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Terapia de la tercera generacion

Enviado por   •  19 de Diciembre de 2018  •  2.489 Palabras (10 Páginas)  •  322 Visitas

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SEGUNDA GENERACIÓN

La segunda generación se refiere a la influencia que el enfoque cognitivo de la psicología ha tenido sobre la terapia de conducta a partir de la década de 1970, cuando empieza a redenominarse como terapia cognitivo-conductual. Esta influencia formaba parte de la llamada entonces revolución cognitiva y cambio de paradigma que afectaba a toda la psicología, y que en pleno "proceso revolucionario" algunos veían más que nada como moda, mito e ideología (Pérez Alvarez, 1985).

La TCC tiene sus méritos y deméritos. Como principal mérito se señala su proba da eficacia en una variedad de trastornos psicológicos, por lo que ha llegado a ser una de las terapias psicológicas más competentes y competitivas en relación con la medicación, como tratamiento de referencia. Las TCC son las más representadas en las guías de tratamientos psicológicos eficaces (Pérez Álvarez, Fernández Hermida, Fernández Rodríguez y Amigo Vázquez, 2003), por lo que tienen reconocido prestigio en el ámbito psiquiátrico.

TERCERA GENERACIÓN

Las terapias de tercera generación se han constituido como la "nueva ola" de la terapia de conducta o cognitivo-conductual, con influencias más allá de la tradición conductual, donde surgen. La cuestión es si las terapias de tercera generación son una moda o si suponen una innovación más allá de una ola pasajera. Su denominación genérica, como terapias de "tercera generación", lejos de ser un nombre descriptivo es, como se dijo, un eslogan comercial, según se usa en el marketing farmacéutico (antipsicóticos o antidepresivos de segunda o de última generación) o en cualquier otro producto tecnológico (teléfonos, ordenadores, coches).

Terapias de conducta de tercera generación

Terapia Conductual Integral de Pareja

Aquí se habría de destacar la figura de Neil S. Jacobson, como autor principal no sólo de esta terapia sino también de la siguiente que se va a citar. Se trata de la Terapia de Activación Conductual (Jacobson et al., 2001). Es interesante reparar en que esta terapia surge de estudios consistentes en el desmantelamiento de componentes de la terapia cognitiva de la depresión de Beck, los cuales fueron mostrando que el componente realmente decisivo es el conductual (Jacobson, Dodson, Truax, Addis, Koerner, Gollan, Gortner y Prince 1996; Gortner, Gollan, Dodson y Jacobson, 1998). A partir de estos hallazgos, el componente conductual fue tomado como terapia por sí misma, dando lugar a la citada Terapia de Activación Conductual. Posteriormente se llevaron nuevos estudios empíricos donde se compara la Terapia de Activación Conductual con la terapia cognitiva y con la medicación, confirmando no sólo su eficacia sino también algunas ventajas sobre estas otras terapias (Hopko, Lejuez, LePage, Hopko y McNeil, 2003; Kanter, Callahan, Landes, Bush y Brown, 2004; Martell, Addis y Dimidjian, 2004).

Barrero (2008) menciona que este modelo de intervención es definido en sí mismo como instigador, debido a que incita a los miembros de la pareja a aumentar la frecuencia de comportamientos reforzantes, a la vez que se disminuyen los aversivos. Asimismo, la propuesta de la TPCT cuenta con el elemento de entrenamiento en comunicación y en solución de problemas.

El proceso terapéutico se inicia con la fase de evaluación conductual, la cual se desarrolla en cuatro sesiones: la primera sesión se lleva a cabo con ambos miembros de la pareja, la segunda y la tercera sesión se realizan de manera individual con cada cónyuge, y la cuarta sesión se lleva a cabo de manera conjunta para brindar la retroalimentación (Jacobson y Christensen, 1996). Los objetivos de esta evaluación son “generar la formulación con su respectivo plan de intervención, brindar la retroalimentación a la pareja, y producir un impacto terapéutico en la pareja”.

La Terapia de Aceptación y Compromiso

La TAC tiene sus raíces filosóficas en el contextualismo funcional6 por lo que se entiende que pensamientos, emociones, sentimientos, etc., constituyen conjuntamente la reacción de un organismo a un contexto específico, por lo que también se deben comprender siempre teniendo en cuenta una explicación circular del problema más no una explicación causal (Páez-Blarrina, Gutiérrez-Martínez, Valdivia-Salas y Luciano-Soriano, 2006) Adicionalmente, estos mismos autores afirman que el comportamiento depende del contexto actual e histórico, por lo que las reacciones que tiene la persona se consideran “normales” por haberse formado en el marco de su propia historia y en consecuencia constituyen su idiosincrasia; entonces, en este marco teórico emociones, sentimientos, recuerdos y pensamientos son considerados como comportamientos.

el objetivo general de la TAC es aumentar la flexibilidad psicológica (es decir la capacidad de experimentar conscientemente el presente y comportarse de la forma que sirva a los propios objetivos del paciente). Se trata de que los sentimientos valorados como negativos no paralicen a la persona, sino que el paciente pueda dirigir su vida hacia aquellas metas que le son particularmente valiosas (García, Luciano, Hernández y Zaldívar, 2004). Es entonces la TAC un modelo utilizado ampliamente para el manejo y tratamiento de distintas patologías de orden psicológico.

El tratamiento a través de la TAC se organiza de la siguiente manera: “(1) evaluación del fenómeno relevante (psicológica, contextual y conductual); (2) desesperanza creativa: Exploración de la experiencia de la inoperancia en la vida del cliente; (3) evaluación de valores: exploración de la vida del cliente orientada hacia su(s) valor(es), (4) el control como problema: Se centra en las formas en que estrategias de control pueden ser contraproducentes y también en las formas en que el control disfuncional está interfiriendo con la capacidad del cliente para vivir de acuerdo con sus valores. (5) Yo como contexto: hacer contacto con un sentido de sí mismo que es independiente de los contenidos de la conciencia; (6) compromiso: hacer y mantener compromisos de conducta que movilizan al cliente hacia adelante en términos de sus valores y (7) exposición, defusión cognoscitiva, y construcción de repertorios en aras de avanzar en una dirección de la vida con valores (incluida la exposición a los eventos externos, pero en especial, atendiendo a la exposición de la experiencia privada como la emoción, la cognición, la memoria y corporales estados, entre otros)” (Wilson & Roberts, 2002; p. 239)

Psicoterapia

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