sistemática de tres décadas y media que debido a su desmantelamiento sistemático que por razones multifactoriales e intereses economicistas ha sufrido la seguridad social del planeta por parte de quienes no han entendido todavía que las sociedades contemporáneas actuales no prescindirán de este servicio público fundamental, acostumbrados ya antes de nacer y hasta después de morir.

Los Indignados —en su mayoría gente joven— son una muestra palpable de ello, y ya lo advertía desde un inicio el creador del primer seguro social del planeta, el “Canciller de Hierro” Otto Von Bismarck, al defender frente al Parlamento alemán su original idea de seguro social que iniciara en 1883 y culminará en 1889: “Por caro que parezca el seguro social, resulta menos gravoso que los riesgos de una revolución.”1 Podrá no gustar la idea, pero eso no modifica en nada su esencia.

En efecto, más allá de definiciones diccionariales, hoy día la casi siempre incomprendida y poco analizada seguridad social, en razón de su propia naturaleza intrínseca es varias cosas a la vez y, sobre cada una de sus principales características, podríamos ocupar libros enteros para intentar el análisis de cada tema apuntado; empero, bastaría dejar apuntadas cuatro de sus características primordiales para demostrar dos cosas: su compleja grandeza y su grandiosidad inmarcesible. Porque la seguridad social es hoy:

a) Un derecho humano irrenunciable, inalienable e inextinguible;

b) un derecho social exigible al Estado, de similares características a todo derecho social, susceptible por cierto de ser reclamado incluso por la vía jurisdiccional;

c) un sistema articulado e integral de seguros de contingencias vitales previstas en ley para los grupos sociales protegidos, el que contempla prestaciones tanto en dinero como en especie para proteger, en caso de necesidad, los ámbitos de la salud, pensiones y prestaciones sociales del asegurado y/o su núcleo familiar directo dependiente económico; y,

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1 Ludwig, Emil. Bismarck, historia de un luchador. Colección Grandes Biografías, 2ª edición, Editorial Juventud, Barcelona, 1951.

d) Un servicio público originariamente a cargo del Estado, del cual éste es el único garante primario y final, así en su gestión autorice que intervengan entes privados con afanes de lucro (v.gr: las AFORE).

Si el genial Albert Einstein tenía razón, en materia científica —en este caso concreto en la ciencia jurídica— importa siempre más plantearse la pregunta pertinente que sus posibles respuestas; entonces la pregunta inteligente e inquietante que deberíamos hacernos todos ahora, a manera de punto de partida, sería: ¿qué era y en qué se ha convertido la seguridad social en la segunda década del siglo XXI? Y tras de ella, lógico, surgirían otras interrogantes que requieren no sólo de acertados cuantos objetivos diagnósticos situacionales que nos precisen dónde estamos ubicados hoy día, sino también el comprender a cabalidad qué tipo de seguridad social podemos construir los mexicanos y a dónde es que queremos llegar.

Contextualicemos enseguida todo lo afirmado en párrafos precedentes.

De entrada, diremos que es conveniente analizar el surgimiento, evolución e impacto político, social, económico y cultural del seguro social Bismarckiano, cuyo propósito original fue proteger de riesgos socio-vitales que son imposible de evitar por los seres humanos, tales como las enfermedades, los accidentes laborales, la invalidez, la vejez o la muerte, entre otros.

Advertimos que no es tarea sencilla entender los porqués del surgimiento de los seguros sociales, y para un análisis científico deberá partir de la premisa lógica de que tan trascendental tarea protectora no podía ni debía semejarse —y mucho menos dejarse— a la acción siempre discrecional, a veces errática y por lo general muy desigual de la beneficencia pública o privada. La caridad hiere la dignidad humana y lastima a la persona a quien selectivamente se le ayuda.

 Así, atender adecuadamente las necesidades de salud y económicas del individuo es deber no de la caridad pública, sino de la sociedad organizada que entiende a la perfección que nadie está libre de riesgos en este planeta, y comprender que en caso de sufrir contingencias inevitables el individuo —sea o no sujeto productivo, que conste—, la labor deberá ser efectuada mediante los instrumentos de que dispone el Estado, a quien compete planificar y construir un sistema solidario de aseguramiento de ciertos riesgos en el que los recipiendarios contribuyan obligatoriamente a su financiamiento de manera proporcional y equitativa.

Hablamos aquí de un seguro que, organizado por el Estado y controlado por sus Poderes, funcione como lo haría cualquier seguro privado —esto es, en base a estadísticas y probabilidades de riesgos, que no mediante medidas populistas ni demagogia—, donde no se lucre ni se abuse de la necesidad del pueblo.

Por ello el seguro social fue una idea brillante y trascendental, de enorme sentido humanitario, ideada por Bismarck como gran estadista que fue, cuya finalidad específica fue no hacer caridad aleatoria a los grupos sociales sino responsabilizando al Estado procurar mantener bajo control a las masas en una época turbulenta en que predominaba la idea del asistencialismo, figura jurídica ésta que pronto quedo atrás al cobrar una enorme relevancia su idea innovadora que poco a poco se incubó, desarrolló y fructificó, y a la que luego se daría en llamarla “seguridad social”, por más que la enorme mayoría de los habitantes del orbe ignoren qué es y para qué sirve.2 

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