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No es fácil adaptarse al modo en que el psicoanálisis ordena y construye las ideas y conceptos que manipula en su práctica.

Enviado por   •  19 de Abril de 2018  •  3.925 Palabras (16 Páginas)  •  349 Visitas

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lo que le es específico, poder distinguirla de un manojo de pulsiones o de un campo No sexual.

El modelo Pulsional se mantiene inmodificado hasta 1911, fecha en que publica su ensayo sobre trastornos psicológicos de la visión. Para entender la ceguera psíquica hay que partir del reconocimiento de la doble utilización del ojo, los ojos también apresan y vigilan las características y propiedad sexuales de los objetos, guían y presiden la elección del objeto erótico. En un texto donde Freud no deja de disculparse por una cierta falta de claridad de la exposición, afirma que la patología psíquica de la visión resulta de la lucha, de la antítesis, entre dos pulsiones. Introduce una innovación, en relación con el modelo pulsional: señala por un lado hacia las pulsiones sexuales, pero por otro lado habla simultáneamente e indistintamente de Pulsiones de Conservación o de Pulsiones Yoicas. Funde así en aquella etapa el modelo anterior de la defensa con el gran modelo pulsional.

¿Cuál es la razón de la posición entre las dos pulsiones? Son tanto de orden general como particular. Nos remite al trabajo de Freud de 1905: la sexualidad pasa por evoluciones parciales, la analidad, la oralidad, deber ser sojuzgados por imposición de la cultura. He aquí la razón, por otra parte, que permite a Freud hablar de Pulsiones del Yo. Yo entendido como conjunto de representaciones, no habrá que olvidar que esas representaciones son el producto de la cultura, remiten a la relación individuo con el sistema de valores y significaciones sociales. Freud así justifica a menudo la hipótesis teórica del modelo pulsional señalando su utilidad para dar cuenta del conflicto neurótico, e insistiendo que tal modelo le ha sido impuesto por la observación y la clínica del neurótico.

En segundo lugar tanto las pulsiones del Yo o de conservación como las pulsiones sexuales tienen los mismos órganos a su disposición.

Doble función del órgano, se ve obligado a servir simultáneamente a “dos señores”, y oposición simultanea de las exigencias de la vida (conservación del individuo biológico indiscernible de su medio cultural) contra las exigencias de la sexualidad. Nos encontramos así con el punto que ya habíamos encontrado, la posición cultura/sexo no podríamos sobrepasar la idea de la que toda cultura ordena y regula el comportamiento sexual de sus miembros.

¿Qué es lo que obliga, por otra parte, a la cultura a ejercer imposiciones, ordenaciones y regulaciones sobre la sexualidad? ¿Qué hay en la sexualidad que la torna peligrosa para los fines de la cultura? Se contestará que casi no hay cultura que no castigue el adulterio y no regule los casamientos

Volviendo al texto de Freud sobre las perturbaciones de la visión no se siente satisfecho con su oltima parte del mismo: “podemos preguntarnos si el sojuzgamiento de las pulsiones sexuales parciales, impuesto por las influencias de la vida, es suficiente por si solo para provocar los trastornos de los órganos o si han preexistir además circunstancias constitucionales que impulsen a los órganos a exagerar su papel erógeno. Cuando Freud habla de constitucional no habla siempre en serio. No señala más que una dificultad teórica.

Estamos lejos aquí de abordar la noción freudiana del Yo.

En 1911 Freud hable de Pulsiones del Yo no lo hace para entronizar las llamadas “funciones de relación” del Yo (la atención, memoria, el uso sano de los órganos), sino para arraigar al Yo (el que incluye esas mismas funciones), e las pulsiones: para convertir a este estado de “funciones” en funciones de la libido.

No sería otro el propósito expreso del texto en 1914 Sobre el narcisismo. El titulo en alemán se refiere a algo que va en realidad a ocurrir en el texto. Es preciso no olvidar la importancia generalmente menos preciada, como dice Lacan, del narcisismo para la teoría de la libido.

¿Qué debemos entender ahora por libido? Simplemente, que a la energía misma del deseo sexual; no hay que dejar de escuchar que el deseo sexual es enérgico.

El lugar donde puede ir a parar la energía del deseo, la libido, es porque hay algo así como un circuito en cuestión. El secreto de este circuito es pues el narcisismo.

¿Qué es el narcisismo? La psicosis, la hipocondría, y, aun, la enfermedad orgánica, pero también lo que Freud llama el destino, la vida erótica de los sexos, son puntos que indican la necesidad de narcisismo.

En las parafrenias, dice Freud, se observa una retracción de la libido hacia el yo. La psicosis es el caso de la incapacidad de ocupar libidinalmente los objetos extraños al Yo. Un sujeto atrapado en su libido, encerrado en el narcisismo.

El narcisismo no es el lote del psicótico, la retracción de la libido al yo es una regresión, la vuelta a un estado anterior; hay un narcisismo primario y normal.

Sadger, discípulo de Freud, había ya descubierto que le narcisismo puede ser un componente, un momento, una estructura propia de la homosexualidad.

Freud resume su definición: El narcisismo no sería una perversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo del instinto de conservación; egoísmo que atribuimos justificadamente, en cierta medida, a todo ser vivo.

Se trata de una dedición de compromiso. Lo que está en juego es el destino teórico del Gran Modelo Pulsional, y simultáneamente, la manera de entender la represión.

Hasta ahora el modelo teórico se basaba en la oposición de pulsiones sexuales y no sexuales, las pulsiones estas últimas Yoicas o de conservación. Pero al residir, e incluso entronizar, la Libido en el Yo, no solo todo quedaría “reducido al sexo” (jones), sino que tastabillaba el gran modelo pulsional.

Libinizado el Yo, ¿Qué lugar otorga ahora a las tendencias y pulsiones no sexuales?

¿Qué es la libido? La libido es una laminilla, dice Lacan, una extraña laminilla que tiene funciones de órgano viviente, una rara ameba que puede ocupar cualquier lugar, envolver a cualquier objeto, atravesar todas las paredes y que además, es inmortal, si se la compara con los demás seres sexuados, no puede dividirse. Nos dice Lacan, un ser de tales propiedades no puede ser muy tranquilizador.

Esa libido, agrega Lacan, es algo así como un “puro instinto de vida, de vida inmortal, de vida irreprimible”. Freud en su texto de 1914, tal “Lamella” se deposita fundamentalmente sobre el Yo humano, y para él ese Yo tiene que ver con lo que Merleau-Ponty llamo “Cuerpo Sexuado”. Freud no deja escapar la metáfora de la ameba.

El termino libido, tal como fue gestado por Freud, remite a un cierto

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