Aplicación de las pruebas psicológicas.
Enviado por klimbo3445 • 3 de Enero de 2018 • 1.274 Palabras (6 Páginas) • 415 Visitas
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expresa no en segmentos de conducta, sino como una operación mental combinada que en todo proceso involucrado opera como un total unificado. La finalidad de la elaboración de su prueba parte del principio de que podemos identificar diferencias de mentalidad en grados de brillantez o subnormalidad, con diferencias en niveles de desarrollo, representados por la capacidad promedio de niños de varias edades.
Los reactivos de las formas L y M han sido analizados por medio del análisis factorial. McNemar, quien hizo el primero y más completo análisis factorial, concluyó que en cada uno de los diversos niveles de edad las pruebas-reactivos poseen un factor común (G) y que este factor común es el mismo en todos los niveles de edad.
Los factores de grupo no parecen ser idénticos en todos los niveles de edad, y de ninguna manera están bien definidos desde el punto de vista de los procesos psicológicos implicados en ellos. Tentativamente, McNemar sugiere que algunos de estos factores de grupo, en los diferentes niveles, pueden denominarse “memoria de diseños”, “motor” o “verbal”. Sin embargo, la conclusión más significativa y definida es que un factor (G) es suficiente para ser tomado en cuenta para las interrelaciones de las pruebas-reactivos, con las excepciones anotadas.
Las pruebas de observación e identificación de objetos comunes exigen que se dé el nombre a objetos concretos, así como sus partes y usos. Para edades superiores, los dibujos de objetos se emplean con los mismos fines. Asimismo, hay pruebas de completamiento de dibujos, de analogías o diferencias; una prueba de juicio práctico o sentido común, y una prueba de comprensión. Además, las pruebas de memoria se encuentran a través de toda la escala, así como las pruebas de orientación espacial se hallan en niveles separados. Las pruebas numéricas abarcan desde los conceptos más simples hasta los problemas de razonamiento aritmético más complejo.
Aplicación y puntuación
Al igual que la mayoría de las pruebas de inteligencia individuales, la Stanford-Binet exige un examinador con amplia experiencia. La aplicación y la puntuación son muy complicadas para la mayoría de las pruebas. Por tanto, se requiere una gran familiaridad y conocimiento de la escala, para que la ejecución sea completa. Las dudas y búsquedas suelen ser peligrosas para la armonía. Los ligeros e inadvertidos cambios en la dicción pueden alterar la dificultad de los elementos. Otra complicación consiste en el hecho de que las pruebas deben calificarse medida que se aplican, ya que la realización subsecuente del examen depende de la actuación que el sujeto haya tenido en los niveles previamente aplicados.
Los elementos que el individuo apruebe o falle presentarán cierta dispersión entre los niveles de edad adyacentes. Los individuos no aprueban todas las pruebas que abarcan su nivel de edad mental o el inferior al mismo, ni fracasan en todos los niveles superiores. En lugar de ello, las pruebas que se aprueban satisfactoriamente, se extienden a varios niveles de edad, limitados por la edad basal del sujeto en un extremo y por su edad tope en el otro. En la prueba Stanford-Binet la edad mental del sujeto se halla partiendo de su edad basal y añadiendo a ésta los meses correspondientes por cada prueba que aprueba más allá de ese nivel.
Valoración
Una de las principales ventajas de la prueba Stanford-Binet se deriva de la cantidad de datos interpretativos y de la amplia experiencia clínica que se ha acumulado con relación esta prueba. Para muchos médicos, educadores e investigadores que se interesan en la valoración del nivel de aptitud general, el CI de la prueba Stanford-Binet ha llegado a ser sinónimo del concepto de inteligencia. El amplio uso de esta calificación de niveles de CI, aún cuando es de indudable utilidad para tipificar la interpretación que se haga de la ejecución de la prueba, lleva en sí mismo ciertos peligros. Como toda clasificación de personas, no debe aplicarse rígidamente ni debe utilizarse para excluir otros datos relativos al individuo. No hay, desde luego, claros índices de separación entre el deficiente mental y el retrasado, o entre el superior
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