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COMPLEMENTACIÓN – PSICOANÁLISIS En la periferia de la nueva Psicología

Enviado por   •  21 de Noviembre de 2018  •  2.805 Palabras (12 Páginas)  •  560 Visitas

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Principios que rigen el funcionamiento mental

Freud observó que ciertos principios dominaban la vida mental, la conducta y las experiencias humanas. Aunque están presentes desde el comienzo de su obra, hay que distinguir dos períodos en la formulación conceptual. El primero de ellos está dominado por la explicación del principio de placer-displacer (un desarrollo del principio de constancia, presente desde el comienzo de su obra), y también por el principio de realidad. El segundo período, a partir de 1920, se caracteriza por la introducción de la “compulsión a la repetición” que actúa como un principio más allá del principio del placer. Veamos estos principios. a. El principio de placer-displacer (conocido posteriormente como principio del placer y que domina los procesos inconscientes) señala que toda conducta se origina de un estado de excitación molesta, y tiende a reducir la excitación a fin de disminuir la molestia o displacer y, si se puede, producir placer. El principio del placer puede manifestarse en los sueños y las fantasías mediante las que pueden satisfacerse indirectamente deseos no consumados. Pero también en las neurosis: un neurótico se aleja de la realidad porque le resulta insoportable total o parcialmente: satisfacer sus deseos placenteros es una fuente de conflicto lo que se manifiesta en sus síntomas. b. El principio de realidad forma pareja con el del placer en la medida que trata de imponerse sobre éste para regular su actuación. Pretende acomodar la búsqueda de satisfacción placentera acomodándola a las condiciones del mundo exterior, esto es, a la realidad. Este principio facilita algunos logros evolutivos en el desarrollo del aparato mental. La progresiva instalación de este principio permitirá la aparición del sistema preconsciente-consciente, y facilitará que la energía pulsional esté al servicio del yo. En lo que se refiere al aparato mental, la progresiva sustitución del principio de placer (funcionamiento en proceso primario, a-lógico) por el principio de realidad, se manifiesta por el desarrollo de las funciones conscientes de adaptación a la realidad: la atención, la memoria, el juicio y la acción adecuada a la realidad (funcionamiento en proceso secundario, lógico). c. La compulsión a la repetición. Aunque al comienzo de su obra Freud había destacado la importancia de los procesos de repetición, el concepto de compulsión a la repetición sólo aparece claramente formulado en 1920. Apoyándose en los datos proporcionados por los pacientes con neurosis traumáticas u otras formas patológicas –pacientes que rememoraban reiteradamente 228 Historia de la Psicología hechos trágicos o desgraciados– concluyó que existían necesidades de satisfacción, en repeticiones, que trascendían el principio del placer y que se trataba de un automatismo o tendencia; de ahí el nombre de compulsión de repetición. Se repetían experiencias fuertes o particulares, cualesquiera que fueran los efectos, favorables o nocivos, de tal repetición. Esta repetición de hechos del pasado se produce sin recordar el prototipo y con la impresión vivida de que los hechos acontecen con motivación exclusiva en el presente negando, ignorando o desmintiendo el pasado.

El Psicoanálisis postfreudiano en Europa y Norteamérica

Tras la muerte de Sigmund Freud el movimiento psicoanalítico se articula en una multitud de escuelas y sensibilidades que siguen girando, si bien con menos dogmatismo, en torno a la obra de esta gran figura de la Psicología y la cultura contemporánea, enriquecidas en algunos aspectos por la de figuras ortodoxas de gran interés, como Karl Abraham y Alfred Ernest Jones. Las orientaciones postfreudianas, comparten con el Psicoanálisis freudiano el considerar los motivos de la conducta como factores estables a lo largo de la vida del sujeto, pero presentan a cierto nivel general unas características comunes ante la teoría ortodoxia: (a) Enfatizan la importancia de la instancia consciente, del yo, frente a la motivación inconsciente y sus impulsos incontrolables e incomprensibles. (b) Subrayan, aunque con desigual acento, el papel de los factores sociales y culturales en el desarrollo de la personalidad. (c) Tienen una visión positiva de la naturaleza humana, que contrasta con el pesimismo antropológico de Freud. (d) Dan cabida a cuestiones relativas al significado de la vida, las aspiraciones y los proyectos humanos. Pese a la definición teórica idiosincrásica de las diferentes orientaciones del Psicoanálisis, puede verse, sin embargo, que las desarrolladas en el continente europeo y las norteamericanas tienen perfiles diferenciados. En Europa, como hacía notar Caparrós (1975) en referencia, sobre todo, a los psicoanalistas franceses y a la Asociación Psicoanalítica Internacional, hay una permanente reivindicación de Freud, la cual se asienta en la convicción de que su no explicitación u olvido de ciertos factores sociales y culturales pueden superarse desde la misma obra freudiana, sin necesidad de ningún revisionismo “adleriano” o de una asimilación mimética de algunos conceptos o presupuestos de la “Psicología conductual”. Segunda fuerza: El Psicoanálisis postfreudiano 409 En el continente europeo la trayectoria del Psicoanálisis fue, en general, diferente a la norteamericana, aunque hay que diferenciar por zonas. En Alemania, tras la debacle nazi se recupera la versión freudiana del Psicoanálisis. En Gran Bretaña conviven dos grandes polos de atracción: la vertiente ortodoxa y la de Melanie Klein, a cuya obra hemos de hacer referencia. En Francia, sobre la base de una fidelidad básica a Freud compatible con una interpretación flexible de su pensamiento, el Psicoanálisis trasciende el campo de la Psicología y alcanza el mundo más amplio de las ciencias humanas, la filosofía, el arte y la literatura. Sus representaciones más destacadas son las de Jacques Lacan, sobre el que volveremos, y el freudomarxismo, una corriente cuyas raíces están en Fromm (estadounidense de ascendencia alemana), Reich, Fenichel y S. Bernfeld en el ámbito alemán, y en Politzer y Neville en Francia, y que renace tras el “mayo francés del 68”, caracterizada por un eclecticismo que desvirtúa, como bien apuntaba Caparrós (1975), el sentido del Psicoanálisis. Los desarrollos psicoanalíticos norteamericanos, a diferencia de lo que ocurre en América del Sur, donde está mucho más marcada la impronta freudiana, resultan de la confluencia de fuentes diversas y acusan de manera profunda la influencia de Adler. Aspectos como el énfasis en el yo y sus dimensiones conscientes, la consideración preferente de los aspectos sociales, la importancia concedida a la motivación individual, competitiva y de logro, y el optimismo psicológico

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