CAPITULO 4. EL SUJETO EDUCATIVO PRIVADO DE LA LIBERTAD. CONTEXTOS INSTTUCIONALES

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El aula es el lugar institucional que implica el pasaje del hombre al mundo de la cultura. Es el espacio donde se da el encuentro de un sujeto que enseña con un sujeto dispuesto a aprender. Entre estos sujetos, el conocimiento es el objeto a tratar. Se propone que el aula es un dispositivo que contiene a un grupo humano que desarrolla el proceso de enseñar y aprender. La relación entre el alumno y el docente es una relación de poder. A su vez, otra instancia de poder controla al docente mediante programas, leyes, supervisiones, etc. El recorrido histórico nos muestra cambios sucesivos en la organización del espacio del aula como reflejo de diversas alternativas de control, nos permite observar que muchas de estas prácticas están presentes en los usos educativos actuales. El examen, la lección, la disposición espacial, la centralidad del docente, las prescripciones curriculares, las amonestaciones o los consejos de convivencia, son algunos de los dispositivos que están en crisis en la actualidad. En tanto, en el ámbito de la cárcel, el papel del docente como depositario del saber mantiene su centralidad, al igual que su autoridad. La atención y la motivación son situaciones que dependen en algunos casos de distintos problemas: procesales, familiares, personales; todos vinculados con la situación del encierro. Es necesaria una educación que, junto con los contenidos establecidos, ofrezca otros elementos a los alumnos en situación de privación de la libertad sin anular las distintas representaciones del mundo que cada alumno posee. Es importante en la cárcel la recuperación del lugar de lo público y del bien común. La recreación de los ritos escolares puede contribuir a ello (los rituales que contribuyen a la socialización, a la profundización de los mecanismos de comunicación). En la prisión se requiere que la escuela recupere su carácter nómade y recorra los distintos espacios que rodean a la escuela. Ya que la escuela se encuentra en el contexto carcelario es indispensable proponer algunos enfoques sobre la prisión como dispositivo de control. La privación de la libertad como forma de sanción es consecuencia del valor que tiene la libertad entendida como un bien que pertenece a todos. Su pérdida tiene el mismo precio para todos. Tomado el tiempo del condenado, la prisión parece traducir concretamente la idea de que la infracción ha lesionado, además de a la víctima, a la sociedad entera (El encierro pretende corregir y docilizar). De esta manera, la prisión se diferencia de la escuela, del taller o del cuartel por una mayor intensificación del castigo como forma disciplinaria (suplicio). La prisión debe ser un aparato disciplinario exhaustivo, debe ocuparse de todos los aspectos del individuo, su acción sobre el individuo debe ser interrumpida.

El panóptico es un dispositivo arquitectónico que se aplicó a muchas penitenciarías con la intención de controlar al preso en todo momento. Se trata de un edificio o sector de él, construido de manera tal que todo su interior puede verse desde un solo punto. Desde un lugar y sin cambiarse de él, el encargado, jefe o director ve sin ser visto a los presos y guardianes. Muchos proyectos arquitectónicos contemporáneos, incluyendo terminales de transporte y paseos públicos se han construido con este criterio, lo que revela la funcionalidad en la cultura actual de la idea de control de los individuos. En las prisiones, el concepto de observación total ha derivado en estudios que registran minuciosamente las conductas de los detenidos. Aislamiento y visibilidad permanente están presentes en la prisión actual. El dispositivo disciplinario, la cárcel, desaparece de la visión de la sociedad. Lo visible hoy será el juicio, la última parte del proceso. Indagatoria y prisión no se hacen públicas.s