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Evaluacion en psicologia clinica.

Enviado por   •  11 de Julio de 2018  •  10.214 Palabras (41 Páginas)  •  223 Visitas

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El diagnóstico de los problemas de conducta e impulsividad deben ser establecido a la luz de otros diagnósticos que comparten ciertas similitudes pero que constituyen una categoría diagnóstica diferente. Existe una alta comorbilidad entre los problemas de conducta y el TDAH, los trastornos interiorizados (depresión y ansiedad), el consumo de sustancias (especialmente en la preadolescencia), los problemas en el lenguaje (en edad preescolar) y los problemas académicos.

La planificación del tratamiento terapéutico requiere previamente de una adecuada conceptualización del caso. La naturaleza multicausal de estos trastornos confiere una enorme complejidad a la intervención que requiere explorar numerosas variables asociadas a los problemas de conducta y los instrumentos y técnicas que permitirían su contrastación.

Más allá de las decisiones diagnósticas, la evaluación adquiere especial importancia en la evaluación de la intervención elegida. Por tanto, un objetivo dentro del proceso de evaluación será contrastar el progreso del tratamiento y sus resultados. El progreso y los efectos del tratamiento pueden ser valorados mediante la obtención de medidas postest entre los que se recomiendan, los listados de conducta de Achenbach, el Inventario de Problemas de conducta de Eyberg, los registros de observación cumplimentados por padres y profesores y las escalas de deterioro funcional.

Finalmente se propone un protocolo básico para la evaluación de este grupo de trastornos con los instrumentos recomendados para implementar la evaluación de este grupo de alteraciones.

TEMA 4. Evaluación de los trastornos de personalidad.

Como hemos expuesto anteriormente los TP son un tipo de trastorno de difícil diagnóstico puesto que la sintomatología no es clara ni intensa, además de producirse una alta tasa de comorbilidad que siempre complica la discriminación diagnóstica. Sin embargo se poseen medios para someter el proceso diagnóstico a pruebas suficientes para salir de esta confusión. El primer camino es acudir a los sistemas diagnósticos para localizar el tipo de sintomatología precisa y característica de todo trastorno. La experiencia muestra que el juicio clínico categorial tiene una débil fiabilidad y validez diagnóstica, por lo que sería más adecuado recurrir a entrevistas estructuradas que recogen los criterios formulando cuestiones que cubren cada uno de ellos. Con las entrevistas estructuradas podemos alcanzar ya un grado de certidumbre en la elaboración del diagnóstico. Sin embargo, si buscamos un grado de precisión mayor, deberíamos de acudir a cuestionarios objetivos con características psicométricas adecuadas como los que más arriba se han presentado y que alcanzan los más altos niveles de fiabilidad y validez. Con ello podemos prepararnos para capturar esta forma de perturbación huidiza. Se han de analizar con detención dos cuestiones. La primera evitar la confusión de un TP con un trastorno clínico parecido que figure en el Eje I. La segunda evitar confundir los distintos TP entre si, como se muestra en la Tabla 11 y 12 del texto aparecen apoyos para evitar estos frecuentes errores.

Por último recordar que para hacer un diagnóstico de TP es esencial tener en cuenta dos cuestiones temporales: la edad de comienzo y la duración de la alteración.

TEMA 5. Evaluación de los trastornos de ansiedad.

Los trastornos de ansiedad son una de las alteraciones emocionales más comunes en la población tanto adulta como infantil. Su prevalencia en población adulta oscila desde el 1 al 13% aproximadamente y en población infantil y adolescente entre el 5 y el 10%. En relación con las tasas de prevalencia por sexos, las chicas informan de más altos e intensos niveles de ansiedad en la población normativa, subclínica y clínica. No obstante, las tasas de prevalencia por sexos varían en función del tipo de trastorno. El periodo de edad en el que la mayoría de los trastornos de ansiedad se inician es entre los 6 y 21 años. Son muchos los factores que están implicados en los problemas de ansiedad y complejas las transacciones entre los diferentes factores que están en la base de este tipo de problemas: factores familiares y genéticos, factores temperamentales, exposición a acontecimientos estresantes e incontrolables, influencia del aprendizaje, procesos sociales e interpersonales, sesgos cognitivos y distorsiones.

Para la identificación de un problema específico de ansiedad y su diagnóstico se han utilizado fundamentalmente las entrevistas estructuradas, cuando se trata de un diagnóstico categorial, y las escalas de puntuación, cuando se pretende realizar un diagnóstico dimensional. Dentro de estas últimas se pueden diferenciar las Escalas globales u omnibus ( aquellas que incluyen una medida general de ansiedad) de las Escalas específicas (aquellas que permiten identificar un trastorno particular o alguna de sus dimensiones). Las escalas de puntuación han mostrado, en general, adecuadas propiedades psicométricas. La mayoría de las escalas aquí recogidas cuentan con una elevada consistencia interna y adecuada fiabilidad test-retest, además discriminan entre sujetos con y sin ansiedad. En relación con el diagnóstico hay dos aspectos relevantes a tener presente, el diagnóstico diferencial y la comorbilidad. La comorbilidad es bastante frecuente en el caso de los trastornos de ansiedad y especialmente en los niños y adolescentes. Entre el conjunto de trastornos conocidos, la depresión es el síndrome que mayores tasas de comorbilidad presenta con los trastornos de ansiedad. Es por esto la gran importancia de realizar un adecuado diagnóstico diferencial.

Con el objetivo de realizar una conceptualización del caso que guíe las decisiones sobre la planificación del tratamiento y contraste las hipótesis que puedan explicar la aparición de un trastorno de ansiedad se dispone de un conjunto de instrumentos. Estos instrumentos incluyen los principales aspectos a evaluar para el diseño de una intervención en los diferentes trastornos y engloban tanto cuestionarios, como observación conductual y autorregistros. De todos ellos, los cuestionarios son los que mejores propiedades psicométricas tienen. No obstante, en muchas ocasiones los registros de observación y autorregistros son los más útiles para evaluar las variables implicadas en el caso.

Cuando se implementa una intervención es necesaria la evaluación del progreso del tratamiento y los efectos generales sobre los síntomas, el diagnóstico y el funcionamiento global de la persona. Muchos de los instrumentos utilizados en el diagnóstico (e.g., entrevistas diagnósticas) del trastorno o en la

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