El aprender como acto subjetivante
Enviado por Mikki • 18 de Diciembre de 2018 • 2.332 Palabras (10 Páginas) • 319 Visitas
...
La constitucion subjetiva se funda en el hecho que alla un otro –o muchos otros- para los que signifiquemos algo. El docente cuando cumple su rol, define el rol de otro: el estudiante.
En el vinculo educativo hay 2 roles objetivos que cada uno cumple en determinada situación concreta: “estudiantes” y “docentes”. Pero para acercarnos a como aprendemos tenemos que saber que independiente del rol objetivo, cada sujeto a la hora de aprender debe asumir la posición de aprendiente y la posición de enseñante.
Revisemos en 1º lugar de que implica colocarse en una posición de aprendiente.
El alumno se posiciona entre la información, el conocer y el saber, pero particularmente entre el conocer y el saber.
Aprender implica significar, otorgar sentido a la información que el docente le brinda, a partir del saber que ya tiene el sujeto, desde todo el bagaje de conocimientos previos, de sus experiencias positivas, negativas, dolorosas, gratificantes infantiles, familares, grupales, sociales, ect. La información de ese modo va a modificarse, adquirir sentidos particulares y subjetivos… implicará una apropiación singular que posibilitará la construcción de conocimientos.
En este proceso intervienen tanto la inteligencia como el deseo.
“El sujeto aprendiente articula al sujeto deseante con el sujeto cognoscente, haciéndose cuerpo en un organismo individual y haciéndose cuerpo-instituyente en un organismo social instituido”
Es decir que para aprender tiene que haber por un lado un sujeto con cierta estructura cognitiva, por otro lado que ese sujeto desee aprender sólo así se transformará a si mismo en instituyente, en agente de cambio del sistema social en el que esta inmerso.
Pero dijimos que para aprender también había que asumir la posición de enseñantes porque cuando aprendemos necesitamos conectarnos con lo que ya conocemos y autorizarnos a “mostrar” aquello que conocemos.
También necesitamos “relatarnos” a nosotros mismos lo que aprendimos. Por eso, escribir es una de las mejores formas de ayudarnos a pensar. Cuando escribimos se nos va haciendo visible nuestro pensamiento, como si estableciéramos un dialogo entre enseñante y aprendiente. No se puede aprender, verdaderamente, sin poner en dialogo esos conocimientos y saberes con los nuevos conocimientos.
Si podemos movernos entre las posiciones de enseñantes y aprendientes el sujeto se constituye en autor.
El sujeto no sólo es activo en cuanto a la construcción del conocimiento que va a incorporar, sino también lo es en cuanto transforma la situación en que esta aprendiendo y al propio docente.
Entre el docente y el alumno se abre un campo de diferencias donde se sitúa el placer de aprender.
El docente entrega algo, pero para poder apropiarse de ello, el alumno necesita inventarlo de nuevo (esto es autoría de pensamiento, es decir la posibilidad de ser autores del propio pensamiento, no una mera repetición de información receptada) Experiencia de alegría que se facilita o se perturba, según como se coloque el docente.
Esto es importantísimo porque para que sientan el placer en el enseñar primero ustedes tienen que recuperar el placer en el aprender. Primero tiene que el estudiar dejar de ser vivido como una tortura. Fuimos a la escuela primaria porque el estado nos lo impuso: la educación es obligatoria hasta cierta edad. Fuimos a escuela secundaria porque nuestros padres nos empujaron, y al que se resistía se le sentenciaba: “o estudias o trabajas”: la elección era obvia: volvía a la escuela aunque sea a calentar el asiento. Ahora todos ustedes son adultos: ¿por que están acá? ¿para obtener un papel a partir del que puedan conseguir un trabajo? ¿por algún oscuro placer masoquista que los hace estar inmersos en una situación torturante durante 4 años?
Algo fundamental que vamos a ver es que para aprender lo que se pone en juego es el deseo propio. Me gustaría que se tomarán unos momentos para pensar ¿porque están acá?. Si hay deseo propio sosteniendo el aprender este deviene en alegría.
El alumno construye, “transforma” los conocimientos que incorpora (que se apropia). Pero a su vez, transforma la situación educativa y al maestro y a sus compañeros, para poder devenir en “sujeto autor”. Esto es lo más importante que el sujeto autor produce. Aquí claramente se ve la importancia subjetivante del aprendizaje. Es decir, situación de aprendizaje que posibilita que el ser humano devenga sujeto.
Creemos que para que se constituya el sujeto epistémico debe surgir el deseo de saber, que solo puede sustentarse en el propio deseo. Esto nos lleva a plantearnos el valor relativo que tendrán algunos aprendizajes. Se nos impone como necesario diferenciar el aprendizaje irreflexivo que remite a la pura repetición, de aquel aprendizaje que le posibilite producir un texto autónomo, que posibilite al sujeto cuestionar y cuestionarse. Aprendizaje que lo modifica en lo más intimo y que lo convierte en agente de cambio.
No se lee y se escribe porque se conozcan las letras y sus sonidos, sino porque se tiene algo que decir y deseo de hacerlo; porque hay quien escuche; porque la palabra es parte de uno.
Se cuenta, se suma y se resta porque se siente la necesidad de ordenar internamente el mundo, de organizar, de interiorizar el tiempo y el espacio para ser parte de ellos.
Pero para esto debe existir un sujeto deseante, capaz de reconocerse a sí mismo pensante y digno de ser tenido en cuenta. Muchísimos niños que fracasan en lectoescritura y en matemática tienen todo su potencial intelectual intacto, pero no han podido constituirse en sujetos deseantes. La curiosidad en ellos no está instalada de modo que deseen decodificar, porque nunca ellos ni los grupos a los que se sienten pertenecientes han sido decodificados; más bien a menudo se ha codificado desde afuera su decir; se han interpretado sus conductas y sus dichos sin que mediara la pregunta capaz de provocar el deseo de decir. Y no sería correcto pensar que esto pasó sólo en el seno de sus familias, sino fundamentalmente en el seno de nuestra sociedad
“Reconocerse un derecho a pensar implica renunciar a encontrar en la escena de la realidad una voz que garantice lo verdadero y lo falso, y presupone el duelo por la certeza perdida. Tener que pensar, dudar de lo ya pensado, verificarlo, son las exigencias que el yo no puede evitar” Piera Aulagnier
Es por esto, que el sujeto se ve obligado
...