PARTICIPACIÓN SOCIAL EN SEGURIDAD PÚBLICA

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Sin duda, ese miedo a ser víctima influye poderosamente para alejar a los ciudadanos de los esquemas de participación en seguridad, porque lo inmoviliza, lo paraliza, lo convierte en un ser desconfiado e indiferente.

Sobre la participación social en seguridad, Föhrig Alberto, Participación ciudadana y percepción de inseguridad en América Latina (2006) describe que hay un aumento de la atomización, un crecimiento de la desconfianza interpersonal y un marcado deterioro en los vínculos sociales que redefinen— disminuyéndola al mínimo—la noción misma de comunidad. “Operacionalmente este fenómeno se observa bajo la forma de una disonancia cognitiva en las percepciones de inseguridad: proximidad en el barrio produce mayor sensación de seguridad. Sin embargo, dichos lazos sociales de proximidad quedan disminuidos a pequeñas zonas. El barrio como espacio de referencia respecto de la percepción de inseguridad, y más genéricamente, de la construcción de identidades sociales, ha perdido vigencia”.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Desde luego que este esquema de desconfianza e incredulidad la ha generado, por un lado, el gobierno cuyo papel como articulador de las aspiraciones comunitarias se ha perdido en el mar de la corrupción, la ilegalidad y su desvinculación con la misma sociedad.

El Estado se ha desvirtuado y desligitimado gradualmente y es apenas hasta hace unos años que ha reconocido como vital la participación ciudadana en el propósito fundamental y como una de sus razones de ser que es garantizar la seguridad pública.

Pérez García Gabriela, Diagnóstico sobre la seguridad pública en México (2004), señala justamente que “uno de los retos del actual sistema de seguridad pública y justicia penal es la manera de incorporar a la participación ciudadana dentro de su estructura. La participación comunitaria es deseable no sólo porque el ciudadano tiene el derecho de ser tomado en cuenta en la elaboración de políticas que le afectan, sino también porque hay una relación positiva entre la participación ciudadana y el control efectivo de la criminalidad; su papel en la prevención del delito es crucial. Los ciudadanos pueden ayudar a disminuir el delito o permitir que se convierta en un estilo de vida.

“Es por ello que, más allá de su posible función como vigilantes del trabajo del policía y agentes del Ministerio Público, comprometerlos con las políticas del gobierno, escuchar sus preocupaciones y demandas, responsabilizarles de la calidad de vida de su comunidad pueden convertirse, también, en estrategias para disminuir el delito.

“Lograr que la comunidad tenga una voz en el proceso de toma de decisión que rodea al problema de inseguridad no sólo es un deseo, sino también una obligación legal”.

Aquí es donde se vuelve a plantear la pregunta: ¿Cómo conseguir que el ciudadano participe, sacarlo de la inmovilidad, hacerlo despertar y que venza el miedo y la desconfianza”

Queda claro que es necesario establecer estrategias basadas en los criterios, paradigmas y métodos que nos ofrece la psicología para revertir esta tendencia y lograr no solo que los vecinos en las comunidades cambien su modo de pensar y actuar, sino que su participación sea efectiva.

REFERENCIAS:

Recuperado de http://www.forodeseguridad.com/artic/discipl/4163.htm

Recuperado de http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/161329/TFG_Marti%CC%81n-Pozuelo%20Ojalbo_Raquel.pdf?sequence=1

Recuperado de http://pdba.georgetown.edu/Security/citizensecurity/mexico/evaluaciones/diagnosticoFundar.pdf

Recuperado de http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/1/419/16.pdf

Recuperado de

Recuperado de https://www.wilsoncenter.org/sites/default/files/LAP_August.pdf