EL JUEGO DE REGLAS “COMANDOS”

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El bando encargado de atrapar y encarcelar a “los enemigos”, dan un tiempo estipulado de 2 minutos para que estos puedan esconderse y organizar su jugada, una vez que los dos minutos han pasado y se inicia la dinámica, el bando líder grita “APRESARLOS”. Estos, los enemigos, deben conseguir atrapar una bandera situada en el territorio de “los líderes”, bandera visible por todos pero bien resguardada por los líderes. Si los enemigos alcanzan la bandera sin que ninguno de sus colegas haya sido atrapado y encarcelado, ganarán la partida. Los líderes deberán atrapar a los enemigos y meterlos en la cárcel, que es el parque de la urbanización que tiene una puerta que ellos controlan. Para salvar a los encarcelados, tan solo hay que chocar la mano, entre el enemigo que rescata y el enemigo encarcelado, a la voz de “SALVADO”.

Si el enemigo consigue ganar la partida y hacerse con la bandera, el que se haga con su poder dice “GAME OVER”, para que ambos bandos sepan que la bandera ha sido captura y el juego finalizado. Y vuelta a empezar. El juego tiene una duración aproximada de unos 20 minutos.

Durante los 5 episodios del juego que vi no sucedieron conflictos algunos, denotando ello estar bien interiorizadas las reglas, habiendo plena consciencia de ellas sin necesidad de recordarlas, no habiendo lugar a trampas. Únicamente el pequeño, Daniel, era la forma que utiliza el bando que en ese momento lo tuviera para alegar cualquier mala jugada del menor, siendo una escusa para ganar, o evitar perder. A pesar de ello, la dinámica era fluida la mayor parte del tiempo.

Por ello mismo, quise probar cómo sería una intervención mía, en la que mi desconocimiento hacia las reglas las desestabilizaría por completo. Así, me aceptaron sin problema en el juego, formando parte del bando enemigo. Mi falta de experiencia fue notoria, y aunque mi equipo no cesaba de darme orientaciones y consejos para no ser apresada (no me incentivaban tanto para coger la bandera, viéndolo ello como un claro peligro para el grupo), cometía graves errores, sumado a una falta de habilidad y capacidad en comparación con los menores. Fui pronto apresada, y aunque también fui salvada, me apresaron nuevamente. Al final, conseguimos la bandera, y ganamos la partida, siendo ello celebrado por todos, tanto el bando líder como el mío, el de los enemigos.

Tras mi fabulosa experiencia, mencionare los aspectos que más me han llamado la atención. Por una parte el hecho de que se haya mantenido el juego durante varias años y que sea algo particular de una única urbanización, aunque sea solamente el distintivo de su nombre. Además las reglas han seguido siendo las mismas, habiendo variaciones solo en las formas de nombrar cuándo se captura la bandera o cuando es salvado a un compañero de la cárcel. Por otra parte me asombra lo asumido que todos tienen las reglas del juego, no siendo necesario hacer constantes menciones sobre lo qué es válido y lo qué no. Pero sin duda, lo más llamativo ha sido la cooperación y el buen proceder de los menores, derrochándose afán por la diversión por encima de la competitividad, aunque esta también este presente. La resolución de conflictos entre los menores me ha resultados envidiosa, así como la mezcla de sexos, quizás porque cuando yo jugaba había más discriminación por este hecho, o al menos así lo recuerdo.

En definitiva he de decir que ha sido una experiencia enriquecedora, donde he revivido momentos y recuerdos. Pero lo más importante es que he aprendido muchos de los valores que estos niños poseen.