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Ensayo sobre la ilusión

Enviado por   •  24 de Octubre de 2018  •  3.031 Palabras (13 Páginas)  •  304 Visitas

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Como sucede también con el trabajo que al caer en lo repetitivo, mecánico y tedioso se vuelve insufrible; sin embargo cuando nuestra actividad está supeditada a retos, metas y creatividad para hacer mejor nuestro trabajo y resolver problemas; o quizá y porque no, el de crear problemas, entendidos como retos para superarse como trabajador o institución, por ejemplo; no hay tiempo para el aburrimiento: y es entonces que nuestra labor se llena de ilusión en la búsqueda de nuevas situaciones que la hagan apetecible a nuestras exigencias o demandas motivacionales. Es importante dejarnos contagiar con el entusiasmo de los demás y contagiar con el nuestro. Porque es más que una verdad existencial, que un hombre necesita un motivo para levantarse y ser feliz todos los días; y uno de esos motivos es su trabajo, que lo enaltece, enorgullece y dignifica; qué maravilloso, disfrutar de lo que haces en tu trabajo manifestándose naturalmente en tu productividad y además por mantener la ilusión en lo que haces y ser feliz haciendo tu labor, te paguen por ello.

Este aspecto de nuestra vida va muy unida a una necesidad natural de aprender que surge con la inclinación igualmente natural hacia la curiosidad y el asombro, se trata pues de “saber”, ese deseo irreprimible por conocer, descubrir y asombrarnos de la existencia y su regalo que es el conocimiento de las cosas y de aquellas que por ser hermosas no son precisamente cosas.

Las realidades tangibles, inteligibles e ininteligibles son un reto para la mente humana y con ello surge la ilusión por saberlo todo; aunque sepamos y seamos conscientes de nuestras limitaciones, sobre qué no es posible conocer y aprender cuando se trata de lo absoluto; sin embargo, siempre hay esa esperanza de profundizar en su conocimiento algún día, lo que mantiene la ilusión como un sentimiento que pretendemos se transforme de deseo a realidad y que se logra con perseverancia, constancia, disciplina, trabajo e ingenio.

La mayor ilusión del hombre es amar y ser amado, pero nadie ama lo que no conoce; ni siquiera podrá amarse así mismo, si adolece de ese conocimiento interior humilde y sincero, donde las virtudes y los defectos se hermanan, y a veces se suplantan, y otras se remplazan según las circunstancias. Pero todo ser humano tiene la esperanza de querer y ser querido alguna vez, y espera con paciencia que suceda o simplemente deja que suceda mientras da lo mejor de sí; siendo de esta forma, que su esperanza se transforma en amor por el único hecho de que está destinado a esta maravillosa realidad, que según quien lo dé o lo reciba, tiene intensidades que va de lo menos a lo más; pues siempre habrá quien ame más y quien ame más tendrá más ilusión, más esperanza, mas alegría que supera al dolor y a la tristeza-, y por tanto, será quien trascienda a los demás inclusive a la humanidad entera.

Al leer este fragmento de Miguel- Ángel Martí García en su ensayo La ilusión La alegría de vivir podemos confirmar lo anteriormente argumentado:

“La ilusión constituye una manera de vivir de unas personas determinadas: son esos hombres y mujeres que, de una forma habitual, encuentran diariamente motivos para ilusionarse, para hacer de cada jornada laboral, un día festivo.

Suelen ser personas de temperamento alegre, y parte de esa alegría les viene por su capacidad de ilusionarse, ya sea por un paseo o por el color de unas flores, da igual, porque cada una de estas manifestaciones de júbilo responden a una actitud básica de vivir su propia vida, de esa actitud “chispeante”, de refrescante juventud, que les lleva a encontrar, en lo que otro tal vez ve la monótona repetición de un acto, una ocasión para disfrutar de la vida.

Todo el mundo quisiéramos hacer de nuestra vida una existencia ilusionada. La meta es difícil, pero al estar rodeada de un cierto hábito de magia y utopía se hace sumamente apetecible.

La ilusión está presente en los más variados ámbitos de nuestra vida, iluminándola y llenándola de alegría. Todos deseamos aprender de esas personas de vida ilusionada, de esas personas que han encontrado, a lo mejor sin saberlo ellas, el arte de vivir, y que lo manifiestan en el lenguaje vivo de sus ojos, en la frescura de su sonrisa, en esos olvidos de lo que para muchas personas constituye el tema central de sus conversaciones: enfermedades, accidentes, carestía de la vida, la ingratitud de los jóvenes… y una larga letanía de tonos oscuros y de tristes musicalidades, en esos olvidos que tanto se agradecen y que nos ayudan a abrir los ojos a espacios abiertos, refrescantes como la luz que los ilumina.”

Hace falta energía, grandeza de ánimo y finura de espíritu, para hacer de la vida algo más que un producto a granel envuelto en papel de periódico (y a veces por la página de las esquelas).

No siempre quizá lo consigamos, pero que debemos apostar por este tipo de vida me parece una exigencia de nuestra condición de hombres; eso sí, se sobreentiende, después de haber superado los falsos idealismos y los planteamientos inmaduros.”

Este fragmento, nos invita a vivir ilusionados y considera la perspectiva que la ilusión es una aptitud, una forma de vida, de enfrentar la existencia, de hacer el recorrido hasta el final de nuestro tiempo; que es el recurso que necesitamos para encender la llama de la fe, la esperanza de la pasión por todo lo que existe; que recuperarla es una forma de decirnos que la hemos perdido cuando en realidad solo hemos dejado de considerarla importante en nuestra vida, ante la bruma de decepciones; lo que sucede es que hemos dejado de verla con claridad ante la catarata de nuestras desilusiones; pero siempre ha estado allí, nunca la perdimos; y por lo tanto, recuperarla consiste en volverla a mirar y vestirnos de ella que siempre será como ropa nueva que exige que todo en nosotros sea nuevo, recién estrenado, y qué es eso sino es la ilusión que nos recupera a nosotros de nuestras grises vidas pincelándonos de color, de arcoíris, de alegría.

Ordenar nuestra vida y observar si falta algún estímulo, nos puede ayudar a recuperar la ilusión y por lo tanto la alegría de vivir. A veces, la falta de ilusión se debe a alguna causa interna infundada por algún asunto pendiente no resuelto, a una depresión actual o pasada, el miedo a los cambios, la baja autoestima; o al no creer en nuestras posibilidades y potencialidades; o tal vez estemos viviendo en un ambiente de estancamiento, de encarcelamiento emocional y sentimos que nada está en su lugar, el tiempo se nos va de las manos- como si pudiéramos detenerlo- que la vida pasa mientras hacemos otras cosas, sintiendo que desperdiciamos nuestra existencia, sin haber descubierto

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